Modigliani retorna a la Toscana

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Con motivo del 130 aniversario del nacimiento del artista, el próximo 3 de octubre se inaugura en el Palazzo Blu de Pisa una exposición monográfica del pintor bohemio más internacional de Italia

Amedeo Modigliani en su estudio en 1915.

Amedeo Modigliani en su estudio en 1915.

El presente año está colmado de celebraciones para la cultura italiana. Durante todo el verano, y aún en estos días, se puede disfrutar en grandes ciudades, como Florencia y Roma, de distintas muestras que vigorizan el genio de Miguel Ángel, debido a que se cumplen 450 años de su muerte. Su inmensa fama caló en artistas extranjeros que se formaron bajo la luz de sus obras, como puede ser el Greco, el cual también se recuerda en distintos lugares de España por los cuatro siglos que nos separan de su fallecimiento. Precisamente, es en la exposición organizada en el Museo Nacional del Prado titulada “El Greco y la pintura moderna”, donde se revela al gran público la influencia que el artista griego ejerció sobre la cultura plástica tras su redescubrimiento en el siglo XIX. Entre las obras que conforman la sección de Picasso y el Cubismo —que pueden visitarse hasta el 5 de octubre—, se aprecian no sólo creaciones del malagueño, sino también de otros contemporáneos afines a su estilo, como Modigliani.

Un simple golpe de vista a la pintura titulada Paul Alexandre ante una vidriera de este último artista italiano, es suficiente para comprender como una de las obras maestras de El Greco, El caballero de la mano en el pecho, le valió de fuente de inspiración directa y de sentido tributo. Esta genial versión nos sirve de estímulo al público español para visitar en octubre el Palazzo Blu de Pisa, en donde se está organizando una importante exposición que repasa la vida y la producción del artífice maldito nacido en Livorno, Amedeo Modigliani.

Cabeza femenina, por Modigliani, 1912, París, Centro Pompidou.

Cabeza femenina, por Modigliani, 1912, París, Centro Pompidou.

En las impresionantes estancias del palacio se podrá contemplar cronológicamente la evolución en el quehacer de Modi, en una interesante retrospectiva desde sus primeras incursiones de su periodo de formación en su ciudad natal, así como en la Scuola libera di Nudo de Florencia y en el Instituto de Arte de Venecia, hasta sus últimas consecuencias poco antes de su prematura muerte con treinta y cinco años en París. Precisamente será en la capital francesa donde estalle su genio y se produzca su periodo más fecundo, encontrando un estilo único derivado de la composición de formas geométricas, siendo el alargamiento de los cuellos en los retratos su huella de identidad imperecedera. Su larga estancia en la ciudad del Sena está representada en esta ocasión en varias secciones, comenzando por sus primeras impresiones pictóricas derivadas del impuesto Realismo de comienzos del siglo XX.

Para la sección Cabezas esculpidas y «el templo del placer”, llegan prestadas desde el Centre Pompidou varias Cabezas de mujer, talladas en piedra en torno a 1911 con una fuerte impronta del arte africano, en el que se sumerge en su primer momento parisino, tras la visión de las piezas de este exótico continente expuestas en el Museo del Hombre, donde se hallaba en ciernes la inspiración para la creación del Cubismo, así como del fruto de su admiración por Paul Gauguin. Además, se cubrirá la proximidad entre estas obras y la del artista Constantin Brancusi, del que se expondrá sus famosas Princesa X y Mademoiselle Pogany III, entre varias series de sus fotografías.

Mademoisille Pogany III, por Brancusi.

Mademoisille Pogany III, por Brancusi.

El mayor apartado está reservado a La “plenitud” de Modigliani, que puede datarse entre 1914, cuando renuncia a la escultura, y su muerte en 1920, etapa en la que se dedica casi en exclusividad al retrato. Todos los efigiados comparten los rasgos que hacen único el estilo del pintor, como las caras alargadas sobre cuellos prolongados, con los ojos almendrados y bocas pequeñas, que junto con la aplicación del color plano y contrastado, consigue “máscaras” que extraen del alma el yo interior de cada uno de los protagonistas. En estas piezas se intuye perfectamente su intención de situar al hombre y su sufrimiento en el centro de su preocupación artística, debido principalmente a la intensificación de todos los problemas derivados de su enfermiza vida, encontrando así un sitio entre los artistas malditos más representativos. Conforman estas salas retratos espectaculares como el de Gaston Modot, el Giovane ragazzo rosso, y el magnífico Retrato de Dèdie, pertenecientes a la colección del Centre Pompidou.

En el final de la exposición asistimos a una serie de piezas de otros artistas que ilustran el contexto pictórico del barrio de Montparnasse en el que se movía. Muchos de ellos pertenecientes a la llamada Escuela de París, como Pablo Picasso, Marc Chagall, Chaim Soutine, Juan Gris, Raoul Dufy entre otros.

Giovane ragazzo rosso, por Modigliani, 1919, París,  Centro Pompidou.

Giovane ragazzo rosso, por Modigliani, 1919, París, Centro Pompidou.

Esta delicada y exquisita muestra, que podrá visitarse hasta el 15 de febrero de 2015, está comisariada por el experto en el artista Jean-Michel Bouhours, y viene precedida de otra titulada “Modigliani, Soutine y los artistas malditos”, organizada el año pasado en el Palazzo Reale de Milán, completándose así un interesante ciclo sobre el dandy italiano por excelencia.

Rafael JAPÓN

 

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