Anders Zorn: el pintor del agua en movimiento

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El Petit Palais de París acoge una ambiciosa retrospectiva dedicada al gran maestro «impresionista» sueco compuesta por más de 150 obras que ofrecen un amplio recorrido por todas sus facetas artísticas: acuarelista, retratista, grabador y escultor. Hasta el 17 de diciembre

Tras la exposición dedicada en 2014 a Carl Larsson, el Petit Palais vuelve a abrir sus salas al otro gran maestro de la pintura sueca, Anders Zorn (1860-1920), un artista al que a pesar de disfrutar de gran reconocimiento en el París a finales del siglo XIX y principios del XX no se le había dedicado una muestra desde 1906.

Sobre estas líneas, Vacaciones de verano, 1886, acuarela © colección particular, foto de Hans Thorwid. Arriba, Regata, 1886, acuarela, colección particular. Todas las obras son de Anders Zorn.

Anders Zorn tuvo una vida digna de las mejores novelas. Nacido en Mora (Dalarma), una zona rural situada en el centro de Suecia, hijo natural de una campesina y de un cervecero alemán, fue criado por sus abuelos. Zorn muestra desde muy pequeño una gran habilidad para el dibujo y la escultura, unas cualidades que le abren las puertas de la Academia de Bellas Artes en Estocolmo, donde ingresa con 15 años. En 1881, por desacuerdos con su director, dimite y abandona Suecia rumbo a España, Londres y París. En una carta que escribe a un amigo, el pintor comenta que “España es ‘caliente’ y soleada, hay muchachas bonitas y mendigos pintorescos. Un verdadero paraíso para los pintores”.

En el jardín de la Alhambra, acuarela sobre papel, 1887, Mora, Museo Zorn.

En el otoño de 1882 se establece en Londres, en el distrito Mayfair, muy de moda en esa época, donde enseguida alcanza una gran reputación como excelente retratista y recibe numerosos encargos. Regresa a Suecia en 1885 para casarse con Emma Lamm, una joven de la alta burguesía de Estocolmo con la que se había comprometido en secreto en 1881. Su situación económica estaba ahora suficientemente consolidada como para poder fundar un hogar; además, dada la posición social de sus suegros, el pintor tiene acceso a una nueva clientela sueca.

Autorretrato de Anders Zorn, 1896, óleo sobre lienzo, 117 x 94 cm., Estocolmo, Nationalmuseum.

Bajo el título Anders Zorn, el maestro de la pintura sueca, la exposición está dividida en siete apartados temáticos que recorren todas las facetas artísticas de este “impresionista del Norte”. Los interesados en conocer más a fondo su obra y la de otros artistas representantes del impresionismo fuera de Francia, pueden hacerlo adquiriendo la revista DESCUBRIR EL ARTE núm. 206 en formato papel o el dossier en formato PDF LOS OTROS IMPRESIONISMOS.

Pintando el agua

Desde muy joven, Zorn es reconocido como un talentoso acuarelista, una técnica en la que destaca por los efectos que consigue plasmar al retratar el agua, como en su famosa Vacaciones de verano (1886). En contacto con el pintor sueco Egron Lundgren (1815-1875), Zorn aprende a utilizar todos los recursos de la acuarela, desde la más ligera de las pinceladas a las más opacas y pastosas que no dejan casi espacio en blanco en el papel. En 1880, expone en la Academia de Estocolmo una serie de acuarelas que despiertan la admiración general.

En una góndola, 1894, óleo sobre lienzo, Mora (Suecia), Museo Zorn. Fotografía: Lars Berglund.

Las acuarelas de Zorn, a menudo de un formato monumental, dan cuenta de los viajes de un pintor ambulante que, de oeste a este y de norte a sur, retrata rincones de ciudades como Constantinopla, Argel, St Ives (Cornualles), Hamburgo, sin olvidar la laguna veneciana o el archipiélago de Estocolmo. Como decíamos antes, es en sus vistas de puertos y marinas, donde Zorn sobresale al conseguir reflejar el movimiento del agua, como dice el propio artista “pongo las olas rompiendo la perspectiva”. A menudo, los personajes solo están ahí para enfatizar la grandeza y la belleza del elemento líquido.

