Reflexiones detrás de una imagen

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El Instituto Cervantes cede la palabra a la fotografía, en concreto a una corriente conceptual que en los años 70 se planteó en Colombia cuestiones como la autoría o la identidad. Comisariada por Santiago Rueda e inscrita en el programa ArcoColombia, la exposición Autorretrato disfrazado de artista puede verse hasta el 22 de marzo

Autorretrato de Camilo Lleras tomado por Jaime Ardilla, por Camilo Lleras.

Autorretrato de Camilo Lleras tomado por Jaime Ardilla, por Camilo Lleras.

Santiago Rueda, comisario de la exposición Autorretrato disfrazado de artista, ha escogido para esta muestra en el Instituto Cervantes uno de los temas de su libro La fotografía en Colombia en la década de 1970. Se trata del acercamiento conceptual a este medio por parte de determinados artistas que asumieron un uso reflexivo y crítico de la fotografía.

La exposición reúne cerca de 60 obras, todas ellas de la colección privada de José Darío Gutiérrez, y toma el título de una de las obras expuestas de Camilo Lleras. Este es el único artista conceptual colombiano que se centró exclusivamente en la fotografía y del que anteriormente se ha expuesto muy poco, por eso el comisario insiste en la importancia de su presencia en la muestra. Lleras abandonó la fotografía al mismo tiempo que Jaime Ardilla se retiraba de la escena artística y, ambos, se especializaron en astrología. Según comenta el comisario, al parecer fueron excelentes astrólogos; a ello se dedicaban por la mañana y por la tarde a jugar al bingo. Pero antes de eso dejaron interesantes obras como el autorretrato que, de una manera u otra, ambos protagonizan -izquierda-. La figura que aparece de espaldas es la de Ardila, la sombra corresponde a Lleras y él es quien toma la foto. «La sombra de Lleras es, simbólicamente, el cuerpo de Ardila», indica la cartela del autorretrato. Detrás de esta obra, que debate sobre la identidad y la autoría, hay una curiosa historia sobre la posibilidad de participar en una exposición en la que Lleras había sido aceptado pero para la que Ardila ya había superado la edad fijada. Lleras se enfrentó en más ocasiones al género del autorretrato, para el que le hace aparecer como un hombre brillante (abajo) y que se inspira en Rene Magritte utilizó un truco en el revelado. Su reflexión está cargada de ironía y humor.

Autorretrato de un hombre brillante, por  Camilo Lleras.

Autorretrato de un hombre brillante, por Camilo Lleras.

La obra de Álvaro Barrios, pionero en el arte conceptual en Colombia, también suscita la reflexión sobre la autoría y la identidad en sus acercamientos, muy diversos, a Marcel Duchamp, desde su interpretación del Gran Vidrio, a las fotografías que hacía a personas disfrazas de Duchamp y Rrose Sélavy o los trabajos experimentales de  la serie Sueños con Marcel Duchamp, que se explica en la web del artista colombiano: «En un principio esta obra funcionó como un grabado que se reprodujo en la prensa con la foto de perfil del artista francés, unas líneas para llenar en frente del rostro, la firma de Barrios y las instrucciones que invitaban al lector del diario a escribir un sueño. Posteriormente realizó una segunda versión de la misma obra donde el artista escribió sus propios «sueños», redactados con una caligrafía cuidadosa. En esos textos se construyen ficciones donde se relacionan los variados intereses de Barrios: la historia del arte, el esoterismo, la fantasía, lo surrealista, la idea como arte, todo expresado con gran sentido del humor». En Autorretrato disfrazado de artista se exponen alguno de estos sueños y un retrato al modo del que Man Ray tomó a Duchamp en el que Álvaro Barrios es el retratado -con una tonsura en la cabeza. y Óscar Monsalve el que retrata.

Ancore à cet astre, por Álvaro Barrios y Óscar Monsalve, 1980.

Ancore à cet astre, por Álvaro Barrios y Óscar Monsalve, 1980.

Miguel Ángel Rojas constituye un buen ejemplo de ese replanteamiento de la representación que agita buena parte de estos trabajos conceptuales. Realizó una serie a partir de imágenes eróticas: las trataba, aislaba y cambiaba la escala al mínimo de forma que no era posible identificar ese origen, a veces pornográfico, en dos palomas al vuelo.

Paloma, por Miguel Ángel Rojas.

Paloma, por Miguel Ángel Rojas.

El refrán la letra con sangre entra está en el origen de otro trabajo, esta vez de Eduardo Hernández, en el que se puede intuir una crítica hacia una sociedad represiva. Hernández escribió con su propia sangre la frase y documentó, también a través de fotografías, el proceso desde que acudió a que la extrajeran sangre.

La letra con sangre entra, por Eduardo Hernández.

La letra con sangre entra, por Eduardo Hernández.

En la exposición hay también una curiosidad: la incursión en la fotografía del pintor abstracto, al que Santiago Rueda define como casi minimalista, de Manolo Vellojín en una serie en polaroid.

La sala de exposiciones del Instituto Cervantes está en la calle Alcalá 49. La entrada es gratuita.

* La imagen superior destacada es: Cables, por Jorge Ortiz.

 

 

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