Érase una vez Cristina Mejías

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Escribir una historia nunca resulta tarea fácil. Sin embargo no es el enfrentarse al texto lo que más puede llegar a exasperar al creador literario, sino la invención de la trama fantástica que desencadena su relato. Cada narración es fruto de una mente, así como de los nutrientes específicos que alimentan su imaginación. A continuación, desde los mil y un cuentos que constituyen el estudio de Cristina Mejías, contamos su historia. La diferencia es que esta vez la protagonista no va ser tanto la biografía de la artista, como sí el motor que todo lo mueve y antecede al resultado de sus obras y sus exposiciones: su creatividad

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Esta historia, en la que tan sólo están acabados los primeros capítulos, comienza en Dublín en el 2010. Por entonces Cristina Mejías terminaba la carrera de Bellas Artes. Fue este cambio de contexto el que trajo consigo el primer eslabón de su trabajo. «La estancia en Irlanda significó otra realidad mucho más abierta comparada con la que había experimentado los cursos anteriores en España. En Dublín tenía un estudio en el que trabajaba en proyectos con mayor implicación personal. De esta etapa reconozco uno de ellos como la partida del resto. Se llamó Slumberland  y remite al título de uno de los cómic más antiguos, cuyo autor es Winsor McCay. Pero lo curioso son las viñetas, las cuales trascurren todas iguales: un niño se mete en la cama y empieza a soñar hasta que se cae de esta, se despierta y por tanto, aterriza de nuevo en su realidad. Esa conexión entre lo onírico, lo fantástico y la realidad, hizo saltar la chispa de planteamientos posteriores«.

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Una experiencia similar a la del cómic, la sufrió ese mismo verano del 2010 Cristina Mejías cuando regresó a España. La ensoñación de Irlanda había llegado a su fin. Sin embargo, como responsable de sus  propias aventuras, la artista decidió emprender el viaje a una nueva ciudad, llamada Berlín, para rencontrarse con su creación onírica.

Allí se topó con otro hecho duramente veraz, la de los jóvenes españoles universitarios emigrados a Alemania con el fin de conseguir una situación laboral decente para sus profesiones.»Cuando llegué a Berlín estaba latente una  pieza – ‘Álbum familiar’ que había hecho en verano. Se trataba de recrear un álbum con fotografías antiguas de mi familia junto con detalles de otras que me había encontrado en lugares y sitios distintos. De tal forma que se reescribía la historia de mis familiares pero añadiendo elementos ajenos a sus vidas y a los acontecimientos originales que habían inmortalizado. Se introducía a la narración objetiva un matiz de ficción y fantasía».

De esta semilla creció el planteamiento de Herzlich Wilkomne y Videconvivencia. La génesis de ambos proyectos parte de la misma idea que Álbum familiar, contar los relatos de diferentes personas – en el primer caso, de 9 españoles universitarios emigrados a Alemania, y en el del segundo, su propia experiencia- de una manera literaria, fantástica. «En ‘Herzlich Wilkomne’ (La bienvenida) los 9 emigrados españoles llevaban unas máscaras de animales.Éstas significaban el elemento irreal que convirtieron las narraciones como si de fábulas se tratase. Sin embargo en estos relatos sentí que faltaba contar mi experiencia. Fue entonces cuando nació ‘Videconvivencia’, que no es otra cosa que una videoconferencia por skype de 8 horas con mi familia en Jérez. De forma cotidiana dejábamos encendida esta ventana virtual.Pero fue un día en concreto que quise que los dos lugares se mantuviesen conectados en un mismo espacio durante casi una jornada entera».

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Detalle de ‘Fernweh’, 2015. Obra producida al hilo de ‘Temps vecú’ Fotografía de Sofía Reyes.

Otros relatos llegaron con otra ciudad y otro libro en 2014. Se materializaron en Tesauro y Temps vecú, dos proyectos que de nuevo caminarían en paralelo. La vida  inverosímil de Heins Bolterec, fue el libro, y Madrid, la ciudad. «A priori ambos parece que no tienen mucha relación, pero para mí sí la tienen porque nacieron como consecuencia de la misma reflexión. Todos los objetos que introduje en Tesauro son objetos que colecciono por distintas razones y con los que en esta instalación recreo un relato que los conecta a todos. El libro de Bolterec con el que me topé por entonces de casualidad, establecía en muchos capítulos conexiones con asuntos y temas que a voz de pronto les separaban más diferencias que similitudes. Esto también me llevaba a una idea leída en un texto sobre el inventor de los fractales, en el que se explica muy bien el cambio de percepción al ampliar un mapa y conocer todos los pliegues y capas de un lugar. Algo similar me parece que ocurre con la memoria, como terreno muy vasto compuesta por pequeños recuerdos. Decidí entonces trasladar la escala reducida, a lo temporal; es decir, seleccionar y enlazar objetos que contenían fragmentos de vivencias«.

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A raíz de este  trabajo del recuerdo, se cultivó Temps vecú. En el que tuvo también su contribución otro de los capítulos de La vida inverosímil. El tema esta vez era la crónica de las rocas, y en concreto la de un tipo, los radioisotopos, de los que podemos conocer su origen, su memoria, midiendo lo que ha desaparecido de su materia. «Me dí cuenta que con las conversaciones que mantenía con mi abuela ocurría algo similar. Cada vez que me repetía una historia, se alteraba algo, se ocasionaba una leve pérdida de información, un vacío, del que yo me apropiaba después para rellenarlo según mi perspectiva». El hecho de alcanzar el origen, recreando los espacios en blanco, nos devuelve el planteamiento de quién sueña y fantasea, y por tanto, huye de la realidad. Los vídeos y láminas que han materializado este proyecto, nos producen esa sensación de ensoñación, en la que la mano de la artista es guiada por la de su abuela que le enseña los patrones de costura con los que solía trabajar y han perdurado en el recuerdo.

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‘Érase’, 2015 (segunda parte ‘Temps vecu’). Fotografía de Sofía Reyes

La segunda parte de este planteamiento se recoge en otro vídeo, en el cuál la artista se encamina a repetir lo aprendido de su abuela. Sin embargo, al intentar borrar las marcas, los surcos del original (del pasado), resulta una tarea imposible. La huella de la memoria se impone en el nuevo relato, el cuál no arrancará sin antes enunciar primero un Érase (una vez), con el que se abre otro capitulo más de la historia de Cristina Mejías.

Datos útiles: la artista participa en la muestra colectiva, ‘Feminis-Arte IV: Mujeres y narraciones estéticas genéricas’, hasta el 15 de mayo en  CentroCentro Cibeles. También se puede conocer su obra en Galería Espacio Efrain Bernal.

Reportaje fotográfico, Sofía REYES/ Redacción y documentación, Sara VALVERDE.  

 

 

 

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