La herencia del Greco llega a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

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La muestra itinerante, Entre el cielo y la Tierra, doce miradas al Greco cuatrocientos años después, llega a la Academia de Bellas Artes desde el Museo Nacional de Escultura de Valladolid para unirse a la conmemoración del IV centenario de la muerte del pintor. La exposición, que permanecerá abierta al público hasta el 8 de noviembre, hace hincapié en la influencia de la obra del pintor en el arte contemporáneo mediante doce reinterpretaciones de artistas actuales

La comisaria, Isabel Durán, plantea en este proyecto mostrar cómo los planteamientos formales, conceptuales y estéticos del cretense sirven hoy en día de base para nuevas creaciones, ya que “hay pocos artistas clásicos que hayan influido de forma tan intensa en el arte producido en las últimas décadas”, afirma Durán. El hecho de haber elegido a doce artistas da pie a una gran variedad de propuestas en las que no siempre se adivina la herencia del cretense a primera vista, pero ninguna se distancia de la intensidad ni de la abstracción que emanan las pinturas del Greco. Este número determinado se debe, entre otras muchas cuestiones a que “ en el Museo Nacional de Escultura hemos mostrado esta exposición acompañada de un apostolado, conocido como el Apostolado de Oviedo, por lo que reconocimos un paralelismo evocador entre los emisarios de la palabra de Cristo y los emisarios del Greco”, afirma Durán.

El Greco, Doménico Theotocópuli, natural de Creta, sigue siendo hoy en día una incógnita respecto a sus aconteceres biográficos. Sin embargo, los expertos sí reconocen distintas etapas en su obra, donde el cambio de una a otra es notable. En el primer período se engloban tres piezas, Pasión de Jesucristo, San Lucas pintando a la Virgen, y la Dormición de la Virgen y La adoración de los pastores, que resultan aún prácticamente desconocidas en cuanto a la documentación que se tiene sobre ellas, pero en las que el conocimiento sobre la pintura italiana del momento del Greco queda patente. Posteriormente, se trasladaría a Italia y de ahí a España, lugares en los que empezaría a definir más intensamente su estilo propio.

Más que en Italia, donde adquiere el color y el análisis de la luz característico de la pintura veneciana, será durante sus años en España donde el desarrollo de una gran variedad de piezas de temática religiosa y retratos, le proporcionen la ocasión para iniciar un estudio pictórico más profundo para traspasar con la pincelada la lectura figurativa e ir al sentido místico y abstracto del cuadro. Esto lo consigue alargando el canon anatómico, pero teniendo siempre como referente la monumentalidad característica del Manierismo italiano, y dotando de reflexión a las miradas de los retratados, que nos recuerdan a las fórmulas empleados en los rostros bizantinos y venecianos.

Por ello, no es de extrañar que los artistas partícipes en la muestra Entre el cielo y la Tierra, ahonden en las mismas cuestiones pero con un lenguaje contemporáneo, dónde la figuración es prácticamente inexistente salvo en algunos casos de fotografía. Las reinterpretaciones de los doce creadores se distribuyen a lo largo de las seis salas haciendo alusión en algunos de sus títulos a pinturas determinadas del Greco. La muestra se abre con la obra Sin título ( Berlín II) de Cristina Iglesias, que abre el paso hacia la primera sala en la que se encuentran las obras Sagrado Corazón en vos confío de Luis Gordillo, El cardenal Don Fernando Niño Guevara de Carlos León, Cenital 1 y Cenital 2 de Din Matamoros, y las dos obras de Secundino Hernández, Secular Breeze, quién las describe como “el color corresponde a la idea de introducir el proceso pictórico en la superficie del lienzo, trabajado sobre la tela creo un mundo propio en sí que dialoga con la línea, con la estructura del dibujo(…)  la referencia del Greco está en la actitud de no tener miedo a dar a mostrarlo todo, al introducir la paleta dentro del lienzo o la limpieza de los pinceles”.

En el segundo espacio se exponen EG1 de José Manuel Broto, Vista y plano de Toledo de Marina Nuñez, Laocoonte de Pablo Reinoso quién se basa en la contorsión y dinamismos de los cuerpo de la obra del Greco titulada de la misma forma, y por último dos cuadros de la serie El Greco revisitado en Borox de Jorge Galindo “ con esta serie quería abstraer las imágenes del Greco tapando las cabezas por las manos y los brazos del Greco para activar estas partes de la anatomía tan importantes en su obra(…)” apunta el artista. Finalmente, la exposición se cierra con las fotografías Konstantina, María y Magdalena de Pierre Gonnord y Sin título Terrado 2 de Monstserrat Soto y Entre dos mundos de Dario Villalba. También a todas ellas se suman la pintura de San Jerónimo del Greco perteneciente a Real Academia de Bellas Artes y las seis versiones de Joan Fontcuberta sobre la obra del cretense El caballero de la mano en el pecho. Estas se reproducen en pequeñas fotografías de Joan Fontcuberta, donde introduce elementos de su anatomía para poner a prueba al espectador sobre la visión tan asimilada que se tiene en esta imagen tan popular.

Para los lectores interesados en el número 181 de Descubrir el Arte, se publicó un reportaje sobre el Greco y la celebración del IV centenario de su fallecimiento.

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