Pintura inglesa, hacia la modernidad

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Demostrada ineludible la fuente de inspiración de la antigüedad clásica, que se difundió desde la capital pontificia hacia toda Europa, para la evolución de las artes y de la erudición, esta exposición centra toda su atención en el territorio británico, en donde con preferencia al lenguaje clasicista, sus autores fueron capaces de trasladar esa modernidad a los lienzos y de crear su propia identidad.

Comisariada por Carolina Brook y Valter Curzi, esta única etapa romana de la muestra, fruto de tres años de “entusiasmante proyecto”, se vale de  un centenar de obras para el seguimiento del gran desarrollo artístico y social que se fue delineando paralelamente a la hegemonía conquistada por la Gran Bretaña desde el punto de vista histórico-político-económico.

«Retrato de grupo con Lord John Hervey», por William Hogarth.

De hecho, en la primera mitad del Setecientos, Londres se había convertido en el corazón potencial del imperio inglés, con un crecimiento de más de 700.000 habitantes en la primera mitad del siglo XVIII. A ese período se refieren las obras de Scott, Marlow y Sandby, que  junto con el veneciano Canaletto, retratan la imparable evolución de la ciudad, destinada a símbolo de metrópoli moderna.

«Mundo Nuevo», título de la segunda sección, se refiere al acercamiento entre la aristocracia y la clase media, tanto a nivel social como cultural, ofreciendo a los artistas un nuevo mecenazgo con miras a afirmar su recién conquistado estatus. Así pues, los personajes emergentes -industriales, comerciantes, científicos, exploradores, así como músicos, actores y deportistas- se convierten en los protagonistas de efigies realizadas por Zoffany, Hodges, Wright of Derby. El apartado, que refleja la pasión por las artes y el deporte, marca el desarrollo industrial y el interés por la ciencia, unidos al entusiasmo por la epopeya de la exploración de nuevos continentes.

Este mecenazgo burgués y el continuo fomento del mercado del arte contribuirán a una transformación radical del interés nacional hacia las artes visuales, induciendo por primera vez y con notable retraso respecto al resto de Europa, al nacimiento de una escuela artística en el país.

«La ciudad de Londres vista a través de un arco del puente de Westminster», por Canaletto

En este sentido, fueron fundamentales las aportaciones de Hogarth y Füssli, como recoge el tercer capítulo ‘Hacia una iconografía nacional’ a través de los mejores grabados de un Hogarth crítico y desilusionado con escenas contemporáneas de vida social y política. Otro tema exitoso fue el de la escena teatral, cuyos actores de más fama figurarán en las pinturas de ambos artistas. Por su lado, Füssli se convertiría en uno de los más célebres pintores del teatro shakespeariano.

En «La edad heroica del retrato», maestros como Gainsborough, Reynolds, Ramsay y Zoffany exaltan los logros alcanzados en el retrato, dotado de admirables soluciones originales en la composición.

«Lay Bampfylde», por Joshua Reynolds, 1776-1777.

La predilección por el paisaje por parte de los ingleses, ya coleccionistas de paisajes italianos y holandeses desde el siglo anterior, intensificó la producción de  los artistas nacionales en este género, mostrando las aspiraciones políticas y públicas de los clientes, por medio de las vistas de castillos o palacios de su propiedad. Las acuarelas -una técnica que permite pintar al aire libre para captar con inmediatez las variaciones luminosas- de los artistas más representativos están reunidas en el «Paisaje» con escenas naturales al alba o al atardecer, bajo los rayos de sol o el cielo plúmbeo.

Mientras, por «Variaciones en el paisaje», desfilan  unos óleos de gran tamaño de conocidos autores que se medirán en este tema, como Richard Wilson, pionero del paisaje británico, que tras su formación en Italia, supo elaborar un estilo
autónomo. Concluyen gloriosamente uno frente al otro Constable e Turner (éste último, traído a la actualidad por el séptimo arte, un vanguardista por su lírica interpretación de los aspectos sublimes de la naturaleza y por su nueva y audaz libertad compositiva) admirables autores del paisaje inglés ya en los primeros años del Ochocientos, que reinterpretan la tradición figurativa del Setecientos con apertura a la que podría definirse la edad de la modernidad. Una trayectoria experimental que consiguió consagrar a Inglaterra un modelo a lo largo del siglo XIX.

Palacio Sciarra, Roma

http://www.fondazioneroma.it/en/1658.html

Carmen del VANDO BLANCO

One Reply to “Pintura inglesa, hacia la modernidad”

  1. Pepe dice:

    Fantástica pagina

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