Cristóbal Gabarrón: un mundo de barro y fuego

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La Sala Románica de Exposiciones de la abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos) acoge una serie de cerámicas inéditas del artista. Un total de 27 piezas de diversos formatos y técnicas que comparten la experimentación formal y el diálogo íntimo con el material. Hasta el 20 de diciembre

Hace casi veinte años que la abadía de Santo Domingo de Silos (Burgos) decidió dedicar la Sala Románica para exhibir arte contemporáneo. Una idea que nació, como comenta Dom Lorenzo Maté Sadornil, abab del monasterio benedictino, para propiciar un encuentro virtual entre artistas que habían trabajado, nada más y nada menos, casi con un milenio de distancia. “Desde los artesanos y artistas medievales que levantaron durante el románico este emocionante poema de piedra a Dios, hasta los creadores que, pese a trabajar ya en el siglo XXI, se siguen planteando similares interrogantes sobre el ser humano, la naturaleza y el mundo de la espiritualidad”, añade el abad.

Cerámica metafísica VI (Cuerpo fálico), 2016, técnica mixta sobre barro negro africano, 95 x 32 cm. Arriba, vista de la exposición De lo orgánico a lo metafísico de Cristóbal Gabarrón en la Sala Románica de Exposiciones del Monasterio de Santo Domingo de Silos (Burgos).

Y en este caso, como explica Lorenzo Maté, seguramente pocos artistas como Cristóbal Gabarrón (Mula, Murcia, 1945) se encuentren tan cómodos en un entorno espiritual, artístico y natural como este. Y es que desde sus comienzos el arte del creador murciano ha buscado la armonía entre todos estos términos, con el sueño de contribuir a mejorar la sociedad; sin lugar a dudas, sus fuertes convicciones humanistas han inspirado su lenguaje de manera definitiva.

Bajo el título De lo orgánico a lo metafísico, esta exposición, comisariada por Javier Pérez Segura, también quiere celebrar los veinticinco años del nacimiento en Valladolid de la Fundación Cristóbal Gabarrón un 11 de agosto de 1992. Y lo hace mostrando una faceta muy poco conocida, casi inédita como son también las 27 piezas que se exhiben por primera vez al público, la de ceramista.

Cerámica metafísica I (detalle), 2016, engobe cerámico sobre barro negro africano, 57,3 x 24 cm. Todas las obras de Cristóbal Gabarrón.

A pesar de que Cristóbal Gabarrón es uno de los artistas españoles de presencia más poderosa en la escena internacional y con una trayectoria consolidada durante casi medio siglo, como demuestra que durante varias décadas, sus proyectos de escultura monumental pública hayan atraído y emocionado a los habitantes de numerosas capitales europeas, estadounidenses y asiática, como Nueva York, Ámsterdam, Cannes o Shanghái, Gabarrón sigue siendo un artista con la osadía de un joven porque, como comenta Pérez Segura, “con cada nuevo proyecto, con cada nueva serie de obras, asistimos a los sucesivos nacimientos de un artista que nunca deja de asombrar”.

Gabarrón ha utilizado a lo largo de su vida infinidad de materiales (fibra de vidrio, hierro, acero, cobre, óleos, pigmentos, carboncillo, papel, lienzo, madera, piedra, arena o cristal) y con cada uno de ellos ha conseguido la expresión propia que buscaba al situar en primer plano la personalidad de los mismos. En definitiva, la materia juega un papel determinante en su trabajo porque “a veces se deja llevar por lo que el material quiere transmitir y otras, en cambio, lo adapta y lo transforma para que refuerce el mensaje que quiere susurrar al espectador. En sus manos cualquier material, aunque su procedencia sea humilde, se convierte realmente en muy valioso porque consigue reforzar ese acto de comunicación pura, sin intermediarios”, explica Pérez Segura.

Y precisamente materiales humildes son los que se pueden ver en esta exposición, simplemente barro, pigmentos y fuego, que trabajados con plenitud y creatividad por las manos del artista logra lo imposible, la máxima implicación sensorial del espectador y trascender lo físico para llegar a lo metafísico.

Cerámica metafísica II, 2016, engobe cerámico sobre barro negro africano, 42 x 35 cm.

Esa aspiración a lo metafísico de Gabarrón nace de una actitud humanista de la que siempre ha hecho gala en sus entrevistas y en todos sus proyectos. Y que podríamos resumir en una idea que ha defendido siempre el artista: “El gran objetivo de su arte es atreverse a soñar un mundo más justo, un ser humano más pleno, mediante una especie de odontología de lo real que él expresará mediante la materia, la forma y el color. La belleza –entendida como emoción y no como canon– surge en todo caso después, cuando el espectador descubre que esa peculiar alquimia de elementos logra transmitir con claridad dicho mensaje universal”, añade Pérez Segura.

Un humanismo que también está presente en este caso en el propio espacio que acoge sus cerámicas, el monasterio benedictino, porque cuando quedamos extasiados ante los maravillosos capiteles románicos, percibimos que, más allá de torpes etiquetas de estilo o época, estamos ante un arte que es sublime en su humanismo.

Cerámica metafísica IV, 2016, engobe cerámico y pigmentos naturales sobre barro negro africano, 88 x 37 cm.

Y entrando ya de lleno en las 27 cerámicas que conforman esta muestra, lo primero que hay que señalar es que el proceso creativo de todas ellas culminó hace poco más de un año en Vallauris (Francia), aunque tienen su origen en 2009, cuando Gabarrón conoció a Frédéric Ballester, director del Centro de Arte La Malmaison (Cannes), quien le presentó a Marc Piano, que se considera a sí mismo un “hombre de la tierra” y no solo un ceramista. Los caminos de ambos artistas volvieron a cruzarse durante la primavera de 2016 a raíz de la exposición del artista español en la ciudad y en algunos museos de Cannes. Ese año Gabarrón llevó a cabo todas estas piezas en el taller del francés.

Cerámica metafísica X, engobe cerámico y pigmentos naturales sobre barro negro africano, 2016, 37 x 26,5 x 10 cm.

El conjunto de piezas que se exhibe en esta muestra está compuesto por cerámicas de muy diversos formatos y técnicas, que comparten dos rasgos como son la experimentación formal (combinando esmaltado, collage, incisiones, ensamblaje, entre otros procesos) y el diálogo íntimo con el material. El resultado es un asombroso conjunto de obras que busca conmover al espectador mediante su lenguaje atemporal y su mensaje humanista, en perfecta armonía con la milenaria abadía benedictina que acoge, pero también realza de forma única, tan singular exposición.

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