Una visión total de Joaquín Torres García: un artista filosófico

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La galería Leandro Navarro de Madrid ha inaugurado el 22 de enero una exposición monográfica que muestra los óleos en madera, los dibujos y los juguetes que realizó este artista uruguayo. Hasta el 1 de marzo

Joaquín Torres García (Montevideo, 1874-1949) fue un destacado pintor, escritor, profesor, escultor y teórico del arte uruguayo. Creó el Universlismo constructivo, una manera de hacer y ver el arte que defiende la comunión del ser humano con el orden cósmico, esto se resume perfectamente en su obra en piedra Monumento cósmico, que se encuentra expuesto en los jardines del Museo Nacional de Artes Visuales de Montevídeo (Uruguay). En 1944 publicó el libro Universalismo constructivo, donde recogía 150 conferencias que había impartido en su país de 1934 a 1943, y cuyo subtítulo, «Contribución a la unificación del arte y la cultura de América», es toda una declaración de intenciones.

En 1942 creó en Montevídeo el Taller Torres García, llamada La Escuela del Sur, en el que además de taller del propio artista se convirtió en un movimiento artístico y un lugar de referencia en el país, donde se realizaron emblemáticas exposiciones y se impartieron conferencias. Por los talleres de esta escuela pasaron artistas como Dayman Antúnez, Héctor Ragni, Julio U. Alpuy, Gonzalo Fonseca o los hijos del propio artista, Horacio y Augusto.

“Perspectiva”, tinta sobre papel, 10,7 x 6.5 cm, 1947. Arriba, "Constructivo en cinco colores", óleo sobre madera, 22,5 x 33,6 cm, 1929, Procedencia: Marcos Augusto Torres-Andrada.

“Perspectiva”, tinta sobre papel, 1947, 10,7 x 6,5 cm. Arriba, «Constructivo en cinco colores», (detalle), óleo sobre madera, 1929, 22,5 x 33,6 cm, Procedencia: Marcos Augusto Torres-Andrada.

El artista siempre había buscado una forma de expresar de manera simplificada los conceptos de la realidad, es decir, transmitir una idea o un mensaje a través de signos que admitieran distintas lecturas según la subjetividad del espectador.

En esa búsqueda de la simplicidad y de un lenguaje universal que aunase todas las formas plásticas, el arte absoluto, el artista se había empapado en Europa, donde llegó con solo dieciséis años y permaneció hasta los sesenta, de todos los movimientos artísticos como el cubismo, primitivismo, surrealismo, pero también del arte universal del pasado, como el colombino e incluso había rescatado la proporción áurea de los árabes.

Sus estilos creativos

Con poco más de veinte años dominaba a la perfección la práctica académica de la pintura que había aprendido en España. En Barcelona encabezó, influenciado por Puvis de Chavannes y la colaboración de Eugenio d’Ors, un arte mediterráneo inspirado en Grecia y Roma, pintando frescos que recordaban el espíritu bucólico de Virgilio.

Pero enseguida abandona esa pintura nostálgica para adentrarse de lleno en la modernidad, donde sus obras plasman la ferocidad y la delirante vida moderna. Esta etapa culmina en 1928, y que algunos teóricos del arte han dado en llamar «el divino 28» por la cantidad y calidad de sus obras.

Entre finales de 1929 y principios de 1930 encuentra su propio estilo: el consructivismo, teoría que recoge en el libro Dessins, el manifiesto más antiguo de este movimiento.  En dicho manifiesto Torres García llega a decir: ‘’Algo que yo sé bien es que me interesa más un museo etnográfico que un museo de pintura. El hombre de las catedrales ha pasado; el hombre de hoy construye máquinas. Grandes puentes metálicos. Grandes transatlánticos. Y usinas”.

“Pájaro”, 1924, jJuguete en madera pintada. 12,8 x 14,8 x 1.1 cm.

“Pájaro”, 1924, jJuguete en madera pintada. 12,8 x 14,8 x 1.1 cm.

Y eso lo dice «uno de los más grandes pintores de nuestro tiempo, luchando contra sí mismo y contra lo que más quería. La pintura –la que tanto le había dado y a la que había entregado su vida–, ese artilugio de nigromancia, que pretendía apresar la luz con el conjuro de sus sombras ilusorias (…), se convirtió en la gran tentación diabólica, en el pecado original de que había de purificarse para enontrar el arte verdadero. Torres García, que era capaz de contradecirse como el mejor, no insistió mucho tiempo en esas negaciones, aunque conservó algo de su esencia: entre tantas pinturas particulares era necesario dar con una pintura universal que contuviera toda la pintura; encontrar una dimensión en la que armonizaran una catedral, un puente metálico y un transatlántico», como dice Guido Castillo en el catálogo de esta exposición a propósito de las contradicciones de este artista y a su búsqueda incesante del arte total.

Recorrido por la exposición

La retrospectiva que ahora presenta la galería Leandro Navarro da una visión muy completa del artista con obras procedentes de museos, colecciones particulares y del Museo Torres-García de Montevídeo. Está articulada en tres ejes.

En la primera parte, «Maderas», se pueden ver los óleos sobre madera realizados en su etapa europea, hay obras que van desde 1929 a 1932, entre las que destacan los soberbios Construcción con hombre y objetos (1930), Tabla de madera con tira roja (1932), Constructivo en cinco colores (1929).

«Dibujos» muestra obras en papel que van de 1928 a 1947, como Constructivo abstracto (1928), Figura constructiva (1929), la maravillosa Portada Sur Estetoplástica, Constructivo con gran copa (1935), Figuras animosas (1935) o Perspectivas (1947).

En «Juguetes» se exponen piezas realizadas en madera, las más antiguas (1917-19) son coches y camiones (Coche negro y rojo Camión lechero), de 1922-24, Soldado americano o Hombre de Nueva York), y de 1924, Loro, Pájaro, Pájaro verde, Chancho o Elefante, entre otros.

 

 

 

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