Entre artistas y profetas

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El Schirn Kunsthalle de Fráncfort ha organizado una singular exposición sobre artistas profetas. Se fija en los cien años que van de 1872 a 1972 y reúne cerca de 400 obras: pinturas, dibujos, litografías y diversa documentación, expresivos de una forma de actuar influenciada por corrientes metafísicas y filosóficas, y encaminada a provocar cambios personales, religiosos o sociales. Abierta desde el pasado 6 de marzo, se puede visitar hasta el 14 de junio

Cuentan desde el Schirn Kunsthalle que el tema que ocupa a esta exposición: Artistas y profetas. Una secreta historia de Arte Moderno 1872-1972, es un capítulo olvidado en la historia del arte, un asunto descuidado y al que no se ha prestado la atención y estudio que merece. Comisariada por la historiadora del arte Pamela Kort, toma como inicio 1872 y un movimiento de artistas profetas de habla germana considerados disidentes religiosos y revolucionarios sociales, entre los que se encuentran Karl Wilhelm Diefenbach, Gusto Gräser, Gustav Nagel, Friedrich Muck-Lamberty o Ludwig Christian Haeusser. Muy carismáticos, congregaron a su alrededor a seguidores que se guiaban por sus opiniones en lo relativo a problemas individuales, sociales o económicos; también fue destacable su influencia en el plano artístico, aunque con el tiempo fueron cayendo en el olvido.

La exposición los recupera para mostrar  conexiones entre artistas naturalistas, otros que se rodeaban de un halo espiritual y se identificaban con un cristianismo revolucionario (Johannes Baader, 1876-1955, o Heinrich Vogeler, 1872-1942) y artistas de la vanguardia como Egon Schiele, Joseph Beuys o Friedensreich Hundertwasser. 

169 Sangre flotando en un círculo y yo tengo una bicicleta, por Friedensreich Hundertwasser, 1953, óleo sobre tablero, caliza, zinc y cola, 51 x 54,5 cm.

169 Sangre flotando en un círculo y yo tengo una bicicleta, por Friedensreich Hundertwasser, 1953, óleo sobre tablero, caliza, zinc y cola, 51 x 54,5 cm.

Ambiciosa, la muestra reúne obras de la National Gallery de Praga, el Leopold Museum  y Hundertwasser Stifung, ambos en Viena, el Centre Pompidou de París, el Kunsthaus de Zürich, el Staatliche Museum de Berlín y numerosas colecciones privadas. Además de pinturas, dibujos y litografías, expone documentación que permite contextualizar sociológica e históricamente el largo periodo que comprende.

Mostramos algunos ejemplos. Desde el museo señalan que en las obras del checo František Kupka (1871-1957) se reconoce las enseñanzas de Diefenbach (1851-1913). Este último es considerado el primer artista-profeta alemán y conocido como el Apostol Vegetariano, De él, tras vivir durante un tiempo en su comuna, Kupka asumió la convicción de que el arte debía orientarse hacia la espiritualidad.

Hugo Höppener, conocido como Fidus, también fue discípulo de Diefenbach y pasó alguna temporada en su comuna. Nunca se reconoció a sí mismo como un profeta, formalizó en sus obras de arte su pensamiento, conformado por sus estudios de teosofía y por su relación con intelectuales de la época. Sus arquitecturas utópicas han tenido mucho influjo en realizaciones posteriores.

Templo de la Tierra, por Fidus, 1901, impresión, 40 x 50 cm.

Templo de la Tierra, por Fidus, 1901, impresión, 40 x 50 cm.

Presentando a un Egon Schiele (1890-1906) que se veía a sí mismo como un visionario y un profeta, la muestra recuerda que el artista austriaco estuvo «rodeado» por la influencia de los profetas. Su agente y amigo Arthur Roessler conocía bien las ideas de Diefenbach, Fidus y Kupka, e introdujo al artista en la teosofía, el budismo y la parapsicología. Además, muchos artistas de su círculo fueron seguidores de Gusto Gräser (1879-1958), el poeta y profeta naturalista que en el Monte de la Verdad defendía una cultura basada en la naturaleza y en la no violencia.

De Joseph Beuys (1921-1986), el poeta y crítico de arte Edward Lucie-Smith escribió que «la misión de Beuys, tal y como él la veía, era ofrecer a la sociedad una forma de terapia moral, social y psicológica, pero no necesariamente una forma de estímulo visual». Defendió el arte como capital social y promovió actuaciones efímeras que lo que pretendían era ser impulsos para la reflexión. En Nosotros somos la revolución el artista alemán es fotografiado mientras se acerca con zancadas seguras hacia la cámara. Ocurre en la isla de Capri, justo donde Diefenbach pasó los últimos años de su vida.

La revolución somos nosotros, por Joseph Beuys, 1972, prototipo en lámina de poliéster, con texto escrito, sellado, 191 x 100 cm.

La revolución somos nosotros, por Joseph Beuys, 1972, prototipo en lámina de poliéster, con texto escrito, sellado, 191 x 100 cm.

 

 

 

 

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