Big Bang Data: visualizando la cultura de datos

Exit-de-Diller-Scofidio-Renfro-Mark-Hansen-Laura-Kurgan-y-Ben-Rubin2008©Knechtel-Photography.jpg

Tras verse en el CCCB de Barcelona, la exposición Big Bang Data ocupa ahora y hasta el 24 de mayo la sede de la Fundación Telefónica de Madrid. Su recorrido es un clara muestra de cómo el territorio de datos ha desplazado al visual. Más abstracto y despersonalizado, impone nuevas reglas, oportunidades y riesgos

La exposición Big Bang Data trata de explorar la nueva realidad en que ya estamos inmersos: vivimos en un mundo de datos. Nuestra capacidad de generar, registrar y almacenarlos ha crecido a niveles extraordinarios. Como en el Big Bang, la explosión de datos supone el comienzo de algo nuevo, un universo diferente al existente hasta el momento. La muestra no pretende tanto ser un producto para la contemplación como mostrar el estado de una investigación en marcha sobre un fenómeno en evolución. Una investigación que se realiza desde numerosos puntos de vista: históricos, sociológicos, tecnológicos y artísticos para tratar de abarcarlo en toda su amplitud. Destaca su faceta pedagógica, válida tanto para un público general no iniciado como para la comunidad ya interesada.

La muestra no distingue entre arte, ciencia, tecnología o acción; propone aproximaciones que se superponen para ofrecer una visión caleidoscópica, necesariamente extensiva e incompleta, de una realidad mutable y compleja. Ambiciosa en su planteamiento, pretende ir más allá de la estetización del mundo de datos, pero tampoco la evita. Del visitante se pide una actitud activa, inquisitiva, que bucee en lo que se muestra, siguiendo los múltiples hilos que surgen alrededor del tema principal. Una exposición en evolución, un work in progress, para un nuevo universo en formación. A este tema dedicamos un amplio reportaje en Descubrir el Arte 193, extractado aquí para elaborar este post (la revista todavía puede encontrarse en el quiosco y en quiosco.arte.orbyt.es)

Internet Machine, por Timo Arnall, 2014.

Internet Machine, por Timo Arnall, 2014.

Uno de los apartados más sorprendentes de la exposición es el análisis sobre la realidad física de esta cultura de datos. Lo que parece etéreo e inmaterial, descansa en una inmensa infraestructura mundial. La realidad es que esos datos que parecen «flotar» encima de nosotros se almacenan en grandes data centers que presentan problemas para su mantenimiento y refrigeración y que representan ya un 2 por ciento del consumo energético mundial. Estos centros de datos, naves perfectamente anónimas sin espacio significativo situadas en ninguna parte, comienzan a dar paso a centros representativos del poder que realmente tienen, monumentos de este nuevo mundo. De la misma forma, la conectividad universal necesita de otra gran infraestructura, la enorme red de cables submarinos que atraviesan los océanos. Una red no precisamente isótropa, que refleja los grandes flujos de información en el mundo actual y que muestra una fragilidad real mucho mayor de lo que suponemos.

La visualización de datos es otro de los grandes apartados de la exposición. La visualización no como una forma aséptica de mostrar cifras, sino como método activo de ordenar los datos para entender la realidad y operar sobre ella. Particularmente emocionante es el recorrido por gráficos de gran significado histórico, como el mapa del cólera de John Snow de 1855 o el gráfico de las causas de mortalidad en la guerra de Crimea de Florence Nightingale, de 1858. Ambos se convirtieron en decisivas herramientas de investigación clínica que cambiaron los métodos de trabajo en sus respectivos ámbitos profesionales. Para ello, el primero se apoya en la mapificación de los datos, mientras que el segundo lo aborda desde el gráfico estadístico. Ambas formas de análisis y representación se unen en el fantástico diagrama («mapa figurativo») de las pérdidas de hombres durante la campaña de Rusia del ejército de Napoleón, realizado por Charles Joseph Minard en 1869. En él, la representación diagramática se vincula a la disposición geográfica.

Flight Patterns, por Aaron Koblin, 2006, representa las trayectorias del tráfico aéreo en EE UU.

Flight Patterns, por Aaron Koblin, 2006, representa las trayectorias del tráfico aéreo en EE UU.

El arte de datos aparece en la exposición como forma de reflexión sobre la complejidad de la realidad que se va desvelando ante nosotros. Nuestra capacidad de producirlos es el material de trabajo de artistas como Christopher Baker –Hello World!, una instalación desarrollada a partir de 5.000 vídeos realizados con sus webcams por usuarios anónimos, que los cuelgan en internet para una audiencia desconocida y seguramente inexistente a la que muestran su intimidad– o Erik Kessels –24 HRs in photos, una montaña de fotografías impresas que representa la cantidad de imágenes compartidas en un día en Flickr.

Hello World! Or how I learned to stop listening and love the noise, por Christopher Baker, 2008, instalación con 5.000 vídeos anónimos.

Hello World! Or how I learned to stop listening and love the noise, por Christopher Baker, 2008, instalación con 5.000 vídeos anónimos.

La datificación –la monitorización en tiempo real de gran parte de la actividad humana– se aborda a través de proyectos que utilizan las transacciones comerciales, la conexión móvil y el internet de las cosas. Los rastros que dejamos, y que ahora somos capaces de recopilar y representar, nos muestran nuestro mundo de una forma que hace pocos años no hubiéramos imaginado. La evidente belleza de estos interfaces se explota en obras como Wind Map, de Fernanda Viegas y Martin Watterberg, y Flight Patterns, de Aaron Koblin.

Prision Uniforms,por Chris Jordan, 2007, instalación con uniformes carcelarios.

Prision Uniforms,por Chris Jordan, 2007, instalación con uniformes carcelarios.

Las implicaciones del procesamiento masivo de datos en la acción política es otro de los grandes apartados sobre los que reflexiona la exposición. Desde el punto de vista del poder del Estado –como la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos– o empresarial –Facebook–, pero también como oportunidad para el control de los gobiernos, la mejora de las políticas y la generación de nuevas formas de acción desde la base. Aquí se incluyen los trabajos sobre los indultos, los incendios forestales o el uso de los impuestos llevados a cabo por Civio, o el servicio de información geográfica para mapas OpenStreetMap, ejemplo de organización ciudadana cooperativa.

Diversas piezas artísticas analizan las implicaciones políticas del uso masivo de datos. Prision Uniforms, de Chris Jordan, reflexiona sobre la política penitenciara de Estados Unidos a través de 2,3 millones de uniformes carcelarios doblados. La visualización pretende hacer recapacitar a los ciudadanos de una forma que los datos sin elaborar no pueden. Exit, de Diller Scofidio + Renfro, muestra los movimientos migratorios de la población global por motivos económicos, políticos o medioambientales. A este proyecto corresponde la imagen con la que encabezamos esta publicación.

Miguel BARAHONA

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