Una nueva Erin Brockovich

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Hoy se estrena La dama de oro, una película comercial del director británico Simon Curtis. Para los amantes del arte tiene el interés de abordar un tema poco tratado en el cine: los expolios que han enriquecido las salas de los museos

La dama de oro, la nueva cinta de Simon Curtis que hoy llega a nuestra cartelera, tiene mucho más en común conla_dama_de_oro_34963[1] Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000) que con la película que espera descubrir quien asiste a su proyección respondiendo al reclamo que supone el cuadro al que alude el título. Es decir, más que de una cinta en la que un cineasta se acerca al universo de un artista o a su creación de determinada obra -Gustav Klimt, el autor de Retrato de Adele Bloch-Bauer I, que es como verdaderamente se llama el lienzo, ni siquiera aparece- se trata de otro filme comercial norteamericano sobre un personaje que consigue lo que en principio parece imposible. Esto no es Mr Tuner (Mike Leigh, 2014), por poner un ejemplo reciente de cinta sobre un pintor.

Exactamente igual que Erin Brockovich -Julia Roberts en la película homónima-, la pleiteadora más popular de EE UU, fue capaz de ganar la denuncia colectiva contra la compañía Pacific, Gas & Electric por contaminar el agua de un pueblo llamado Hinkley, María Altman (Helen Mirren) logrará recuperar La dama de oro, cautiva del estado austriaco. La obra le fue robada a su familia por los nazis y, al cabo de los años, se exhibe de forma deshonesta en la Galería Belvedere de Viena, donde está considerada la Mona Lisa del país.

Ryan Reynolds, Helen Mirren y Daniel Bruhl en La dama de oro.

Ryan Reynolds, Helen Mirren y Daniel Bruhl en La dama de oro.

La historia, que cobró actualidad cuando en 2006 el cuadro se convirtió en una de las pinturas más valiosas del mundo, es sobradamente conocida por todos. Como también lo es ese sentimiento que propone Curtis, quien ni siquiera duda en utilizar recursos tan manidos y sensibleros como el de llevar las secuencias a la emoción espontánea y colectiva de la figuración cuando quiere emocionar a sus espectadores. Verbigracia: la del fallo final en favor de Altman.

Max Irons y Tatiana Maslany en La dama de oro.

Max Irons y Tatiana Maslany en La dama de oro.

Cinta de vocación claramente popular -aunque la pintura de Klimt en modo alguno lo sea por más célebre que se haya hecho de un tiempo a esta parte-, en buena lógica, su narración discurre de un modo lineal, sin más florituras que los flash-back que nos muestran el pasado vienés de María Altman. Lástima que en ellos no se abunde en toda la riqueza cultural de la Viena de esos días y no se vaya más allá de la barbarie con la que irrumpieron allí los nazis.

Con todo la película, que a buen seguro complacerá a quienes gusten del cine comercial estadounidense, también reviste interés para los aficionados al arte. Es una de las pocas que tratan sobre los expolios que desde siempre han aumentados los fondos museísticos. Si mañana se decidiera devolver a sus legítimos propietarios cuanto llegó a ellas como botín de guerra, las grandes salas verían reducidas sus colecciones considerablemente. Bien es verdad que los nazis, que tenían como jefe a un pintor frustrado, se aplicaron con singular afán en estas rapiñas. Pero la Grand Armée de Napoleón le fue a la zaga. Desde siempre, el arte, fue uno de los más preciados botines de guerra.

ImprimirTambién hay que alabar en Curtis su interés por demostrarnos que la gran mayoría de los austriacos recibieron a los nazis con flores y el mismo entusiasmo con que los alemanes votaron a Hitler democráticamente, algo que se suele obviar en el relato de aquellos días aciagos. Y lo hace además sin olvidar que frente a esos austriacos, que aún ahora prefieren que nadie les recuerde aquel horror para seguir ignorándolo, hay otros como Hubertus Czernin -el personaje interpretado por Daniel Brülh- que al día de hoy prefieren denunciarlo y, así, en la medida de lo posible, repararlo.

Javier MEMBA

 

One Reply to “Una nueva Erin Brockovich”

  1. Carlos TV dice:

    Hola,

    Hoy mismo hay un artículo en El País «30 castillos de leyenda» en el, a través de una fotogalería, presentan 30 castillos situados en distintas localidades españolas y, de cada uno, hacen una pequeña descripción física e histórica. Sobre uno de ellos, habla de que «poseía» un magnífico patio central de mármol blanco y dice: «… que fue vendido en 1904, y puede verse hoy en día n una sala del Museo Metropolitan de NYC». En fin… En el nº167 de la revista se trata el tema del expolio en españa.
    Un saludo

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