Una semana después de la presentación en el Museo del Prado del san Juan Bautista niño de Miguel Ángel, FRANCESCO CAGLIOTI, profesor de la Universidad de Nápoles Federico II y responsable de la certificación de la autoría a Miguel Ángel de esta escultura, ha impartido en la pinacoteca madrileña una conferencia. Posteriormente en una entrevista con MIGUEL SOBRINO, la única concedida a un medio de comunicación español, ha abordado cuestiones que completan, a nuestro juicio, su brillante exposición
El pasado 30 de marzo de 2015 fue por fin presentado al público español ―dentro del ciclo de exposiciones llamado “La obra invitada” que organiza la Fundación de Amigos del Museo del Prado― el san Juan Bautista niño de Miguel Ángel. Esta escultura de mármol, datada hacia 1495 (cuando su autor contaba veinte años), estaba en la capilla ubetense del Salvador y fue destruida, junto con el resto de imágenes de la iglesia, por un grupo anarquista a comienzos de la Guerra Civil. Recientemente, el Opificio delle Pietre Dure de Florencia ha terminado su recomposición, integrando los fragmentos originales en una restitución volumétrica efectuada con materiales modernos.
Una semana más tarde de abrirse la muestra ha tenido lugar, el 8 de abril, una excepcional conferencia del estudioso que ha logrado certificar la autoría miguelangelesca, Francesco Caglioti, profesor de la Universidad de Nápoles “Federico II”. Caglioti, sin dejar de recordar a Manuel Gómez-Moreno, que propuso dicha autoría ya en 1930 (seis años antes de que la escultura fuese hecha pedazos), ha narrado el desdén que inspiró en su día esa atribución entre los especialistas extranjeros, algo que debió de desanimar al propio Gómez-Moreno a la hora de profundizar en su estudio.
Caglioti, que a diferencia de la inmensa mayoría de sus colegas siempre supo ver la inmensa calidad de la estatua ―recordemos que unos pocos, como José Camón Aznar en su monografía de 1975, sí admitieron la teoría de Manuel Gómez-Moreno―, ha recopilado a lo largo de los años un buen número de fotografías antiguas, la mayoría inéditas y guardadas en lugares como la Fundación Rodríguez-Acosta de Granada (donde se custodia el legado Gómez-Moreno), el Instituto Alemán de Florencia (al que habían sido donadas por una investigadora que asignaba la obra a otro escultor) o el CSIC. Estas imágenes han resultado fundamentales a la hora de recomponer en Florencia la estatua a partir de sus escasos fragmentos, un trabajo financiado generosamente por el Estado italiano.
Como ha explicado Caglioti en su exposición ante un público que llenaba el auditorio del Museo del Prado, el problema que encuentran muchos investigadores cuando proceden al estudio de obras de juventud de Miguel Ángel ―como es el caso del san Juanito de Úbeda― es que buscan en ellas los rasgos de la revolución plástica protagonizada por el genio a partir de los últimos años del siglo XV. Es significativo, de hecho, que las esculturas aún extraviadas de Buonarroti (el Cupido dormido, el Hércules) correspondan a ese período juvenil.
Las imágenes proyectadas por el profesor, en una conferencia con el inequívoco título de “El san Juanito de Úbeda, obra maestra del joven Miguel Ángel”, han supuesto un recorrido plástico profundísimo a lo largo de las indiscutibles concomitancias que posee la escultura ubetense con otras obras primerizas de Buonarroti. Piezas como la tabla denominada Madonna de Manchester (British Museum) o el Baco del florentino museo del Bargello despiertan, al ser cotejadas con el San Juanito, conexiones sorprendentes y que dejan poco lugar a las dudas; en ese exhaustivo paragone, el pequeño fauno que acompaña al dios del vino aparece como una versión paganizante del santo bautista, mientras el rostro del propio Baco se revela como una progresión adulta de los rasgos que apuntan en el rostro infantil de la escultura de Úbeda.
Francesco Caglioti ha acompañado este recorrido con una poderosa armadura documental, que parte de la propia obra ―que en la entrevista posterior, la única concedida a un medio español, nos ha descrito como “el primer documento de cualquier investigación”― y que se acompaña de datos que corroboran su autoría y su posterior trayectoria: las referencias de Condivi y Vasari, biógrafos del artista, la relación de Cosme I (que hereda la pieza) con la España de la época, la desaparición de la estatua de la escena florentina, la figura de Francisco de los Cobos ―secretario de Carlos V y promotor de la capilla ubetense como panteón familiar― como gran coleccionista, nutrido por las obras que se le regalan gracias a su influencia política; y, por fin, el viaje del mármol miguelangelesco hasta nuestro país, donde desembarca en el puerto de Cartagena (el más cercano a Úbeda) para, antes de su destino postrero, ornar la capilla del poderoso secretario en su castillo-palacio de Sabiote.
Con gran amabilidad, Francesco Caglioti nos ha dedicado un largo rato tras su conferencia para responder algunas cuestiones que completan, a nuestro juicio, su brillante exposición, cuyo contenido puede buscarse a través de publicaciones recientes.
