Imogen Cunningham, sensualidad en blanco y negro

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Este 2016 se cumplen cuarenta años desde la muerte de Imogen Cunningham en 1976, una de las fotógrafas del siglo XX que destacaron no sólo por su técnica y habilidad para el encuadre fotográfico, sino por la dotación de una clara identidad a su trabajo. La Fábrica rinde homenaje a la artista con una exposición abierta hasta el 19 de febrero

Flores/Retratos  es el título que engloba a las más de quince fotografías que se muestran ahora en la galería de La Fábrica. Ambas denominaciones hacen referencia a los dos géneros más tratados por esta autora norteamericana, nacida a finales del XIX, y que desde muy joven decidió su vocación y pasión: la fotografía. Muchos de los estudios señalan que en los primeros años del cambio de siglo, descubre este camino gracias a la admiración por la fotógrafa pictorialista Gertrude Ksebier.Es entonces cuando inicia sus estudios universitarios de química en la Universidad de Washington, cuya tesis sobre El proceso químico en la fotografía moderna encarrilaba su carrera.Además, durante estos años trabajó paralelamente en el estudio fotográfico de Edward Curtis, de quién dijo después que «durante los dos años que estuve en su estudio, sólo coincidí con él dos veces. Sin embargo conocí a Muhr, un alemán que era muy bueno en la práctica de laboratorio y me lo enseñó todo. También fue el que me impulsó a irme a Alemania para seguir aprendiendo».

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«Two Callas» (dos lirios), 1925. ©Imogen Cunningham

Y dicho y hecho, Cunningham hizo las maletas y marchó a Alemania en 1909 donde seguiría estudiando sobre los intríngulis de la fotografía en la Universidad de la Imagen de Dresde. De nuevo, su tesis se centró en el proceso fotográfico, pero esta vez el punto de mira era la auto-producción en tonos sepias.Con el título debajo del brazo y la consolidación de una formación teórica, a su vuelta a Estados Unidos en 1913 emprende su trayectoria profesional desde la práctica con su primer estudio de fotografía.

Fueron años muy fructíferos para la creadora, sobre todo por su trabajo con el retrato que le otorgó cierta popularidad en el sector de la fotografía. Como consecuencia, en 1913 la Brooklyn Academy of Arts of Science le invitaría  exponer de forma individual, y al año siguiente exhibiría sus obras en una muestra colectiva, An International Exhibition of Pictorial Photography, en Nueva York.

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«Triangles» (triángulos), 1928.©Imogen Cunningham

No obstante, al conocer al artista e ilustrador Roi Partridge, con quién contrajo al poco tiempo matrimonio, su producción fotográfica se redujo para los próximos años, al igual que sus apariciones en exposiciones y demás actividades del circuito.Aún así,mientras criaba a sus tres hijos en otra ciudad llamada San Francisco, continuó practicando la fotografía, aunque esta vez en un círculo más intimo. La mayor parte de las imágenes de esta etapa de su vida son sus tres niños y las flores de su jardín, que le sirvieron para potenciar esa sensualidad de la que ya no se separarán el resto de sus trabajos. También aprovechó la vida en pareja para jugar y componer con los desnudos: en ellos se aprecia sobre todo una ilusión geométrica, aunque la complicidad y la atracción del sexo desnudo será otro comentario implícito en este tipo de fotografías.

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«The unmade bed» (la cama deshecha), 1957.

Precisamente nueve años después, la elección de diez de sus fotografías  de plantas – la serie Pflanzenformen– por Edwarsd Weston  para la exposición Film ind Foto en Stuttgart, le devolvió a Imogen Cunniham ser uno de los nombres más sonados. Corría entonces la década de los treinta, y como proyectos relevantes estuvo la fundación, junto a otros fotógrafos, del grupo f/64, y su trabajo en la revista Vanity Fair para la que retrató al mundo hollywoodiense, figuras políticas, del teatro y del arte. Por su objetivo desfilaron  Frida Kalho y la bailarina Martha Graham, entre otros muchos creadores históricos.

Los frutos de su trayectoria los recogería a los sesenta años cuando fue invitada por Ansel Adams a unirse al departamento de fotografía de la Escuela de Bellas Artes de California.Un trabajo que seguiría compaginando con la creación. De las últimas series que nos dejó la fotógrafa antes de morir, destaca After Ninety como ejemplo más notorio de su pensamiento. En ésta nos narran al ser humano nonagenario, con su esencia interna y externa, reflejada en una corporeidad marcada por las huellas de toda una vida.

Con motivos de la conmemoración por los 40 años desde su muerte, la Revista Matador P de La Fábrica escoge las fotografías de Cunniham en el nuevo número que dedica a la Botánica. Se puede adquirir online desde la página de La Fábrica.

 

 

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