Suárez Londoño: el presente dibujado en pequeño

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Los dibujos de José Antonio Suárez Londoño son como susurros. Siempre pequeños, reclaman la atención del espectador por su sutileza, su delicadeza y el extremado cuidado del detalle. La Casa Encendida recoge ahora una selección representativa de su obra en la exposición Muestrario, que podrá verse desde el 20 de febrero al 5 de abril. Sin duda, merece la visita

 

Comisariada por Yara Sonseca Mas, historiadora del arte y responsable del departamento de exposiciones de La Cada Encendida, Muestrario tiene muy bien escogido el título pues pretende ser eso: una representación de los diversos intereses, lenguajes y formatos en los que Suárez Londoño (Medellín, 1955) va plasmando el día a día. Cada día. Este particular recorrido por una de las salas del centro madrileño comienza con sus dibujos en Ginebra, ciudad en la que, por el trabajo de su padre, vivió a finales de los años 70 cuando decidió aparcar la Biología y estudiar en la Escuela de Artes Visuales. Allí iba llenando sus cuadernos con su particular imaginario, siempre en escala mínima. Sus profesores reconocían su talento pero le invitaban a saltar de escala. Se colocaba frente a un lienzo de gran formato, pero le daba vida con sus miniaturas. En los dibujos de entonces ya aparecen motivos que hoy sigue explorando: su dedo, sus autorretratos, las luchas entre Jacobo y el Ängel, referencias a la cultura clásica europea… 

Cuaderno bolivariano, técnica mixta sobre papel, 16 x 21 cm.

Cuaderno bolivariano, técnica mixta sobre papel, 16 x 21 cm.

De entre los clásicos (Goya, Durero, Manet…), nos queremos detener en Edgar Degas porque con él ha establecido una relación muy especial. Su admiración da pie a una costumbre tan curiosa como bonita. Degas nació el 19 de julio de 1834; cada día 19, Suárez Londoño retrata al artista francés. Por eso, en esta exposición veremos más de una y de dos veces el rostro del francés, además de diversas representaciones de su bailarina. (La presentación a la prensa de esta exposición se ha hecho precisamente en 19 -19 de febrero-; a media mañana todavía no había encontrado el momento para su particular homenaje y le esperaba un día de lo más ajetreado. ¿Se quedará Degas sin su regalo este mes?

Cuaderno estampillado con sellos hechos con goma de borrar.

Cuaderno estampillado con sellos hechos con goma de borrar.

La exposición también le priva de seguir sus rutinas, cartesianamente establecidas. Suárez Londoño tiene su día a día organizado en torno a su necesidad de dibujar, gracias a la que (cuenta entre risas) se ha ahorrado mucho en psicoanalistas. La comisaria se «asoma» a esa agenda: «Todo es una manera de organizar su tiempo diario, de manera que todos los días tengas algo que hacer. Por ejemplo, los martes es el día del grabado. Él los martes -todos los martes- graba una plancha. El miércoles por la mañana lleva la plancha al taller; mientras se la estampan, siempre en el mismo taller del centro de Medellín (La Estampa), él va haciendo otra plancha. Esa plancha que él hace mientras espera puede que dure un mes o lo que sea. Cuando la termina, la imprime y es lo que él llama los ‘mientras tanto’ y en los que lo pone. Los viernes tiene un grupo de dibujo al natural. Se reúne en el centro de Medellín con unos chicos jóvenes, Grupo Siete, todos posando unos para otros media hora o media hora más cinco [cinco minutos de más para los que van con retraso] y van turnándose».

Colección Pizano, grafito sobre papel, 14 x 21 cm.

Colección Pizano, grafito sobre papel, 14 x 21 cm.

