El Picasso fascinado por la tauromaquia

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El universo taurino forma parte indisoluble de la vida de Picasso ya desde su primera niñez malagueña, cuando su padre, gran aficionado a la fiesta nacional, le inició en las particularidades de la lidia y la tauromaquia. Un conocimiento que luego plasmaría con profundidad a lo largo de todo su recorrido artístico. Así lo pone de manifiesto la exposiciónPicasso: arte y arena, que se exhibe hasta el 4 de mayo en el Palacio de Sástago, en Zaragoza. La muestra reúne 79 obras, que incluyen obra gráfica, cerámicas, libros ilustrados y 11 fotografías que realizó el maestro de fotógrafos Juan Gyenes.

El protagonista absoluto de la muestra es el toro, que a menudo aparece sin la compañía de la figura humana. El visitante podrá deleitarse con la evolución gráfica de la representación de este animal, al que Picasso sometió a un continuo proceso de simplificación. Probablemente uno de los ejemplos más claros de este desarrollo sea la serie de litografías que el artista realizó en solo dos meses, entre diciembre de 1945 y enero de 1946.

La vinculación de Pablo Picasso con la tauromaquia queda, asimismo, fielmente reflejado en las estampas que en 1929 elaboró para otro libro, Le chef d´oeuvre inconnu, del novelista francés Honoré de Balzac.

De especial trascendencia se considera otra de las series, la de aguatintas con las que el artista malagueño ilustró el libro La Tauromaquia o arte de torear. Se trata de una publicación escrita en 1796 por el entonces prestigioso torero José Delgado, alias Pepe Illo, deseoso de fijar los cánones ortodoxos de la torería. Utilizando un lenguaje pictórico en movimiento, Picasso recorre un camino lleno de toros, caballos y capotes que se inicia con el animal bravo en la dehesa y termina con su muerte en la plaza.

En origen, esta edición de libros se componía de 263 ejemplares, diez de los cuales estaban estampados en papel Japón antiguo. Uno de ellos, perteneciente al galerista y coleccionista Antonio de Suñer, es el que podemos admirar en la exposición que nos ocupa.

De entre todos los trabajos expuestos, la Fundación Picasso Casa Natal ha cedido para la ocasión 25 grabados, siete libros ilustrados por el artista, otras siete piezas de cerámica y las fotografías de Gyenes. La selección se completa con los 29 grabados del ejemplar de la colección de Antonio de Suñer. Una obra fecunda que evidencia la seducción que ejercieron sobre el genio malagueño las tardes de toros junto  su padre, en la Plaza de La Malagueta. Y quedó fascinado de por vida.

Virginia OÑATE

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