Santuario natural, despertar creativo en Ibarrola

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Muñogalindo es un pequeño municipio del valle abulense de Amblés en el que aterrizó Agustín Ibarrola en el 2005 cuando en su lugar natal, el País Vasco, sufría la presión y amenaza de ETA. El paraje que envuelve este lugar de Ávila no sólo le proporcionó tranquilidad, sino que hizo despertar en él un impulso por iniciar un proyecto plástico bajo el planteamiento de que arte y naturaleza conviviesen en el transcurso del tiempo

Como el mundo rural que describe Miguel Delibes en sus novelas, el ritmo de la vida de este pueblo de Ávila lo marca la naturaleza que le rodea. El abastecimiento de los habitantes está asegurado con la explotación ganadera y agrícola. Por ende, el remanso de paz que se respira en Muñogalindo es una ventaja; sobre todo para aquellos que aterrizan de la mundanal y frenética gran ciudad. No es por esto de extrañar que Agustín Ibarrola, a sus ochenta y cinco años, no haya renunciado aún a residir largas temporadas para perderse entre los encinares de las dehesas. De sus preferidas es la de Garoza, propiedad de Alfredo Melgar, y que se extiende a lo largo de once hectáreas.Sus monumentales rocas zigzagueantes sobre el terreno, fruto del azar natural, impulsaron a este creador de larga trayectoria a intervenir ciento quince con su  lenguaje plástico.

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«El sol», proyecto Ibarrola en Garoza.

No era la primera vez que sentía el aunar arte con naturaleza. Previamente entre 1983 y 1987 realizó una serie de pinturas en la pineda del Bosque de Osma, en Kortezubi; también en El Bosque de O Rexo (Allariz, Orense), El Bosque de Olmos Secos (Salamanca), sobre Las Piedras de Ateaga (Bizkaia) o en Los Cubos de la Memoria (Llanes,Asturias). Como estética latente en todos estos trabajos, está la abstracción geométrica.

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«Ibarrola en Garoza».

Presente sobre todo en uno de los puntos álgidos de su carrera y dónde mejor se refleja esta característica: los trabajos realizados con su colectivo Equipo 57 en París en los años sesenta. Este grupo lo formaron los escultores Jorge Oteiza y Luis Aguilera, y los pintores Ángel Duarte, José Duarte, Juan Serrano, e Ibarrola. Aunque mucho se ha teorizado sobre sí la individualidad del artista desaparecía en las series conjuntas que producían, para el protagonista de este artículo no era así. «Yo sé perfectamente distinguir lo que hacían en pintura los Duarte de Juan Serrano; lo único, que para nosotros primaba más la investigación colectiva, comunitaria, a raíz de los grupos analíticos creados en las vanguardias».

La idea por tanto de pluralidad, de comunidad, de cultura en toda su extensión es la que al artista a la hora de producir más le interesa. En este proyecto de Garoza remarca la importancia de que la naturaleza estaba antes que los que vivimos ahora, y que  por ella han transitado grandes imperios y culturas como la celta y la romana. También la prehistórica, de la que queda rastro en el valle de Amblés en unas pinturas rupestres, y que por supuesto Ibarrola ha visitado.»Se trata de una gran inversión, en el sentido de convertir esta dehesa en un núcleo importante de actividad e intercambio cultural y natural para todo el que transite por ella.Igual que dejaron su huella acorde a sus tiempos otras civilizaciones, yo dejo la mía de acuerdo a lo que vivo. Y por esto una de las rocas está invadida de palomas, el símbolo de la paz y del arte contemporáneo, debido a la violencia y la destrucción masiva  que desuela muchas partes del mundo actual», explica Ibarrola.

Su obra además está inmersa en un paraje que durante el año sufre heladas, lluvias, así como insolaciones, por lo qué ninguna de las intervenciones podrá permanecer indiferente a los cambios climáticos.Está pensada para que mute junto al paisaje. Lo mismo que la construcción que se ha levantado en el recinto para albergar la función de punto de información para los visitantes. Su arquitecto,Iban Jaén, ha elegido la madera, un material de lo más sensible a las alteraciones atmosféricas en su superficie exterior.Por lo que nos explica Jaén, «es posible que el pequeño edificio acabe del mismo color grisáceo amarronado de los troncos de las encinas».

La conclusión sobre lo que ha propiciado este proyecto la impone el mismo Agustín Ibarrola: «Cuando uno ya no sabe más que responsabilizarse con la creatividad, es lo que explota.Porque la capacidad creativa es lo que más fuerte mantengo; de años y salud sin embargo ya no ando tan bien». Por esto mismo, su próxima actividad ya ha comenzado, una intervención en los acantilados de Garafía, en la isla de Palma.

Datos útiles:

Horario de invierno:  martes a domingo de 10:00 a 18:00

Horario de verano: martes a domingo de 10:00 a 20:00.

Para más información pinchar aquí.

 

S.VALVERDE

 

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