Rosario Weiss: la pupila de Goya

Retrato-de-Goya-1828.-Inv.-10621.jpg

Una pequeña pero esclarecedora muestra en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid exhibe un total de 37 obras de la primera artista española que vivió de su trabajo como pintora. Además de dar a conocer al público la figura de una fascinante mujer, la muestra es fruto de un gran trabajo de investigación llevado a cabo por Carlos Sánchez Díez que ha permitido ampliar de 8 a 58 el número de dibujos de la colección de este museo atribuidos a la pintora. Hasta el 29 de junio

Este trabajo investigativo que ha llevado a cabo Carlos Sánchez Díez de los dibujos de Rosario Weiss en la colección de la Fundación Lázaro Galdiano en 2014-2015 surgió a raíz de la exposición Goya y lo goyesco que tuvo lugar en 2003 en Caja Segovia. En el catálogo que escribió José Álvarez Lopeda había un capítulo dedicado a la artista, que según el propio Sánchez Díez es “lo mejor que se ha escrito sobre esta Rosario Weiss, que aunque no es muy conocida para el público, sí lo es para los historiadores del arte”.

Este trabajo ha permitido ampliar hasta 58 el número de dibujos de esta artista en la colección del Museo Lázaro Galdiano –en su mayor parte estudios y bocetos–, en la que hasta ahora solo se habían atribuido 8 dibujos y un álbum con la copia de Los Caprichos de Goya. Pero además, ha servido para identificar algunos de los retratatados que figuraban como anónimos.

Pantera, Burdeos, de Rosario Weiss y Francisco de Goya, h. 1824, lápiz litográfico sobre papel. Arriba, Retrato de Goya, de Rosario Weiss, Burdeos, 1828, lápiz negro sobre papel, 153 x 108 mm. Todas las imágenes, pertenecientes al Museo Lázaro Galdiano.

Pantera, Burdeos, de Rosario Weiss y Francisco de Goya, h. 1824, lápiz litográfico sobre papel. Arriba, Retrato de Goya, de Rosario Weiss, Burdeos, 1828, lápiz negro sobre papel, 153 x 108 mm. Todas las imágenes, pertenecientes al Museo Lázaro Galdiano.

Con un total de 37 obras, la muestra Dibujos de Rosario Weiss en la Colección Lázaro es una manera por un lado de reivindicar a una mujer independiente, que a pesar de su corta existencia, vivió de su trabajo como artista, disfrutó en vida de gran reconocimiento como retratista, copista y litógrafa en un mundo de hombres y, por otro, mostrar una colección que por problemas de conservación no se suele exponer. Los dibujos los adquirió Lázaro Galdiano directamente a las sobrinas y herederas de Rosario Weiss.

Conocida sobre todo por su estrecha relación con Goya, con quien convivió más de diez años en Madrid y después en Burdeos. Fue alumna del maestro aragonés cuando era una niña, con quien aprendió a dibujar. También se ha especulado mucho si fue hija de Goya, pero no hay constancia probada de este hecho, como tampoco lo hay de que fuera la modelo del cuadro La lechera de Burdeos.

 

Semblanza de Rosario Weiss

Nació en Madrid en 1814, sus padres eran Leocadia Zorrilla e Isidoro Weiss. Fue un matrimonio de conveniencia, con buena posición económica, tuvieron tres hijos. Cuando nace Rosario ya están separados, una separación muy dramática para Leocadia, que incluso fue llevada a jucio por su marido acusada de adulterio. Y, como era habitual en esa época, sin derecho a recuperar los bienes y el dinero que había aportado al casarse con Weiss.

Dromedario con su guía, de Rosario Weiss y Francisco Goya, h. 1824, lápiz litográfico sobre papel.

Dromedario con su guía, de Rosario Weiss y Francisco de Goya, h. 1824, lápiz litográfico sobre papel.

Leocadia tiene que buscar trabajo, y lo hace como ama de llaves de Goya, con quien, según datos del Prado, en 1815 ya convive con dos de sus hijos (Guillermo y Rosario), el otro se queda con el padre; aunque según otros investigadores no es hasta 1820 que se traslada a vivir con Goya a la Quinta del Sordo. Lo que sí es seguro es que comienza una relación amorosa entre el pintor y Leocadia. Otros autores, han especulado que la relación comenzó antes y que Rosario puede ser hija de Goya.

Rosario comienza a aprender a dibujar junto a Goya, “eso está probado por una fabulosa necrológica de tres páginas completas que escribió Juan Antonio Rascón y que publicó originalmente en la Gaceta de Madrid (20-IX-1843), aunque luego se repitió resumido en el Semanario Pintoresco, a la muerte de Rosario en noviembre de 1843, que aporta muchos datos fidedignos como se ha podido comprobar por la documentación que se tiene”, comenta el comisario de la muestra Carlos Sánchez Díez. En ella se afirma que con siete añitos, Goya enseñaba a dibujar a Rosario, y para ello le “hacía plantillas, esbozos a lápiz, a pluma, que luego ella retrazaba, o cómo el maestro hacía esbozos de dibujos que luego ella copiaba a la derecha”.

