La XV Bienal de Arquitectura de Venecia se celebra desde el 28 de mayo hasta el 27 de noviembre. En el número de agosto de Descubrir el Arte publicamos un interesante artículo de Miguel Barahona que describe y valora esta convocatoria, comisariada por Alejandro Aravena. Aquí recogemos la contextualización del mismo autor en relación con ediciones anteriores
La Bienal de Arquitectura de 2014 tuvo un carácter netamente introspectivo: pretendía rehacer la disciplina desde sus propios elementos, ignorando que la profesión ya estaba afrontando su necesaria renovación desde nuevos puntos de vista provenientes del exterior. En esta ocasión, con Alejandro Aravena como comisario, se busca una arquitectura capaz de responder y comunicar con la sociedad, para promover supuestamente intervenciones casi anónimas, realizadas con humildad, desde abajo, en colaboración con una sociedad activa que quiere ser partícipe de todo el proceso que va desde la concepción hasta su construcción.
De todas formas, este complejo por el ensimismamiento de los arquitectos, por su endogamia, y la búsqueda de caminos para abrirse al resto de la sociedad, de atender a las circunstancias reales de la gente son ya un clásico del debate profesional en general y de la Bienal de Venecia en particular. Si repasamos los lemas de otras ediciones desde que empezó a celebrarse con regularidad hasta acabar adoptando su estructura actual, nos encontramos con intenciones parecidas en muchas de ellas: en 2000, “Menos estética y más ética”; en 2006, “Ciudades, arquitectura y sociedad”; en 2008, “Ahí fuera: la arquitectura más allá de los edificios”; en 2010, «La gente se encuentra en la arquitectura»; en 2012, «Common Ground», que en una traducción menos literal querría decir algo así como “Territorios para la comunidad”. Títulos que se alternan con otros más disciplinares como «Next» en 2002, «Metamorph» en 2004, o el referido «Fundamentals» de 2014. Tal vez el supuesto debate no sea tal, y debamos dudar de su sinceridad o incluso de su posibilidad. Parece que se trata más bien de una discusión privada, de un argumento que interesa solo a los interesados, como aquello que en apariencia se está criticando.
La Bienal de 2016 intenta mostrar un valioso movimiento que ha recorrido la arquitectura de los últimos años. Se trata de arquitecturas comprometidas que además resultan ser culturalmente válidas y aspiran a redefinir un ideal de belleza al alcance de todos.
Miguel BARAHONA