Arcimboldo: el pintor de las «cabezas compuestas»

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El Palacio Barberini de Roma acoge hasta el 11 de febrero una veintena de obras maestras del artista, filósofo y poeta lombardo. Muy apreciado en la corte vienesa de los Habsburgo, tras su muerte vino el olvido hasta que en 1936-37 su figura fue recuperada por el movimiento surrealista.  Por otra parte, el Museo de Bellas Artes de Bilbao también dedica una exposición a este creador ilusionista del manierismo que podrá verse hasta el 5 de febrero

Comisariada por Sylvia Ferino-Pagden, una de las mayores estudiosas de Giuseppe Arcimboldi, más conocido con el sobrenombre de Arcimboldo (Milán, 1526-1593), y bajo la dirección científica de las Galerías Nacionales de Arte Antigua de Roma, la capital acaba de inaugurar una exposición en la que se muestra una veintena de obras maestras autógrafas del artista lombardo –entre dibujos y pinturas–, unos préstamos excepcionales, que justifican el reducido número de muestras dedicadas a Arcimboldo.

Sobre estas líneas, La Primavera, h. 1555-60, óleo sobre tabla, 68 x 56,5 cm, Monaco di Baviera, Bayerische
Staatsgemäldesammlungen. Arriba, de izquierda a derecha, Estado, 1572, óleo sobre tabla, 91,4 x 70,5 cm, y El otoño, 1572, óleo sobre lienzo, 91,4 x 70,2 cm, ambos cuadros, Denver, Denver Art Museum, lascito di John Hardy Jones. Todas las obras de Arcimboldo.

Pintor ilusionista del manierismo, así como poeta y filósofo, se hizo famoso sobre todo por las sorprendentes “cabezas compuestas” de frutas y flores, “que concentran múltiples puntos de vista: mirando la cabeza desde lejos –ya sea de perfil, de frente o de tres cuartos– el observador capta la forma global, a menudo monstruosa, pero solo tras haberse acercado empieza a notar el esmerado encaje de cada uno de los objetos que la componen. Cada uno de estos –flores, frutas, peces, animales diversos y mucho más– contribuye al significado de la representación, ya porque se trate de la caricatura de un individuo o de un oficio, de una estación del año, de un elemento natural, de una alegoría, de una cabeza reversible o de un bodegón. Cada uno de estos objetos, cuidadosamente elegidos, se entrelaza o se sobrepone, rivalizando con los otros para obtener un papel preciso en el interior de la pintura y acentuar el impacto en su totalidad”, explica la comisaria.

L’Ortolano (Priapo) / Plato de verduras, h. 1590-93, óleo sobre tabla, 35,8 x 24,2 cm, Cremona, Museo Civico “Ala Ponzone”.

Y en el catálogo recuerda que el método compositivo es una técnica utilizada en áreas geográficas y periodos históricos diferentes, desde el arte antiguo a las miniaturas persas, desde la India hasta el Japón. La sustitución de los rasgos del rostro con otros objetos es también un artificio literario utilizado en el Antiguo Testamento y en la poesía antigua, que gozaba de gran popularidad en el siglo XVI, el de Arcimboldo. Ya durante su existencia, sus “bromas” o “caprichos” recibieron los elogios de humanistas, artistas, poetas y tratadistas. De hecho, la figuración mimética de la naturaleza crea un efecto sobremanera divertido, que encanta al espectador suscitando un placer intelectual. Y así, con su buena dosis de humor e ironía, el juego arcimboldiano no podía más que constituir una fuente de inspiración para la creación de otros géneros, como por ejemplo la caricatura.

El fuego, posterior a 1566, óleo sobre tabla, 74 x 55,5 cm, Svizzera, colección particular.

La exposición, distribuida en seis secciones, se inicia con el Autorretrato de Arcimboldo, compuesto de cartas y de algunos escritos que le fueron dedicados por literatos contemporáneos suyos. Siguen algunas obras ligadas al arte milanés de su época, con el influjo del feliz maridaje –como demuestra Leonardo da Vinci– entre fantasía y ciencia en todos los campos: en la pintura, en el estudio del modelo natural, en las cabezas grotescas, pero también en las artes aplicadas, en las que se insertan las primeras obras de Arcimboldo como los dibujos para las vidrieras, los tapices y las cabezas compuestas.

La Tierra, 1566, óleo sobre tabla, 70,2 x 48,7 cm, Viena, Lichtenstein – The Princely Collections.

