Catherine Nixey: “La violencia que ejercieron los cristianos contra las demás religiones en el siglo IV fue fanatismo en estado puro”

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En La edad de la penumbra, la historiadora británica describe los ataques que sufrieron los centros de culto paganos y la mutilación de estatuas a cargo de turbas instigadas en muchos casos por la curia. Una violencia contra las imágenes que si bien había tenido antecedentes a lo largo de toda la Antigüedad, desde las primeras culturas urbanas mesopotámicas al Egipto faraónico o el mundo persa, adquirió a partir del Concilio de Elvira, celebrado en el año 306, unos tintes de intolerancia cuyos ecos pueden rastrearse hasta nuestros días   

“Los destructores surgieron del desierto. (…) Sus ataques eran primitivos, violentos y muy efectivos. Esos hombres se movían en jaurías (…) y cuando aparecían, lo que seguía era la completa destrucción. (…) En ese ambiente, el templo de Atenea en Palmira era un objetivo evidente”. ¿Mayo de 2015? ¿El Estado Islámico? Podría ser, pero no. Es el relato que inicia el libro de Catherine Nixey La edad de la penumbra, que describe el asalto de fanáticos cristianos a Palmira en 385, como epítome de un proceso que se demostraría imparable: el aniquilamiento por parte del cristianismo de todo vestigio de la cultura clásica, que hasta hacía pocos años había fundamentado filosófica, estética y religiosamente el mundo romano.

Catherine Nixey, autora del libro La edad de la penumbra, Madrid, Taurus, 2018, 320 págs., 22,90€

Pregunta. ¿Por qué se decidió por este tema para su primer ensayo?

Catherine Nixey. Sobre todo porque es una historia que nadie había contado y que merece ser rescatada, tanto por su interés en sí misma como porque aporta el conocimiento de unos hechos que han sido velados, o incluso ocultados, por la historiografía, que ha hecho hincapié en una visión unívoca del proceso y los tiempos en que el cristianismo se convirtió en religión oficial del Imperio romano.

P. Un proceso que fue realmente rápido.

C. N. Ciertamente, en términos históricos, transcurrió muy poco tiempo entre las persecuciones de Diocleciano de finales del siglo III y el edicto de Milán de 313 y el de Tesalónica de 380, que hizo del cristianismo la religión oficial del Imperio. Y en todo ello, fue Constantino quien tuvo un papel clave, porque comprendió la importancia que podía tener contar con el apoyo de una religión que proclamaba la idea de un solo dios, como forma de reafirmar su propio poder unipersonal.

Cabeza de Afrodita, siglo I d.C., procedente de Grecia, probablemente de Atenas, Colecciones Griegas del Instituto de Arte de Chicago.

P. ¿Cuándo se inició la persecución y la violencia contra la cultura y la religión clásicas?

C. N. Ya en tiempos de Constantino se destruyeron algunos templos, pero fue en la época de Teodosio cuando la violencia alcanzó su clímax.

P. ¿Y se dio por igual en todo el Imperio?

C. N. Es difícil precisar si tuvo la misma intensidad en un ámbito territorial tan extenso, pero lo cierto es que hay testimonios de destrucción, tanto escritos como arqueológicos, en lugares tan distantes como Siria, donde actuaron con profusión los llamados “monjes del desierto”, que fueron particularmente feroces y eficientes, Grecia, Britania, Germania o Hispania.

Retrato del emperador Macrino, de principios a mediados del siglo III, mármol, 26 x 17 x 22 cm, Cambridge (Massachusetts), Harvard Museum.

P. ¿Cuáles eran los objetivos principales?

C. N. La intención básica desde el punto de vista religioso era erradicar el mal que representaban los cultos paganos a deidades que se consideraban demoniacas, y que se materializaba en templos y estatuas que debían ser destruidas para anular sus poderes maléficos, ya fuera separándoles el cuerpo de la cabeza o cortándoles las manos, como ocurrió con las esculturas del Partenón.

