La simultaneidad de Sonia Delaunay en la Tate Modern

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Los colores simultáneos y las luces vibrantes de esta multidisciplinar artista se exponen en el museo británico hasta el 9 de agosto. Su voluntad de exploración y la belleza abstracta de sus creaciones hacen de ésta una cita ineludible

Figura clave para la efervescente vanguardia parisina de las primeras décadas del siglo XX y llave del arte abstracto posterior, Sonia Delaunay disfruta de la primera muestra retrospectiva en suelo inglés. Desde el 15 de abril y hasta el 9 de agosto se puede contemplar esta exposición que reúne gran diversidad de piezas de todas las disciplinas que desarrolló la artista de origen ruso, en su deseo por explorar fuera de los límites de las Bellas Artes.

A pesar de haber sido la primera mujer viva en ser objeto de una exposición monográfica en el Louvre en 1964, su obra siempre ha estado inevitablemente asociada, y a veces supeditada, al trabajo de su marido, el excelente artista Robert Delaunay. Lo cierto es que juntos lograron una nueva visión de la modernidad y de la abstracción, explorando los efectos de la luz eléctrica y los colores de la vida urbana.

Desnudo Amarillo, por Sonia Delaunay, 1908, Museo de Bellas Artes de Nantes, Nantes.

Desnudo Amarillo, por Sonia Delaunay, 1908, Museo de Bellas Artes de Nantes, Nantes.

Nacida como Sarah Stern en el seno de una familia judía de Odessa en 1885, pronto se trasladó a San Petersburgo, donde pudo acceder a una educación cosmopolita y estimulante. Completó su formación en la parisina Académie de La Palette, fascinada por la intensa fuerza expresiva de pintores como Gauguin o los integrantes del grupo expresionista alemán Die Brücke (El Puente). Sus primeras obras muestran factura de ello, aunque ya se vislumbra la potencial interpretación del uso de colores expresionistas. Desnudo Amarillo (1908) presenta una figura de piel amarilla y poderosa expresión melancólica sobre un fondo de tonos esmeraldas y morados, donde los colores son potenciados por el contraste de los contornos negros. Este empleo de las lineas oscuras junto la máscara que dibuja su rostro asocian esta pintura con el primitivismo, tan en boga en el París de la época.

Prismas eléctricos, por Sonia Delaunay, 1914, Colección del Centro Pompidou, París.

Prismas eléctricos, por Sonia Delaunay, 1914, Colección del Centro Pompidou, París.

Su deseo de permanecer en la capital francesa le llevó a casarse por primera vez en un matrimonio concertado con el comerciante Wilhem Uhde. Esto supuso un gran impulso artístico para su carrera, pues Uhde era el marchante de Picasso, Derain e incluso del propio Robert Delaunay. Es en la galería del mismo Uhde donde surgió la relación artística y sentimental con Robert y se trasladaron a la mítica Rue des Grands-Augustins tras su boda en 1910. Fue el seno de la creación del llamado «simultaneísmo», un movimiento propio procedente de la teoría científica de Michel Eugène Chevreul, que defendía la distinta percepción de los colores según los situados a su alrededor. Guillaume Apollinaire lo identificó en 1912 como una nueva rama dentro del orfismo, pues veía en la combinación de luz, color y movimiento cualidades musicales, razón por la cual empleó el nombre de Orfeo, poeta y músico de la mitología griega. En sus series de Prismas Eléctricos, Sonia Delaunay reproduce en círculos concéntricos la refracción de las luces y el bullicio del Boulevard de Saint-Michel.

Abrigo diseñado por Sonia Delaunay para la actriz Gloria Swanson en 1923, Colección privada.

Abrigo diseñado por Sonia Delaunay para la actriz Gloria Swanson en 1923, Colección privada.

La vida agitada y urbana de París le brindó la oportunidad de colaborar con poetas como Blaise Cendrads en la ilustración de La Prose du Transsibérien et de la petite Jehanne de France, pero también la inspiración en lugares poco comunes como la sala de tango Bal Bullier. Sin embargo, su viaje por España y Portugal durante la Primera Guerra Mundial no fue menos enriquecedor. Durante su estancia en Madrid su ingenio se fusionó con el de Ramón Gómez de la Serna y supuso un impulso enorme en una ciudad bastante menos moderna que París. Intelectuales como Vicente Huidobro o Guillermo de Torre se subieron a la vanguardia que promovían los Delaunay. Además, Sonia abrió una pequeña tienda en la capital española donde vendía sus variadas creaciones, desde sus pinturas hasta prendas de moda o piezas de mobiliario. El exilio también unió a la polifacética artista con el coreógrafo Sergei Diághilev, para quien creó el maravilloso vestuario de Cleopatra.

Traje de Pierrot-Éclair por Sonia Delaunay en el set de Le P'tit Parigot, 1926.

Traje de Pierrot-Éclair por Sonia Delaunay en el set de Le P’tit Parigot, 1926.

En su regreso a París repite la operación de la apertura de establecimientos como hizo en Madrid, Bilbao o Barcelona, abriendo la «Boutique Simultánea» y llegando a colaborar con leyendas como Chanel o la revista Vogue en 1926. Su incursión en el mundo de la moda le llevó a experimentar con los dadaístas, diseñando para el propio Tristán Tzara.

Ritmo Coloreado, por Sonia Delaunay, 1946.

Ritmo Coloreado, por Sonia Delaunay, 1946.

Siempre en contacto con los ambientes creativos, durante la década de 1930 se acercó a grupos como Abstraction-Création o Cercle et Carré. Tras la pronta muerte de Robert en 1941, se traslada a Toulouse, residencia de Tzara y Uhde. Nunca abandona su búsqueda abstracta y cromática, por lo que asume una gama de colores más luminosa y ligera, en relación con la claridad del sur, como muestra en su Ritmo coloreado de 1946. Asimismo, en el transcurso de estos años, participó en la exhibición conjunta de Tendencias de Arte Abstracto, celebrada en la conocida Galería Denise René.

Incansable, al final de su vida decidió seguir investigando sobre las posibilidades de la abstracción, adaptada ya a los años setenta, haciendo una revisión de las formas y ritmos creados a lo largo de su carrera.

Natalia de VAL NAVARES

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