Mora homenajea a Manuel de Gracia

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En esta exposición póstuma, que se celebra en su ciudad natal hasta el 28 de septiembre, se recogen trabajos del pintor donde se plasman los lugares que le cautivaron, sobre todos su particular «Paraíso»: la Vera extremeña

La obra de Manuel de Gracia (Mora, Toledo, 1937- 2017), orgulloso de sus origines morachos, está dedicada al paisaje, con un amplio registro que va desde parajes solitarios al esplendor de un árbol en flor. Además le gusta captar el paisaje urbano, localidades francesas o el palacio de Aranjuez, un espacio casi inagotable para el pintor, como también lo es la Vera extremeña, lugar en el que residió hasta su muerte y donde encontró su “paraíso”. Así recuerda su hija, la pintora Ninoska, en el catálogo de esta exposición, sobre el paraíso cacereño del pintor que plasma en sus cuadros, es “una casa en mitad de la naturaleza, flanqueada por la sierra de Gredos, un maravilloso vergel de flores, robles, madroños y olivos, glicinias y buganvillas, con un romántico patio de color azul añil. Un patio donde el rumor del agua le trasladaba el recuerdo de su infancia, el patio de su casa de la calle Rasilla, en Mora de Toledo”.

Primavera en Gredos. La Vera (Cáceres), óleo sobre lienzo, 81 x 100 cm. Arriba, retrato de Manuel de Gracia.

De su trayectoria pictórica hay que destacar su capacidad para plasmar en sus lienzos la realidad sugestiva de la naturaleza o de la arquitectura, la atmósfera y la serena belleza que imprime a sus obras o su extraordinario dominio de la luz y, detrás de todo ello, una técnica impecable y una mirada llena de sensibilidad.

Ermita normanda (Francia), óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm.

La carrera, y su experiencia vital, de Manuel de Gracia está marcada por los viajes, el primero en 1956 cuando se traslada a vivir a Madrid para cursar estudios de pintura; cinco años después será París, una ciudad que le marcará profundamente porque “descubre” el impresionismo. En 1973 consigue el Premio África, un pensionado en el Sáhara, una experiencia que da como fruto una serie de óleos que expone en la Dirección General del Sáhara, y que para esta ocasión son recuperadas para la exposición. A partir de entonces su obra es fruto de sus viajes, siempre cargado con los caballetes y los óleos para pintar a plein air e impregnarse de la “impresión” que el paisaje comunica al alma como antaño hicieron los impresionistas.

Puerta con figura. Chefchaouen (Marruecos), óleo sobre lienzo, 61 x 50 cm.

Asimismo, hay que destacar algunos de sus reconocimientos académicos que recibió en vida como su nombramiento como Académico de la Real Academia de Bellas Artes o de Ciencias Históricas de Toledo. También recibió la Paleta de oro del Nervión en Bilbao, ciudad que le rindió un homenaje y le nombró hijo adoptivo. Su última exposición individual se realizó en 2017, unos meses antes de su fallecimiento, en su galería de referencia Asorena.

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