Jacopo Ligozzi, un pintor universal

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Una exposición hasta el 28 de septiembre en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia muestra la obra de este poliédrico artista desconocido para el gran público (Verona, 1549-Florencia, 1627) pero muy valorado por los amantes del arte del Quinientos y Seiscientos.

“Si hay un artista del Renacimiento maduro que merezca la calificación de ‘universal’ -o que al menos haya hecho de todo para merecerla-, éste es Jacopo Ligozzi, al que por fin se le dedica una exposición monográfica…”, como ha expresado en la presentación de la muestra Cristina Acidini , superintendente de los museos florentinos.

Tras haber sido ulteriormente analizada su larga y compleja trayectoria por prestigiosos investigadores del sector, se sabe que el artista veronés, descendiente de una familia de bordadores e hijo de pintor, a continuación de su peregrinación laboral por las ciudades norteñas de Trento, Verona y Venecia, llega a Florencia hacia 1575 donde abre un floreciente taller, activo hasta su muerte, “para asomarse a todas las ventanas de su ilimitada curiosidad”.

“Pintor universalísimo”, según la acertada definición del historiógrafo Filippo Baldinucci, a lo largo de su  medio siglo en la capital toscana, el casi ninguneado artista veronés desempeñó una serie de encargos que ningún otro había recibido anteriormente ni habría obtenido seguidamente.

La decisión de organizar esta personal exposición, que ilustra por vez primera todo el curriculum profesional del pintor, destacando los diferentes ámbitos de su actividad en el panorama florentino, se debe a que el mayor núcleo de sus obras se conserva en el Pitti y en el Gabinetto Disegni e Stampe de los Uffizi.  Articulada en secciones temáticas, la primera se centra en su primer periodo en la corte medícea cuando se ejercitaba brillantemente como creador de naturalia con los refinados dibujos acuarelados o iluminados, expuestos en ambas sedes.

Un análogo resultado lo obtuvo en la realización de retratos, como se puede observar en el de Virginia de’ Medici o el de Margherita Gonzaga, añadiendo su labor en la dirección de conjuntos decorativos actualmente desaparecidos; sin olvidar su dedicación a la pintura de historias para grandes celebraciones, que documenta el diseño preparatorio del British presentado en esta cita. Por si fuera poco, Ligozzi se demostró un elegante y esmerado diseñador de trajes y bordados para tejidos, así como de manufacturas de piedras duras y lastras de incrustaciones marmóreas.

Merecen gran atención las “alegorías morales”, retomadas en numerosos trabajos, que constituyen  el asunto de mayor interés de toda su producción. En este sentido son significativas laAlegoría de la Redención de una colección privada de Madrid , la Alegoría del Amor que defiende la Virtud de la colección Baroni de Londres  o la Avaricia del Metropolitan.

Ligozzi dio gran atención a las Vanitas (fagucidad de la vida en el mundo), donde  figuran escenas de extraordinaria originalidad y transmisión emotiva: sirvan de ejemplo los dos retratos de jóvenes con sus impactantes cráneos en descomposición en el verso.

Desplegando su profunda religiosidad, el segundo apartado examina la producción devota, que Ligozzi intensificó hasta el último decenio del Quinientos. Entre los retablos ejecutados para las mayores iglesias de Florencia y del territorio toscano, con su adhesión a la pauta reformada que dominaba la figuración florentina entre fines del siglo XVI e inicios del XVII, se muestran San Jerónimo sostenido por el ángel, Martirio de los Cuatro Santos San Jacinto en adoración a la Virgen con el Niño.

En definitiva,  una exposición que osa proponer a un artista no sólo fuera del abanico de los grandes autores capaces de ejercer una atracción internacional sino además generalmente desconocido para el vasto público, pero que basándose en la auténtica valoración atribuida a Ligozzi por parte de los amantes del arte del Quinientos al Seiscientos, se abre de par en par con la misión de acercar el distanciamiento entre los estudiosos del sector y los potenciales visitantes. Una invitación ejemplarizante para el conocimiento completo de este poliédrico personaje.

Carmen DEL VANDO

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