La exposición en la National Gallery de Londres es la más importante dedicada en los últimos años al pintor manierista Paolo Caliari, conocido como el Veronés (Verona, 1528). Abierta hasta el próximo 15 de junio, presenta un recorrido por todas las facetas creativas del artista: retratos, retablos, decoraciones alegóricas y pinturas mitológicas. Algunas de ellas es la primera vez que se vuelven a reunir después de cientos de años, como Marte y Venus unidas por el amor y Cuatro alegorías de amor, y los dos retablos pintados para la iglesia de San Benedetto Po (Mantua), La virgen y el Niño con san Antonio Abad y san Pablo Ermitaño y Consagración de san Nicolás, o la Adoración de los Reyes, pintado para la iglesia de San Silvestre en Venecia.
En el reportaje que publicamos en Descubrir el arte 183, Fernando Checa (exdirector del Museo del Prado) nos acerca a esta figura que se convirtió en el mejor propagandista del poder de la República de Venecia. Maestro de color, defensor del papel social del artista y espíritu libre que desafió la Inquisición, dominaría junto a Tiziano y Tintoretto el panorama del arte en la ciudad italiana durante prácticamente todo el siglo XVI. Estos tres artistas tuvieron en común que a la hora de definir la pintura, primaron el color por encima del dibujo, el naturalismo por encima de la abstracción y la sensualidad por encima de consideraciones intelectuales.
Su primera obra de envergadura son los frescos de la Villa Soranza, de Michele San Micheli, antes de trasladarse a Venecia. Ya allí, en muy poco tiempo, gracias al éxito de la Biblioteca de San Marcos, se convirtió en el pintor oficial de los fastos políticos e históricos de la ciudad. En sus obras se detectan, aparte del gusto por los colores claros y brillantes, la luz difusa y de gran claridad, los escorzos muy pronunciados y atrevidos. Es significativa en su obra la decidida reflexión acerca de la manera de representar una determinada idea de la religión, el poder, el lujo, el triunfo, la magnificencia o la misma pintura. Sus obras, de forma especial en el Triunfo de Venecia (en la Sala del Gran Consejo del Palazzo Ducale), por su suntuosidad, dinamismo, utilización del color y de la arquitectura, dan paso a la gran pintura decorativa del barroco europeo.
Moisés salvado de las aguas, por Veronés.