Los primeros pasos de Chagall

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La sede de la Colección del Museo Ruso en Málaga presenta una exposición en que la obra temprana del pintor, realizada antes de su abandono definitivo de Rusia en 1922, permite enfrentarse a la forja de su particular universo iconográfico y poético y compararlo con la obra contemporánea de otros colegas de los primeros momentos de la vanguardia rusa

Las exposiciones anuales por medio de las que la sede malagueña del Museo Ruso de San Petersburgo acerca al público español grandes aspectos panorámicos de su inmensa colección de arte nacional se completan con dos exposiciones temporales cada año. En ellas, a modo de viñetas, se vienen ilustrando hasta ahora aspectos monográficos del arte ruso del siglo XX, una de las grandes tradiciones del arte moderno a la que hasta hace veinte años no se tenía un acceso satisfactorio en los circuitos expositivos occidentales, puesto que el aislamiento respecto de ellos de las grandes colecciones rusas lo limitaban casi exclusivamente a la eventual discontinuidad de los fondos de museos y colecciones europeos y norteamericanos.

La última propuesta nos acerca a los inicios de la trayectoria de Marc Chagall (Vitebsk, Bielorrusia, 1887-Saint Paul de Vence, Francia, 1985), uno de los pintores más populares y más inclasificables del siglo XX. El título de la exposición –Chagall y sus contemporáneos rusos– puede inducir a cierta confusión, porque la muestra revisa sus años rusos, antes de su definitivo abandono del país en 1922, pero el contexto en el que lo hace es en realidad más restringido y se limita al de los artistas judíos como el propio Chagall en la Rusia de su tiempo.

Se han reunido así 58 obras de las que solo 16 son del artista de Vitebsk; el resto documenta la obra de doce artistas judíos rusos contemporáneos de importancia variable (Nathan Altman, Borís Anisfeld, Vladímir Baranov-Rossiné, Mijaíl Bloj, Robert Falk, Isaak Itkind, Yelena Kabicher-Yakerson, Oskar Meschaninov, Vera Prestel, Iosif Shkolnik, David Shterenberg y El Lisitski), más otros cuatro más antiguos e igualmente judíos (Mark Antokolski, Isaak Asknazi, Ilia Guintsburg y el primer maestro de Chagall en Vitebsk, Yehuda Pen). De este modo, la muestra aborda dos temas: por una parte, los primeros pasos de la forja del lenguaje chagalliano y, por otra, la eventual existencia de una especificidad judía en la tradición del arte ruso del siglo XX. Ambos son asuntos interesantes y en ambos casos el resultado es desigual.

En el número 211, «Los primeros pasos de Chagall», reportaje especial sobre la muestra. También en nuestro quiosco digital, para tabletas y ordenador.

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