La pinacoteca nacional incorpora a su colección, en calidad de depósito temporal por un año, una de las piezas más destacadas de la reciente exposición sobre la Virgen de Guadalupe. Se trata de una espectacular pintura de gran formato que representa a la Virgen y que procede del antiguo convento de la Preciosísima Sangre de las monjas capuchinas en Castellón de la Plana
La técnica de los enconchados fue creada en Nueva España y se practicó entre finales del siglo XVII y principios del XVIII. Inspirada en las lacas japonesas namban destinadas a la exportación, consistía en incrustar láminas de nácar sobre un panel de madera, que luego se pintaban con capas muy ligeras de pigmento, lacas y barnices, dejando visible el brillo de la concha. En ocasiones se añadían polvos de oro y plata para intensificar su efecto iridiscente, lo que dio lugar a obras religiosas, biombos y tableros de gran suntuosidad que también se exportaron a España.
En este ejemplo, procedente del antiguo convento de la Preciosísima Sangre de las monjas capuchinas en Castellón de la Plana y que permanecerá en el Museo del Prado durante un año, las teselas de concha cubren toda la figura de la Virgen de Guadalupe, salvo las encarnaciones. Destaca su enorme tamaño para constituirse como una copia fiel de la “original” (en tamaño real), a la que se añaden las cuatro apariciones de la Virgen y un hermoso y elaborado marco con uvas, flores, pájaros y mariposas.

Esta obra, de gran valor histórico y devocional, se exhibe ya en la sala 18 del edificio Villanueva, incorporando una iconografía fundamental en el contexto artístico de su época.
Su calidad, tamaño y delicadeza hacen de ella una de las obras de enconchado más espectaculares conservadas y una de las dos Guadalupes de mayor tamaño conocidas en esta técnica de las que se tiene noticia. La otra, de factura bastante similar, aunque con un gran marco de plata, se encuentra en la parroquia de San José, en Tlaxcala, México.
Sobre el convento de la Preciosísima Sangre
El convento de la Preciosísima Sangre, fundado a finales del siglo XVII y con patronazgo real desde 1697, reunió un destacado patrimonio artístico en el siglo XVIII, que incluyó obras de talleres de Zurbarán, Jerónimo Jacinto de Espinosa y Pedro de Mena, además del enconchado que ahora se expone en el Prado.
Tras el traslado de la comunidad de capuchinas al Monasterio del Santísimo Nombre de Jesús en Barbastro en 2012, autorizado por la Santa Sede, la obra permaneció en el edificio del antiguo convento, sin acceso público.








