Daniel R. Martin: entre el ciclo vital y el proceso creativo

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El artista presenta en la galería Siboney (Santander) Aedificare Hortis, una muestra compuesta por pinturas y composiciones de pared, junto a esculturas de suelo y peana, en las que la naturaleza y lo orgánico se sintetizan hasta convertirse en la esencia de una trama que impregnan de ligereza toda su obra. Hasta el 25 de junio

Hace veinticinco años que Daniel R. Martín (Santander, 1966) ingresó en la galería Siboney y lo hizo de la mano de Fernando Zamanillo, que le presentó en la que sería su primera colaboración, en el marco del proyecto Entretalleres, 1995, junto a Leire Ormaeche y Jorge Fernández Bolado, una muestra a la que seguirían varias exposiciones individuales, Celdas y Laberintos (2000), Esencia de vida (2006) y Vidas paralelas (2015). Artista vinculado desde entonces al proyecto Siboney, su trabajo ha discurrido por otras galerías, museos y ferias.

Sobre estas líneas, Ligno sola hiems (detalle). Arriba, Orgánicos iI. Todas las obras de Daniel R. Martín, galería Siboney.

A finales del pasado 2017, presentó la obra Esencia Procera –una pieza que ejemplifica los ciclos de la vida, a través de la “profunda carga simbólica de una naturaleza simplificada casi objetualizada y enmascarada bajo el artificio de la pintura”–, en su nueva ubicación, en el hall del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla (HUMV), uno de los principales espacios de circulación del hospital, que con el devenir de los años, se va convirtiendo en una suerte de galería de arte.

En estos más de veinte años de dedicación a la escultura, Daniel R. Martín ha sembrado territorios diversos, áridos o propicios a la innovación, con un lenguaje personal y poético, propio de un certero francotirador que parapetado en un estudio, permanece fiel al utillaje inherente a la escultura en hierro, y con el que planteó, en sus inicios, formulaciones heredadas de sus maestros (Susana Solano o Sergi Aguilar, que sin duda constituyeron una referencia clave en sus trabajos de los noventa), que contrasta sobre manera con la delicadeza que emana de la poética de su particular obra.

Orgánicos I.

En esta exposición en la galería Siboney, en las paredes, y junto a esculturas de suelo, esculturas en peanas y esculturas en baldas, se presenta una serie de piezas, pinturas sobre madera, que adquieren una dimensión escultórica, al encontrarse encerradas bajo una serie de capas de resina, con las que el autor juega con la transparencia y cualidad traslúcida del poliéster. La representación tiene tanta importancia como la materia viva que solidifica la obra.

Durante todos estos años ha mantenido su taller –su espacio vital–, en Soto de la Marina, que es como señalaría certeramente Guillermo Balbona en un texto con motivo de su participación en la muestra organizada por el Museo de Bellas Artes de Santander, El Puente de la Visión (2011), “un apéndice natural de su labor cotidiana”. Un lugar en el que el caos ampara la búsqueda formal y acompaña sus creaciones.

Ligno sola hiems, 2018, hierro patinado, 40 x 40 x 165 cm.

Más adelante, señala en el mismo texto, “en ese terreno industrial donde se funden herramientas, materiales e ideas, despeja dudas y miedos (…). La naturaleza, lo primigenio y primitivo son sus territorios naturales. Desde la fragilidad, levedad y diversidad de materiales, del poliéster al hierro patinado y la resina, ha construido su mundo delicado. La misma paciente mirada que desprende su obra asoma tras este antiguo taller metalúrgico. Su búsqueda iniciática permanente, siempre traza un cruce de caminos entre el ciclo de la vida y el proceso creativo. La metáfora industrial y artesanal en primer término. La naturaleza al fondo”.

Gravis ligno tristitia, 2018, hierro patinado, 36 x 36 x 155 cm.

Aedificare Hortis es una muestra de escultura y pintura, y la mezcla de ambas técnicas, si se nos permite, porque sus “papeles” no son al uso, ya que por el empleo de resinas y otros materiales, presentan una corporeidad inusual en la pintura. Una muestra materializada en una serie de pinturas y composiciones de pared, junto a las esculturas de suelo y peana, en las que la naturaleza y lo orgánico se sintetizan hasta convertirse en la esencia de una trama que impregnan de ligereza a toda su obra. Son trabajos realizados entre 2015 y 2018, que continúan profundizando en el cambio operado por el artista en los últimos años, fruto de un proceso reflexivo de búsqueda y cuestionamiento de su propio lenguaje. Con estas obras Daniel R. Martín enlaza coherentemente con etapas pretéritas, en las que había superado el rigor formalista de sus primeras series y muestras.

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