Puerto de Hamburgo, 1891, acuarela sobre papel, 46.5 × 67 cm, Estocolmo, Nationalmuseum.

La década parisina

En 1888, Zorn se traslada a París para realizar el retrato del banquero Ernest May y sus hijos. Gracias a él conoció a personalidades del mundo político y artístico: Antonin Proust, Armand Dayot, la bailarina Rosita Mauri o el actor Coquelin, que con el tiempo serían sus clientes y amigos. Ese mismo año, el Estado francés compra Un pescador en Saint-Ives para el Museo de Luxemburgo, que el pintor sueco acababa de exponer en el Salón. Zorn se traslada a vivir al Boulevard de Clichy y envía siete obras a la Exposición Universal de 1889 y ese mismo año es nombrado Caballero de la Legión de Honor.

Efecto noctámbulo, 1895, óleo sobre lienzo, Suecia, Göteborg Konstmuseum.

En 1890, Zorn participa como miembro extranjero en el nuevo Salón de la Sociedad Nacional de Bellas Artes; al mismo tiempo, expone en galerías, como la de Georges Petit y Durand-Ruel. Triunfa en el salón de 1891 con 12 obras. En 1892 presenta su pintura Omnibus, que le hizo parecer un “revolucionario”, y en 1893 tuvo que descolgar de una exposición su Venus de la Villette, considerada por la crítica y el público como muy “chocante”.

Omnibus,1892, óleo sobre lienzo, Estocolmo, Nationalmuseum.

En 1895, Zorn participa junto a varios de sus amigos, Rodin, Whistler, Besnard y Thaulow, en la primera exposición de Art Nouveau en la galería Bing. En menos de diez años, Zorn se convierte en una figura muy prominente en la vida artística parisina con la que siempre se mantendrá en contacto.

Retratos de sociedad

Junto a Sargent, Carolus Duran y Boldini, Zorn es uno de los retratistas más demandados a finales del siglo XIX. Su técnica espontánea e instintiva le debe mucho a su trabajo con la acuarela: utiliza colores muy diluidos y los aplica con un cepillo ligero sin haber dibujado previamente ningún boceto. Prefiere pintar a sus retratados en el entorno de sus hogares o espacios de trabajo en lugar de su propio estudio para comprender mejor la personalidad y la psicología de cada uno de sus modelos. Para Zorn la decoración y los accesorios desempeñan un papel importante en la definición y caracterización del tema representado.

Elizabeth Sherman Cameron, 1900, óleo sobre lienzo, Coll. Part. Photo Courtesy Atheneum.

Un gran número de estos retratos son ejecutados por Zorn en Norteamérica durante los siete viajes que realizó a este país. Desde los banqueros a los magnates industriales o los políticos –incluyendo tres presidentes de Estados Unidos– estaban dispuestos a gastar grandes sumas para ser retratados por el pintor sueco. Y a pesar de que se codea con la alta sociedad internacional, Anders Zorn sigue marcado por la modestia de sus orígenes, como escribía un crítico “Zorn sigue siendo un campesino con fuertes brazos para abrazar la realidad desnuda”.

Un grabador con éxito

Grabado del retrato de una campesina sueca.

En 1882, Zorn conoce en Londres a su compatriota Axel Herman Haig, que le introdujo en el arte del grabado. Al llegar a París en 1888, expone regularmente en la Sociedad de pintores franceses-grabadores, que desempeñan un papel decisivo en la renovación del grabado clásico. La exposición organizada en 1906 en la galería Durand-Ruel consagra definitivamente a Zorn como un gran maestro de la estampa, se convierte en uno de los grabadores más cotizados y sus obras alcanzan precios récord desde París a Nueva York.

Grabado del guache Primera vez.

En total, Zorn realiza 288 grabados, principalmente retratos y desnudos. Es evidente la gran influencia que Rembrandt ejerce en su faceta como grabador, algo que se aprecia muy bien en su gusto por el dibujo y la improvisación, y al igual que el maestro holandés enfatiza los contrastes de luz y sombra y se complace en representarse a sí mismo. Finalmente, al igual que Manet, otro expositor de la Sociedad de Pintores-Grabadores, no duda en repetir sus composiciones pintadas en grabados, que a veces modifica y adapta.