P. Y toda esta destrucción, ¿obedecía a un plan?

C. N. Lo que sí hubo fue una instigación desde la curia a cometer este tipo de actos, como san Agustín y san Martín, que en algunos de sus escritos inciden en la presencia cotidiana del mal y la obligación de todo cristiano de luchar contra él, lo que provocó que, en muchos casos, la violencia que se ejerció contra las demás religiones y el saber clásico en el siglo IV fuera fanatismo en estado puro.

Friso B de los relieves de la Cancillería, mármol, 81-96 d.C., Roma, Museos Vaticanos. Debido a la damnatio memoriae que siguió a su muerte violenta, el rostro del emperador Domiciano fue reelaborado como el de Nerva (cuarto por la izquierda).

P. Su libro, aunque muy documentado, es, digamos, poco académico en la forma, e incluso muy literario, con muchas descripciones llenas de detalle. ¿Por qué optó por esta fórmula?

C. N. Bueno, yo hago también crítica literaria en el Times, y me encuentro con tantos libros tan aburridos, que creo que es casi una falta de respeto hacia el lector. Por eso mi intención fue escribir un texto que aportara, más allá del relato de unos hechos, una descripción, siempre documentada, de cómo era aquel mundo desde una óptica, diríamos, sensorial.

P. ¿Qué piensa de la polémica que ha generado su libro?

C. N. Creo que, como seres críticos que somos, o deberíamos ser, siempre hay que plantearse que cualquier realidad tiene diferentes lecturas, y que la historia oficial es una construcción cuestionable y criticable, y si ella lo es, cómo no lo va a ser mi libro.

Busto del gobernante acadio Sargón I, ss. XXIIIXXII a.C., bronce, 30,5 cm de altura, Bagdad, Museo Nacional de Irak.

Iconoclasia, el combate por el relato iconográfico

Este es el título de nuestro tema En portada de la revista de noviembre, número 261, en el que cinco especialistas analizan la violencia que se ha ejercido sobre las imágenes desde la Antigüedad hasta nuestros días.

Akhenatón y su hija ofreciendo un ramo a Atón, relieve tallado, h. 1353-36 a.C., piedra caliza y pigmentos, 22,7 x 51,6 x 3,2 cm, Nueva York, Museo de Brooklyn.

Un tema, por otra parte, de gran actualidad por las acciones realizadas en los últimos meses contra monumentos dedicados a personajes como, entre otros, Cristóbal Colón, Thomas Jefferson, Edward Colston o Leopoldo II de Bélgica, por el movimiento antirracista Black Lives Matter, surgido a raíz del asesinato del ciudadano estadounidense negro George Floyd a manos del policía blanco Derek Chauvin en Minneapolis el 25 de mayo, ha puesto sobre la mesa, nuevamente, la ancestral y recurrente querella de la iconoclasia –término, por su etimología, más apropiado que el más comúnmente utilizado iconoclastia–. Por ello, ante la trascendencia del debate originado por estos hechos, y con la intención de ayudar a contextualizarlos en un marco más amplio y rico, hemos decidido elaborar este dosier, en el que se analiza la cuestión tanto desde una perspectiva teórica como histórica, con especial énfasis en determinados periodos en los que tuvo una particular incidencia.

Francesc FABRÉS SABURIT

4 Replies to “Catherine Nixey: “La violencia que ejercieron los cristianos contra las demás religiones en el siglo IV fue fanatismo en estado puro””

  1. Rubén de la Cruz Orejudo dice:

    No `puede servir de excusa lo que hicerón los cristianos en tiempos preteritos con los que sigue haciendo parte de la religión musulmana en pleno siglo XXI.

  2. Mario dice:

    Un relato del lado oscuro del cristianismo: violencia e intolerancia.

  3. Francisco Martín Hoya dice:

    Sin duda una barbarie. Focalizada en un contexto concreto en el tiempo…. lo grave es ,que hechos así ,se han vuelto a repetir y no tan lejanos en el tiempo. ¡La humanidad no aprende de “su” Historia!.

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