PREGUNTA: Profesor, en la conferencia ha detallado el desdén con que los estudiosos de Miguel Ángel han venido tratando durante más de ochenta años, desde que se formuló en 1930, la teoría de Gómez-Moreno sobre el San Juanito de Úbeda. Tras una investigación tan profunda y convincente como la suya y la exposición de la obra restituida en Florencia y Venecia antes de su vuelta a España, ¿cómo es hoy la acogida del mundo académico internacional?
RESPUESTA: Con un asentimiento general. Ahora nadie tiene ninguna duda acerca de que la escultura de Úbeda es el original del famoso san Juan Bautista niño de Miguel Ángel, que durante siglos se dio por perdido y que, tras el cuarto centenario del nacimiento del artista en 1875, intentó identificarse sin éxito en piezas que en realidad eran de otros autores, y algunas incluso muy posteriores. Es curioso que en algunos casos, como en el fallido del museo de Berlín, primasen razones nacionalistas: Alemania no podía asumir el carecer de una sola obra de Buonarroti en sus colecciones. Gómez-Moreno publicó solo una foto, y no muy buena, que fue el único elemento de juicio para la mayoría de los estudiosos, en parte debido a la rápida destrucción de la estatua; con el material gráfico encontrado en los últimos años (unido a las evidencias documentales), es evidente que su autor no puede ser otro que Miguel Ángel. Lo curioso es que muchos lo asienten y afirman ahora como si llevasen toda la vida haciéndolo, cuando en realidad les ha costado mucho tiempo reconocer la autenticidad de la obra.
PREGUNTA: En España hemos vivido recientemente algunas pequeñas revoluciones al respecto, primero con la restauración de la Gioconda del Prado…
RESPUESTA: …que no es de Leonardo.
PREGUNTA: Claro, obra del taller. Pero, debido a la repercusión internacional de asuntos como este o el del san Juanito, que en pocos meses volverá además a un importante centro histórico como Úbeda, lo que quería preguntarle es: ¿cree usted que estos hitos pueden ayudar al conocimiento del patrimonio español en el extranjero, y particularmente en Italia?
RESPUESTA: Ojalá ocurra. El conocimiento del patrimonio artístico y monumental español en Italia es muy deficiente. En parte se deberá al aislamiento político de su país hasta hace relativamente pocos años, pero lo cierto es que se conoce muy mal; por ejemplo, en las bibliotecas universitarias y de centros de investigación italianos no hay apenas fondos sobre arte español. Parece mentira que ocurra esto entre Italia y España, dos países con tanto en común, con lenguas similares… Afortunadamente, internet hace posible comprar ejemplares para compensar esa carencia, aparte de la infinidad de trabajos que hoy pueden consultarse a través de la web.
PREGUNTA: Después del revulsivo que ha supuesto la confirmación de la que, hoy por hoy, es la única obra segura de Buonarroti en España, ¿cree, señor Caglioti, que será posible encontrar más obras de Miguel Ángel que se dan todavía por perdidas?
RESPUESTA: Sí, es posible…
PREGUNTA: De hecho, parece haber cierto aluvión de noticias, con “descubrimientos” como los bronces de Cambridge.
RESPUESTA: Esas piezas son un pastiche. No son en absoluto de Miguel Ángel, pero es que además ni siquiera hay concordancia entre las figuras humanas y las de las panteras sobre las que cabalgan. Es un montaje.
PREGUNTA: Imagino que habrá para ello razones comerciales.
RESPUESTA: Pero fíjese en que las obras verdaderas e importantes de Miguel Ángel que se dan por perdidas son piezas de esa primera juventud a la que pertenece el san Juanito: el Cupido dormido, el Hércules… La clave está en no pretender ver estas esculturas a través del Moisés (algo habitual, ya que la mayoría de los estudiosos de Buonarroti son especialistas en el Cinquecento, y conocen mucho peor el Quattrocento), sino de una estética anterior, la que conocemos a través de esculturas como la de Úbeda o el Baco del museo Bargello. Y atender a lo que dice realmente la documentación: todos los supuestos “Cupidos dormidos” que han ido atribuyéndose infructuosamente a Miguel Ángel son bebés; sin embargo, a través de la descripción de la obra que hacen Ascanio Condivi o Giorgio Vasari se entiende que representa a un niño de unos seis o siete años. Es decir, si algún día apareciera el Cupido de Miguel Ángel, lo más probable es que fuese una figura muy parecida al San Juanito de Úbeda, pero tendido.
Nos despedimos del profesor Francesco Caglioti agradeciéndole su atención en unos momentos en los que, después de pronunciar en un transparente italiano su conferencia, era requerido por las numerosas personas que lo acompañaban en el ágape ofrecido en el museo del Prado por la Fundación Casa Ducal de Medinaceli, propietaria de la escultura, que tras su larga exposición en Madrid la llevará de vuelta a la preciosa sacristía de la capilla renacentista del Salvador de Úbeda.
Miguel SOBRINO
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