Edward Hopper: 133 años irreales

Hopper-Meditations-by-Richard-Tuschman-7.jpg

Académicos, críticos, públicos y galeristas conocen a Edward Hopper como al gran realista norteamericano, maestro de luz y soledades. Esta visión es, sin embargo, un mito. A continuación se explica el porqué en un extracto de la entrevista realizada a Carter Foster, comisario del Whitney Museum, quien ha publicado un libro que desafía la concepciones historiográficas clásicas

En sus 10 años de comisariado para el Whitney, Carter Foster ha mostrado inquietudes diversas, pero una única e invariable rigurosidad y gusto por el detalle. Estas cualidades se han plasmado en la memorable exposición “Real/Sureal” o en el tratamiento de los experimentos gravitacionales de Aleksandra Mir. Aunque probablemente su gran satisfacción haya sido convertirse en uno de los mayores expertos mundiales en Edward Hopper.

La razón es clara y distinta. El Whitney Museum, la casa de los artistas, de tantos que atravesando el mundo han pasado por América, fue asimismo la casa de Edward Hopper. En el Whitney Studio Club, institución precursora del actual Whitney, por supuesto fundada y protegida por Gertrude Vanderbilt Whitney, Hopper expuso por primera vez en solitario. El mismísimo “Early Sunday Morning” fue comprado por el Whitney apenas unos meses después de que fuera pintado, de modo que Hopper sintió el arropo del museo desde los primeros momentos de su carrera, y hasta que se convirtiera en pintor de éxito, coronado con doctorados honoríficos y premios de toda índole. Hopper llegó a ser íntimo amigo del comisario Lloyd Goodrich, el que se convirtiera en director del museo por más de una década. A tal punto llegó la imbricación de museo y artista, artista y museo, que a su muerte la obra de Hopper fue legada por entero al Whitney Museum, donde hoy se alberga la mayor colección de piezas del creador en el mundo.

nighthawks

«Nighthawks» , 1942

Este es el tesoro con el que Carter Foster se encontró hace diez años al llegar al museo. A él y a su valor se ha ido aproximando, estudiando cuidadosamente cada pintura y cada dibujo de sus legajos. El análisis de las dos mil quinientas obras gráficas que guarda la colección, en paralelo con las pinturas a las que sirven de estudio y con el objetivo claro de entender el proceso material de su elaboración artística, su inspiración geográfica precisa, y sus intereses manifiestos, han arrojado un producto editorial sin precedente, un libro en el que Carter Foster desafía las concepciones historiográficas más asentadas alrededor de la obra de Hopper.

automat__by_edward_hopper___copy_by_aquafon-d4j24eu

«Automat»,1927

Manuel Rodríguez: Edward Hopper ha sido considerado por largo tiempo como el realista americano por excelencia. Sin embargo en su último libro “Hopper Drawing” nos descubre un proceso creativo que se aparta significativamente de lo que consideramos normalmente como realismo.

Carter Foster: Sí, jamás llamaría realista a Hopper. Podría llamarlo pintor representacional, pero de ninguna manera describe cómo se le aparece el mundo con precisión. Él mira al mundo a través de su propia subjetividad. Él disfruta de la libertad de usar su propia imaginación, y creo que hay un tenso equilibrio entre la realidad reconocible y ese algo más allá, un algo que llega a cierto paisaje interior, a un paisaje simbólico. Esto se percibe en el desarrollo de sus dibujos. Es interesante que necesite utilizar lo que observa para llegar a algo más universal.

MR: Entonces, aquellas palabras de Picasso: “Yo no pinto lo que veo, yo pinto lo que pienso” las podría hacer suyas Hopper.

CF: Muy cierto. Pintaba lo que pensaba. Era una persona profundamente empática. Lo que sabemos de él personalmente es que era  bastante callado, y quizá, precisamente por ello, se convirtió en un observador minucioso y en un intérprete muy sensible.

M.R: ¿Y qué podría pretender transmitir con sus figuras inmóviles y aquellos rostros inescrutables?

CF: Esa es una de las razones por las que gusta tanto su trabajo. La gente disfruta su ambigüedad porque de esa manera pueden proyectar sus propias historias en el lienzo. Hopper lo dijo explícitamente en más de una ocasión. Decía que no estaba dando una historia definida o narrativa de ningún tipo, y creo que el público disfruta genuinamente de ello. Los gestos y las expresiones resultan igualmente ambiguos por la misma razón.

gregorycrewdson_07

Fotografía de Gregory Crewdson.

MR: Y ha tenido una gran influencia en artistas contemporáneos.

CF: Sí, tiene una gran influencia hoy. Es interesante, porque para un pintor tan popular y bien conocido como era, no influyó tanto a otros artistas de su tiempo como lo hizo después a la cultura popular; y es que ahora es realmente un icono para el cine, la fotografía y toda clase de medios.Nunca tuvo seguidores directos que llegaran a ser importantes porque en cierta forma, lo que estaba haciendo era pintar cosas tan mundanas que a nadie le interesaba. Lo que los artistas  de hoy recogen de Hopper es esa emoción y esa atmósfera, también la idea de inflexión, de matiz sutil, y narrativas ambiguas. Algunos en los que ha recalado estos planteamientos son Gregry Krutzen , o el propio Wim Wenders, entre tantos otros.

Me pregunto si en este 133 aniversario del nacimiento de Edward Hopper, Carter Foster estará pensando seleccionar a alguno de sus dignos herederos para formar parte de la próxima Whitney Biennial, que ya se está cocinando a fuego lento para marzo del 2017.

Manuel RODRÍGUEZ

Para los lectores interesados, el artículo completo se publicará en el número de la revista de septiembre (a últimos de agosto en los quioscos).

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

scroll to top