Bernini: entre los genios de la Historia del Arte

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El Museo Nacional del Prado inaugura las Ánimas de Bernini. Arte en Roma para la corte española, una retrospectiva del gran artista, que entre sus mayores logros está llegar a lo sublime en la obra de arte barroca, cuya característica principal es el juego escenográfico. La muestra permite conocer la evolución del artista a lo largo de su carrera y la relación de sus obras con España, podrá visitarse hasta el 8 de febrero

Esta exposición del Museo del Prado comprende un itinerario que trata diferentes vías temáticas de su obra, como son los retratos, los encargos para los pontífices Urbano VIII y Alejandro VII, y las creaciones del último periodo de su vida. Además, esta cita con el maestro barroco, trae consigo piezas que por primera vez se exponen en el Museo del prado y en España.

Gian Lorenzo Bernini, no queda lejos de la posición que recibe Velázquez, Rembrant, Goya o Picasso en la Historia del Arte, no tanto por la ruptura con la línea temática, pero sí por el lenguaje y la técnica que utilizó para transmitir el mensaje de sus obras. Hijo del escultor italiano, Pietro Bernini, convivió con el gremio de artistas desde su infancia, empapándose en el taller de su padre tanto del proceso escultórico como de los influjos del arte greco-romano que hacía mella por esos tiempos en toda creación artística.

Desde sus primeras obras, como La Cabra Amaltea, se intuye como Bernini recrea de un modo sui generis, las enseñanzas que le aportaba la cultura clásica, y en concreto el periodo helenístico, al que podríamos poner en paralelo con el periodo manierista del Renacimiento, como el sumun de un periodo artístico en el que la técnica evoluciona paralelamente a las ideas estéticas. Pero si hay algo que caracterice a Bernini es el compendio de disciplinas artísticas sintetizadas en una sola pieza, a lo que se refiere, es a crear una escenografía teatral, ya mediante la arquitectura o la escultura. En esto interviene, entre otros aspectos, el planteamiento del pathos griego, o lo que es lo mismo, la traducción de un estado mental al rostro esculpido. Como ejemplo de ello se podrían citar a las famosas piezas del Éxtasis de Santa Teresa, La Beata Albertoni o San Lorenzo. Este último nos trasladar, en cierto modo, a la pieza griega desaparecida, Galo moribundo, de la que tan sólo ha llegado a nuestros días la copia romana expuesta en el Museo Capitolio de Roma.

Otro guiño a la escultura griega en las obras de Bernini, es el eje helicoidal de algunos de los grupos escultóricos, constituyéndose las figuras en el espacio para obligar al espectador a observarlas desde diferentes puntos de vista, de tal forma que cada plano de la figura se orienta a un ángulo visual distinto. La base de este planteamiento se encuentra, por ejemplo, en el Lacoonte, y se transmite a piezas como Rapto de Proserpina o Apolo y Dafne.

Respecto a sus obras arquitectónicas más emblemáticas, cabe resaltar la famosa Plaza del Vaticano o el Baldaquino, ambas estructuras combinan la escultura y el concepto de lo efímero, entendiéndose a este como el juego de luces y sombras que se presentan dependiendo del momento del día.

Para más información, en el número de noviembre de Descubrir el Arte se ha publicado un artículo de María Condór que analiza en profundidad el valor de Gian Lorenzo Bernini en la historia del arte.

 

 

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