De estos dibujos hay una gran colección en la Biblioreca Nacional que antiguamente eran atribuidos al propio Goya y que gracias al trabajo de investigación llevado a cabo por López Rey en los años cincuenta se supo que eran dibujos de colaboración entre Goya como maestro y Rosario como alumna.

Del cariño que Goya sentía por Rosario, dan fe las cartas que que Goya escribió, como en la que dirige a un profesor de dibujo de París para que la acepte como su pupila, “mi Rosario, trátela como si fuese mi hija”.

Caricatura masculina, de Rosario Weiss y Francisco de Goya, Madrid o Burdeos, 1821-1824, lápiz negro sobre papel.

Caricatura masculina, de Rosario Weiss y Francisco de Goya, Madrid o Burdeos, 1821-1824, lápiz negro sobre papel.

Dos años antes de morir, Goya consigue que entre en la escuela de dibujo y de litografía de Pierre Lacour (1778-1859) en Burdeos. Con él adquiere una formación más académica, neoclásica, que es el estilo que va a marcar toda su carrera, también aprende el arte de la litografía.

Cuando Goya muere en abril de 1828, Rosario tiene 14 años. La familia se queda en la indigencia porque el pintor no deja nada en su testamento para ellos. Tampoco pueden regresar a España porque Fernando VII está llevando a cabo una verdadera criba de los liberales y Leocadia y su familia son liberales, de hecho su hijo Guillermo se había alistado en una sección infantil de las Milicinas Nacionales y en 1830 participa junto a Espoz y Mina en la incursión en Vera del Bidasoa. Así que Leocadia pide ayuda al Estado francés, que le concede una ayuda como exiliada política.

En 1833, a punto de morir Fernando VII, se declara una amnistía, regresan a España y se instalan en Madrid. Es en estos momentos cuando comienza la carrera profesional (remunerada) de Rosario Weiss. Para poder subsistir se dedica a copiar obras de los grandes maestros del Prado y de la Real Academia de San Fernando, “se sabe que el secretario de la Embajada británica le encarga copiar muchos cuadros de Goya, Van Dick o Murillo”, comenta Sánchez Díez. Una actividad que estaba bien pagada y que estaba muy de moda en la epoca.

En esta labor como copista hay un punto oscuro, parece ser que trabajó también durante tres años para el anticuario Serafín García de la Huerta, “que le proporcionaba lienzos antiguos para vender esos cuadros en el extranjero como originales, aunque esto también nos habla de que debía ser una excelente copista”.

En 1837 se funda el Ateneo Artístico y Literario de Madrid, del que se hizo socia enseguida y participa en las exposiciones y en las sesiones de competencia, donde los jueves o los domingos, los socios trabajan en directo (hacían retratos, apuntes al natural). Hizo muchísimos retratos a lápiz que luego litografiaba de literatos, como Larra, Zorrilla o Espronceda.

Mujer leyendo, de Rosario Weiss, Burdeos o Madrid, 1830-38, lápiz negro sobre papel, 256 x 200 mm.

Mujer leyendo, de Rosario Weiss, Burdeos o Madrid, 1830-38, lápiz negro sobre papel, 256 x 200 mm.

En 1840 fue nombrada miembro de la Real Academia Academia de San Fernando. Le favoreció el período liberal en España y, sobre todo, Argüelles, que era el tutor de las hijas de Fernando VII, la futura Isabel II y Luisa Fernanda. Quien la recomendó como profesora de dibujo de las infantas a Manuel José Quintana, ayo-instructor también de las infantas.

En febrero de1842 consigue esta plaza como profesora con una muy buena remuneración, 8.000 reales anuales. Aunque ya había ejercido como profesora de Isabel y Luisa Fernanda desde 1841, como Benito Pérez Galdós recoge en los Episodios Nacionales, en concreto se refiere a la tarde del 7 de octubre de 1841: “De regreso a palacio les dieron de cenar a Isabel y Luisa Fernanda y luego emplearon un ratito en la lección de música bajo la dirección de la profesora doña Rosario Weiss, el maldito solfeo era un aburrimiento para las niñas y la maestra tenía que desplegar toda su bondad y su dulzura para contener la insubordinación que a menudo se manifestaba con síntomas alarmantes; al fin, estas transigían, compensando la aridez del solfeo con las canciones facilinonas aprendidas de memoria al piano…”.

Fue una lástima que murise tan joven, con solo 29 años, justo en el momento en que comenzaba disfrutar de reconocimiento como artista. Y uno no puede dejar de preguntarse hasta dónde podría haber llegado. Y lo más importante, a pesar de su corta vida, dejó una gran cantidad de obras, también muchos paisajes, lo que da medida de que trabajó muchísimo y de que empezó desde muy joven su carrera.

