Le Corbusier, el genio de la vida contemporánea

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Se cumplen 50 años de aquel día en que un ataque al corazón sorprendió a Le Corbusier en su baño matutino en las aguas mediterráneas de Cap-Martin. Medio siglo después su influencia sigue viva y sus innovaciones han sido pocas veces superadas

Maestro de la modernidad, supo entender como nadie los desafíos de la nueva sociedad y el avance vertiginoso de la tecnología. Artista en diversas disciplinas como pintura y escultura, fue la faceta de arquitecto la que mayor reconocimiento le reportó. En palabras de Enrique Domínguez Uceta en el número 180 de Descubrir el Arte: «Pilar fundacional de la modernidad, fue el estandarte visible de la apuesta por una disciplina que respondiese a las necesidades de la sociedad de masas. Propuso partir de las normas de un urbanismo planificado, priorizando el transporte, la higiene y la racionalidad constructiva, y supo combinar la gran escala con las necesidades del individuo.»

00 Croquis de la Villa Savoye por Le Corbusier. Arriba, Charles Édouard Jeanneret trabajando en Le Cabanon de Roquebrune Cap-Martin.

Sin duda, una de las claves del triunfo de la racionalidad del Movimiento Moderno fue la practicidad y la comodidad, el olvido de la grandilocuencia ornamentada innecesariamente. No obstante, su estética también marcó un hito en la Historia de la Arquitectura gracias a su comprensión de arquitectura y paisaje como un binomio, del que hoy día a veces se hace una interpretación simplista de «edificios horizontales y blancos» o de hormigón visto.

Nació con el nombre de Charles Édouard Jeanneret-Gris en 1887 en la localidad suiza de La Chaux-de-Fonds aunque tuvo nacionalidad francesa. El hecho de ser coetáneo al automóvil y al avión le facilitó la posibilidad de viajar continuamente y erigir sus 75 edificios hasta en doce países. Trabajó junto a su padre, quien cumplía el tópico de relojero suizo, y su vocación siempre fue la de artista pero no la de arquitecto. Era pintor y escritor, pero su maestro Charles L’Eplattenier no paró de insistirle en que sería arquitecto. No obstante, durante toda su vida, el propio Le Corbusier mantuvo: «Nadie es solo escultor, solo pintor o solo arquitecto. Toda creación artística está encaminada a la poesía».

La caída de Barcelona II, por Le Corbusier (Charles-Edouard Jeanneret), 1939. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

La caída de Barcelona II, por Le Corbusier (Charles-Edouard Jeanneret), 1939. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Se inició como arquitecto local, pero muy joven recorrió media Europa. Conoció a Josef Hoffmann, arquitecto de la Secesión Vienesa, al parisino Tony Garnier y a Auguste Perret, arquitecto que marcará su visión sobre la construcción en hormigón armado. A su vuelta a Suiza proyectó villas un tanto pintorescas, tanto como su nuevo aspecto con «esas gafas que le dan a uno un aire doctoral, o un aire de clérigo». Poco después se relacionó con Peter Beherns, maestro de Walter Gropius, y comenzó su admiración por la arquitectura industrial.

Villa Stein-de Monzie, por Le Corbusier, 1926-1928, Vaucresson, Francia.

Villa Stein-de Monzie, por Le Corbusier, 1926-1928, Vaucresson, Francia.

Alimentó su diccionario arquitectónico visual viajando a Asia Menor, Atenas, Rumanía, Bulgaria e Italia y siguió cultivando sus antiguas vocaciones, alentado por el pintor Amedée Ozenfant y el poeta Paul Dermée, junto a quienes fundó L’Esprit Nouveau en 1920. En ella consiguió las firmas de nombres tan importantes como Adolf Loos, Louis Aragon o Jean Cocteau. De doce de sus artículos nació Hacia una arquitectura, como un manual que recogía las ideas de un nuevo arte de construir que debía responder a las condiciones sociales, económicas y técnicas, resumida en la frase: «No hay ninguna vergüenza en tener una casa tan práctica como una máquina de escribir».

Villa Savoye en Poissy, por Le Corbusier, 1928-1931.

La Villa Stein (diseñada para el hermano de la marchante de arte Gertrude Stein) y sobre todo, la Villa Savoye, popularizaron la idea de casa purista que había diseñado Le Corbusier. La Villa Savoye es el paradigma de la arquitectura corbuseriana de la época, pues reunía los 5 puntos de la arquitectura, formulados en 1927. Erigida en Poissy, en el valle del Sena, la vivienda se sostiene sobre pilotis de un modo doblemente funcional: higiénico por estar elevado del suelo y adaptado a la vida moderna, por ser un espacio de acceso al automóvil. El interior del edificio es de planta libre, es decir, apenas hay módulo de separación más allá de columnas o tabiques, incluso hay una rampa que «une» los espacios. El siguiente punto que cumple es el de una fachada libre de elementos estructurales y decorativos, sobre la que se desarrolla una ventana corrida que permite una iluminación natural en el interior. Por último, una cubierta plana con jardín completa este modelo arquitectónico de Le Corbusier, que además constituye el primer monumento histórico catalogado del arquitecto en 1965.

Interior de Le Cabanon en Roquebrune-Cap-Martin, por Le Corbusier, 1951-1952.

A finales de la Segunda Guerra Mundial, Édouard Jeanneret estaba teorizando sobre la estandarización, de la que será fruto la revolucionaria Unité d’habitation de Marsella y la prefabricación. De sus reflexiones nació el concepto Modulor, un sistema de proporciones que huía del sistema métrico para acercarse a la dimensión humana: un hombre de pie, con el brazo levantado, el ombligo justo en el centro, en combinación con la proporción áurea. Tras las viviendas de Marsella construyó Le Cabanon de Vacances, un humilde refugio para su esposa y él a las orillas del Mediterráneo que consistía en una célula de 3,66 x 3,66 metros, realizada en madera bajo unos viñedos, con los elementos básicos para vivir.

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Dos monjes en el Convento de la Tourette, por Le Corbusier, 1953-1960.

Casi al mismo tiempo, durante los años 1951-1955 construía Notre-Dame-du-Haut en Ronchamp, lugar que estimuló a Le Corbusier a desarrollar una plástica muy diferente a la mantenida hasta ese momento. La cubierta parece un ala de avión atrapada en hormigón, mientras que los muros son independientes a ella gracias a los pilares de hormigón armado, que también permiten distinto grosor. En relación a las obras religiosas y como uno de sus últimos grandes proyectos, el Convento de la Tourette es una joya arquitectónica. Conjuga células habitacionales individuales con espacios de vida en común para los monjes dominicos, casi como los antiguos monasterios cistercienses. Habilita un claustro y deambulatorio cruciforme para el paseo y reflexión de sus moradores, acto que termina en una iglesia cuyo interior contrasta por su colorido frente a la austeridad del hormigón visto del resto del edificio.

Ya retirado a su celda eremítica que fue Le Cabanon disfrutó sus últimos días junto a su mujer hasta su muerte el 27 de agosto de 1965. Desde entonces descansa no lejos de su obra, apenas unos metros más arriba en el mismo Cap Martin de la Provenza francesa.

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Exterior de Le Cabanon.

Natalia de VAL NAVARES

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