Fue en la corte vienesa donde Arcimboldo encontró la oportunidad para desplegar sus talentos, realizando retratos de la familia imperial (permaneció al servicio de Fernando I, Maximiliano II y Rodolfo II), proyectos para fiestas, cortejos y torneos, las famosas cabezas monstruosas y otras tantas creaciones porque sus estudios de la flora y de la fauna tenían también objetivos científicos: se pueden ver sus dibujos botánicos hasta en las importantes colecciones de Ulisse Aldrovandi –botánico y entomólogo–, utilizados para las ilustraciones de sus libros.

El invierno, h. 1555-60, óleo sobre tabla, 67,8 x 56,2 cm, Monaco di Baviera, Bayerische Staatsgemäldesammlungen.

Era el amanecer de las modernas ciencias naturales, hasta tal punto que hasta las anomalías físicas se consideraban “regalos de Dios”, acogidas positivamente, como se evidencia en la presentación de la histórica familia velluda de Pedro González (cuelgan los retratos de dos de sus miembros). La galería expositiva transcurre incluyendo las cabezas reversibles arcimboldianas, como un preludio del bodegón ejemplarizado en el conocido Cesto de fruta de otro archifamoso lombardo, Caravaggio, y concentrándose en la influencia de las combinadas cabezas grotescas empleadas en las caricaturas de los oficios, como El Jurista o El Bodeguero (una obra recientemente reaparecida en el City Museum de Osaka), un enfoque que revela algunos de los misterios que rodean a sus creaciones. A este respecto, la comisaria apunta que “el artista utilizaba intencionadamente símbolos, códices y paradojas para cubrirse con un halo de misterio”.

El invierno, 1572, óleo sobre lienzo, 93 x 71,4 cm, Houston, The Menil Collection.

Se trata de un auténtico protagonista de la cultura manierista internacional, que de su clave de ironía en la interpretación del mundo, supo elevar el concepto de pasatiempo popular a refinada y profunda diversión para la corte habsbúrgica. Después vino un prolongado olvido hasta su redescubrimiento a principios del siglo XX por parte del director del Museo de Arte Moderno de Nueva York al incluirle entre los artistas precedentes del surrealismo en la icónica exposición Fantastic Art. Dada surealism (1936-37). Una revalorización que no ha hecho más que crecer.

Superando una serie de obstáculos, el Palacio Barberini puede alardear de haber reunido un núcleo de obras significativas de Arcimboldo, llegadas por primera vez a Roma, de Viena, Estocolmo, Múnich, Denver, Houston, Osaka, Milán, Como, Cremona, Basilea y Génova además de valiosos libros y piezas de diversa procedencia.

El agua 1566, óleo sobre tabla, 66,5 x 50,5 cm, Viena, KunsthistorischesMuseum, Gemäldegalerie.

Tras el éxito de las exposiciones monográficas de Arcimboldo en la última década en París y Viena (2007-2008) y en Washington-Milán (2010-2011), hasta la cita del Museum of Western Art de Tokyo entre junio y septiembre de este año, contemporáneamente a la etapa romana se abren otras dos dedicadas a Arcimboldo: en Japón y en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, que podrá verse hasta el 5 de febrero.

Retrato de Antoñita González, por Lavinia Fontana, h, 1595, óleo sobre lienzo,  57×46 cm, Muséedu Chateau de Blois.

En esta última muestra, bajo el título Arcimboldo. Las flores y la primavera, se reúne por primera vez todas las obras del pintor conservadas en España. El eje gira alrededor de los óleos sobre tabla La Primavera de la serie Las Estaciones (1563), de la colección del Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; Flora (1589) y Flora meretriz (1590), en una colección particular. A pesar de que el rey Felipe II reunió once pinturas de la serie Las Estaciones y Los Elementos, estas tres piezas son las únicas obras originales realizadas por el pintor lombardo que se conservan en España, el resto se considera perdido. Aunque el comisario de la exposición, José Luis Merino Gorospe, ha precisado que se sospecha que las obras que pertenecieron al monarca español pueden encontrarse en colecciones privadas de Europa y Norteamérica.

El jurista, 1566, óleo sobre lienzo,, 64 x 51 cm, Stoccolma, Nationalmuseum.

La exposición, formada por un total de 14 piezas, se completa con dos copias contemporáneas del artista italiano de sus originales de la serie Las Estaciones: El Otoño y El invierno, procedentes de la colección de la duquesa de Cardona (Córdoba).

Carmen del VANDO BLANCO

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