 

Recorrido por la exposición

La muestra está dividida en cinco ámbitos.

Retrato de Ramón Mesonero Romanos, de Rosario Weiss, Madrid, h. 1842, lápiz negro sobre papel, 165 x 125 mm.

Retrato de Ramón Mesonero Romanos, de Rosario Weiss, Madrid, h. 1842, lápiz negro sobre papel, 165 x 125 mm.

Formación junto a Goya en Madrid y en Burdeos (1821-28). Dibujos de animales y caricaturas siguiendo modelos trazados por su maestro y que Rosario redibujaba encima, junto a varios retratos de Goya y una excelente versión del Autorretrato del pintor que se conserva en el Museo del Prado, que es de nueva atribución a Rosario Weiss como resultado del trabajo investigativo.

Pequeño retrato. Actividad por la que obtuvo un mayor reconocimiento. Además de los escritores del romanticismo que mencionamos anteriormente, hay que destacar el de Mesonero Romanos, Mariátegui, Quintana o los condes de Oñate. Dentro de la labor de identificación de los personaje retratados de esta investigación hay un dibujo preparatorio para un retrato de una dama realizado en bronce que, según cree Sánchez Díez, puede ser un autorretrato de la propia Rosario Weiss; otro que siempre ha figurado como Retrato masculino, y que según el comisario, puede ser el retrato de su hermano Guillermo, o el de un personaje que aparece vestido con ropa medieval y que podría ser el retrato del famosísimo actor Julián Romea caracterizado de Macías, personaje que da título a una obra de José Larra.

Figura femenina, de Rosario Weiss, Burdeos o Madrid, 1830-38, lápiz negro sobre papel, 262 x 203 mm.

Figura femenina, de Rosario Weiss, Burdeos o Madrid, 1830-38, lápiz negro sobre papel, 262 x 203 mm.

Dibujos de moda. Este apartado nos descubre a una Rosario que demuestra gran interés por la moda. “En la década de 1830 España vive una verdadera eclosión de publicaciones femeninas (El mundo del hogar, La mujer elegante), pienso que estos cinco dibujos podrían estar destinados a este tipo de revistas que reproducían figurines en sus páginas –comenta Sánchez Díez–, por el tipo de dibujos, donde las cabezas solo están esbozadas (un dibujo muy moderno, casi sin terminar), y todo el protagonismo recae en el vestuario o en los sombreros, donde se reproducen con todo tipo de detalles.

Dibujos para litografías. Fue una reconocida litógrafa. Se exponen dos dibujos para La pasiega, litografía publicada en la revista del Liceo Artístico y Literario de Madrid (1838), de la que hizo tres ejemplares (dos en la Biblioteca Nacional y la otra en la Real Academia de la Lengua) y estudios para su Autorretrato y el de Mesonero Romanos. Estos dibujos preparatorios son muy importantes porque ilustran muy bien la cantidad de bocetos que hacía la artista hasta llegar a la litografía final.

La Pasiega, de Rosario Weiss, Madrid, 1838, lápiz negro sobre papel verjurado.

La Pasiega, de Rosario Weiss, Madrid, 1838, lápiz negro sobre papel verjurado.

Copias. Como ya hemos dicho antes fue una excelente copista. Entre ellas, se muestra una copia del álbum de Los Caprichos de Goya que realizó cuando solo tenía 10 años y estaba bajo la tutela del arquitecto y amigo del pintor Tiburcio Pérez, al tener que abandonar Goya Burdeos. Hay que destacar también una copia de La calesa de José Elbo.

Ojalá esta exposición ayude a que esta interesante mujer sea conocida también por el público en general y traspase el ámbito académico o del coleccionismo. Y es que en los últimos años sus obras se han revalorizado mucho. “Hace dos años Subastas Alcalá subastó varias obras de Rosario Weiss, entre ellas un retrato de Goya y un excelente retrato de una judía de Burdeos, este último lo adquirió el Estado y lo depositó en el Museo del Prado”, comenta Carlos Sánchez Díez sobre la valoración en el mercado del arte de esta independiente y luchadora mujer, que tuvo que abrirse camino en un mundo de hombres.

Ángela SANZ COCA

3 Replies to “Rosario Weiss: la pupila de Goya”

  1. Gracias por publicar un artículo sobre una artista tan desconocida, por lo menos para mí. Siendo la primera mujer artista que se ganó la vida trabajando con su arte, debería conocerse más, y se debería enseñar en los colegios cuando se explica historia del arte. Pero como siempre, las mujeres han estado y seguimos estando relegadas por los hombres.

  2. Pablo Santiesteban dice:

    Me ha gustado mucho el artículo. No conocía a esta mujer y su vida es azarosa, bueno como los tiempos en los que se vivían por esa época en España. Es curioso, que siendo liberales y antimonárquicos, acabase como profesora de Isabel II.

Responder a Carmen López Aguilar Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

scroll to top