Ángel Alonso: arte español del exilio

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La galería de Michael Soskine de Madrid inició la temporada el pasado 11 de septiembre con una exposición retrospectiva del pintor Ángel Alonso. La muestra,que se podrá visitar hasta el próximo 28 de octubre, se compone de una selección de obras del artista, sobre todo de los años 90, último periodo de su obra en el que retoma el trabajo con el color y la investigación de la textura en la pintura

Ángel Alonso murió a finales de los años 90 en París, tras haber permanecido exiliado en Francia más de cuarenta años. Como muchos otros, la causa de su huída fue la Guerra Civil, ya que durante los cuatro años de conflicto, fue detenido, encarcelado, condenado a muerte y deportado a la Isla de Fuerteventura, desde donde logró salir de la España franquista en 1947 para instaurarse en París a finales de los años 40. Ciudad en la que viviría hasta sus últimos días.

La verdad es que a Ángel Alonso el exilió le enriqueció para su trabajo creativo, ya que en París entabló amistad con un grupo de pintores, escritores, críticos y galeristas como Viera da Silva, Pierre Tal-Coat, o Nicolas de Staël, y tuvo la oportunidad de conocer de cerca la vanguardia francesa como las pinturas de Matisse, a quién mirará para realizar sus obras más coloridas.

Llegado el año 1950, Alonso sufre la amenaza de las autoridades francesas que reclaman su deportación por orden del gobierno de Franco, quién le consideraba fugitivo. Sin embargo, sus amistades evitan que se cumpla la orden con la creación de un comité de apoyo formado por Michel Leiris, Henri Calet y Pierre Descargues, entre otros muchos. En este círculo también se movía la escritora española María Zambrano de quién se hará muy amigo Ángel Alonso, manteniendo la amistad hasta sus últimos días.

Una vez suspendidos los trámites entre el gobierno francés y el español, el pintor se aísla en su estudio de Genainvilliers, a las afueras de París,para mantener el contacto directo con la naturaleza, fuente de inspiración  y de recursos.Sus pinturas matéricas lo demuestran al verse acompañadas en el lienzo, de materiales como tierra, madera o piedras. Años más tarde alternará el trabajo entre este estudio y el que le cede su amigo Pierre Tal-Coat en París.

Sus últimos días los pasó en el estudio de París trabajando con el color, que caracteriza a las últimas obras. Quizás lo que más nos sorprenda de Ángel Alonso sea el hecho de haberse mantenido siempre al margen del mercado del arte oficial y el circuito comercial del arte. Ninguno de sus trabajos salió de su estudio para exponerse en famosas galerías parisinas como la de Jeanne Bucher, a quién rechazó una atractiva oferta. En cierta manera, su deseo de mantenerse alejado ha sido una de las causa del desconocimiento de su obra en España. La Fundación Marcelino Botín fue la primera que rompió con el deseo del artista, exponiendo gran parte de sus pinturas en una gran retrospectiva sobre el pintor en 1996 . Después se uniría el Instituto Cervantes de París ( 1996) y el Círculo de Bellas Artes de Madrid (1997), además de algunas prestigiosas galerías como la Galería René Metras en Barcelona.

Sin embargo, hasta el 2009 no se vuelve a tener noticia en España sobre la obra del artista. En este año el Centro de Arte Reina Sofía  contempla el valor de sus pinturas para añadirlas a su colección.  Parece  ser que  el valor de Ángel Alonso, escondido en el exilio durante años, ha vuelto a salir a la luz para revalorizarse con su estudio y análisis. Recientemente el museo de L ´Art de Dreux inauguró en el 2013 una gran retrospectiva sobre el pintor, que ahora vuelve a ser protagonista en la galería de Michel Soskine.

El historiador del arte Francisco Jarauta analizan el trabajo de Alonso y concluye en que “Alonso domina la materia y la técnica que él mismo se ha dado y con las cuales consigue corporeizar los colores que más le obsesionan”. El último periodo del trabajo del pintor es el protagonista en esta muestra de la galería de Michel  Soskine. Tal y como explica Juan Carlos  Marset, Alonso retoma el color y el juego de texturas en la pintura, tras haber trabajado con el blanco y negro, como bien atestigua una de sus últimas series, Desastres (1991), “ lo que da como resultado unas poderosas telas en verde, amarillo, naranja y blanco de sus últimos años (…) El color sobrepasa el lienzo, desborda los marcos, borra o no tiene en cuenta los soportes”.

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