Dentro de su programa LECCIONES DE ARTE, el Museo Cerralbo en cuatro únicas visitas, 16, 23 de abril y 21 y 28 de mayo a las 18 horas, y de la mano de María Blanco Conde, explicará la colección de relojes antiguos que logró reunir el marqués de Cerralbo para su palacio, hoy museo estatal, en la calle Ventura Rodríguez, 14 de Madrid
Durante varios siglos, la construcción de relojes muebles fue patrimonio exclusivo de Europa. La extensión del tiempo la miden los relojes y, si es muy amplia, los calendarios. El arte de la relojería la dominaron los italianos hasta el siglo XV, los alemanes en el siglo siguiente y en el siglo XVII los ingleses. Los franceses compartieron su hegemonía con los británicos en el siglo XVIII y los suizos en las dos últimas centurias. El coleccionismo de relojes nace en el siglo XVI, el humanismo condicionó el gran interés hacia los instrumentos científicos. Carlos V fue un gran aficionado a los relojes y su hijo Felipe II continuó con la contratación de artífices como Hans de Evalo y Jennin Coccart (del que hay un ejemplar en la colección en el Museo Cerralbo), relojeros naturales de Bruselas y la más importante coleccionista de relojes de la dinastía de los Austrias fue doña Mariana, esposa de Felipe IV y madre del rey Carlos II.
Ya en tiempo de los Borbones, Carlos IV fue más que un gran coleccionista, ya que él mismo se encargaba de su mantenimiento y uso. El marqués de Cerralbo logró reunir un conjunto de 71 relojes distribuidos por las distintas estancias del palacio que corresponden a una variada tipología de las relojerías inglesas y francesas principalmente. No se formó está colección tan sólo con un afán de coleccionismo sino que estas piezas cumplían otra función: decorar el palacio madrileño. En esta colección podemos encontrarnos diversos ejemplares correspondientes a los dos sistemas mecánicos que prevalecieron a lo largo de toda la historia de la relojería. El inglés (Bracket) y el Francés ( Movimiento París). Además hay un tipo muy apreciado por los coleccionistas llamado relojes misteriosos, el que se encuentra en el Salón de Baile es excepcional, ya que sólo se conocen dos ejemplares en el mundo. Por último, varios relojes de uso personal y cuadrantes de sol del siglo XVII, uno de ellos firmado en 1604 por Cocart serán el broche de oro para concluir esta visita. © María BLANCO CONDE