Zorn en la Biblioteca Nacional de Francia

El famoso ebanista y anticuario Alfred Beurdeley (1847-1919) fue uno de los primeros admiradores de Zorn, al que le encarga su retrato. En 1906, presidió el comité organizador de la exposición de Zorn en la galería Durand-Ruel y al final de esta muestra dona a la Biblioteca Nacional de Francia 99 grabados del artista sueco; ese mismo día, Zorn regala 40 obras más a la misma institución francesa. Y en 1943, 68 grabados más se suman a estas donaciones procedentes de la colección de Atherton Curtis (1863-1943), un estadounidense que se había establecido en Francia desde 1904, entre ellos, los retratos de Ernest Renan, Anatole France, el rey Gustavo V de Suecia y una serie de bañistas.

En total, y según el catálogo que en 1920 publicó Karl Asplund, la Biblioteca de Francia atesora 212 grabados de los 288 realizados por Zorn, por lo que es una de las colecciones de referencia porque además se realizaron muy pocas copias y estas están firmadas por el artista.

Suecia tradicional

En 1896, Zorn y su esposa dejaron París para volver a Mora, el pueblo natal del pintor, situado a orillas del lago Siljan, y un lugar que ha sido testigo de varios hechos históricos importantes en la historia de Suecia: fue en este enclave donde se refugió en el siglo XVI Gustave Vasa, antes de emprender la reconquista de Suecia.

Danza de San Juan, óleo sobre lienzo, 1897, Estocolmo, Nationalmuseum.

A Zorn le gusta llevar una vida sencilla y “auténtica”, en contacto con la naturaleza, tanto en Mora como en Gopsmor, situado a unos 20 kilómetros de distancia, donde el pintor posee también una casa de madera que se encuentra mucho más aislada que su hermosa casa de Mora, que más tarde, y por su voluntad de su esposa, se convertiría en un museo dedicado al pintor.

Minuit, 1891, óleo sobre lienzo, Mora, Museo Zorn.

El pintor encuentra en la realidad cotidiana que le rodea muchos de los temas para sus obras, desde el pastor de vacas en el bosque, al violinista o las mujeres de Mora trabajando en sus quehaceres. Quizá una de las pinturas de las que el pintor se sintió más orgulloso fuera la Danza de San Juan (Danse de la Saint-Jean, 1897), una obra que no es sólo una declaración de amor a Dalarna y sus largas noches de verano, sino que se ha convertido en un clásico de la historia del arte sueco.

Joven de Dalarma haciendo punto (Margit), 1901, óleo sobre lienzo, Estocolmo, Nationalmuseum.

Desnudos y bañistas

Reflexiones, 1889, óleo sobre lienzo, colección particular © DR.

A finales de la década de 1880, Zorn comenzó a pintar una serie de desnudos al aire libre; sin disfraz ni ningún pretexto mitológico, el artista representa a mujeres que se bañan en el archipiélago de Estocolmo y que destacan por el efecto de la luz sobre el cuerpo humano. Estos desnudos de Zorn a veces han sido comparados con los que Renoir expuso en 1887 en la galería Georges Petit, sus grandes bañistas. Aunque como escribía Henri Focillon en 1922: “Las modelos de Zorn son más gallardas, y aunque sus mujeres son carnosas como las de Renoir, poseen una estructura más delgada y unos cuerpos más atléticos y elegantes”.

Al final de su vida, Zorn multiplica los dibujos y grabados de desnudos en una frenética búsqueda erótica. El énfasis está en la piel de los cuerpos desnudos y no tanto en el lugar y en la atmósfera que los rodea.

Mujer en el barco, 1917, óleo sobre lienzo, colección particular.

En resumen, figura central de la pintura sueca de  finales del siglo XIX y principios del XX, Anders Zorn gozó de una gloria inmensa como retratista y grabador. Con Sargent, Sorolla, Boldini y Besnard, es uno de los artistas más representativos del arte internacional y del “virtuoso moderno”, por la fuerza de sus composiciones y por la audacia del encuadre y la iluminación con que dotaba a sus obras.

Primera vez, 1888, guache, 76 × 56 cm, Estocolmo, Nationalmuseum.

Á. S. C.

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