El retrato es uno de los géneros que explora sin cesar. Ya hemos citado los de Degas o estos del taller de los viernes, además retrató a sus compañeros de escuela en Ginebra y, gracias a que le invitaron a pintar del natural la colección Pizano, ha reproducido en papel esculturas desde el Antiguo Egipto hasta el siglo XIX. Merece hablar de sus autorretratos y de una manía que tiene mucho de superstición. Todos los años, del 1 al 12 de enero, se hace un retrato cada día. Es una práctica a modo de cabañuelas, pero no es en el tiempo atmosférico y en si va a llover o no en lo que piensa el artista, sino en que si el día 1 está dibujando, en enero dibujará; lo mismo con el 2 y febrero, el 3 y marzo y así hasta el 12 y diciembre. Y es que Suárez Londoño no cesa nunca de dibujar. Le acompaña siempre un cuaderno.

Cuaderno de viaje, 15 x 21 cm.

Cuaderno de viaje, 15 x 21 cm.

A Madrid ha viajado con el cuaderno de viaje número 17, en el que hay paisajes -un género que le apasiona-, monumentos, sus copias de obras de museos y los dibujos con lo que consigue mitigar el aburrimiento de tantas horas de vuelo, unos dibujos que él mismo define como «muy complicados»: trazos (pequeñas líneas, puntos, curvas -también pequeñas por supuesto) que se multiplican, retuercen, agolpan o apartan para dejar huecos blancos en unas imágenes minuciosas, abstractas y puntillosas. Según comenta el artista, en estos «el dibujo lo posee a uno, porque uno no tiene ninguna autoridad, sino que él se va haciendo». Tienen vida propia. Impresionantes, de una meticulosidad increíble, como la de sus caligrafías que parecen fruto de un trabajo de orfebrería.

Además de los de viaje, tiene los que llama cuadernos de año, dedicados a sus lecturas (Rainer María Rilke, Arthur Rimbaud, Kafka…): cada día ilustra o interpreta una parte del relato. Lleva ya 65 de estos cuadernos, y la idea nació de un proyecto anterior, 365. O, mejor dicho, de un intento de proyecto. Sánchez Londoño y el escritor Héctor Abad Faciolince decidieron que el primero haría un dibujo cada día y el segundo escribiría sobre ello. En la exposición se exponen los 365 dibujos tamaño cromo; pero no hubo textos, la constancia del dibujante superó a la del escritor.

Serie 365, 9 x 5 cm.

Serie 365, 9 x 5 cm.

Su imaginario es muy rico. «Yo la mayoría de las cosas -cuenta- cuando las estoy haciendo pienso cantidad de cosas, uno está conversando con gente, con muchas cosas. Y… casi todo se me olvida después. Y yo digo, y esto, ¿por qué hice yo esto?». Se fija en todo, tiene un archivo inmenso en su cabeza (y también material: de este viaje, vuelve con recortes de prensa española) que se mezcla, como bien especifica la comisaría, con una imaginación desbordante. «Es una mezcla entre lo imaginativo, la realidad diaria y el control del tiempo, es una cosa obsesiva de querer como que el presente esté bien, bien presente cada día». Ese presente, cargado en ocasiones de violencia, puede enfadarle, preocuparle, angustiarle… Su forma de representar esas sensaciones es muy personal. Nos quedamos con el ejemplo del dibujo de un vestido infantil. Llama la atención por su delicadeza, casi dulzura. Sin embargo, esconde una historia dramática: una matanza en una población y una niña traumatizada que lavaba una y otra vez su vestido como si así pudiera borrar lo ocurrido. «Uno, mientras está dibujando, la mayoría de las veces tiene una pelea en la cabeza, como un partido de ping-pong en la cabeza, este contra aquel, aquel contra este. A veces se ve, otras no se nota nada, pero está ahí», señala el artista colombiano.

Trabaja con acuarelas, rotuladores de todo tipo, carboncillo, lápices, técnicas mixta, collages, cosidos, perforaciones, grabados y sellos. De estas dos técnicas -grabados y sellos- imparte talleres, en los que reconoce sentirse muy cómodo. La Casa Encendida acoge el 21 de febrero un taller para enseñar cómo hace esos sellos con gomas de borrar y un mínimo bisturi.

La Casa Encendida ha contado con la colaboración del Museo de Arte Moderno de Medellín y el CAPC de Burdeos para esta exposición, inscrita en el contexto Feria Arco que cuenta con Colombia como país invitado. 

Colección Jack Liden.

Colección Jack Liden.

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