Un Thyssen inédito llega a la Ciudad Condal

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Como arranque a la celebración de los veinticinco años de la apertura del Museo Thyssen-Bornemisza en España, CaixaForum Barcelona acoge un total de 63 obras emblemáticas del museo madrileño en una exposición que rompe con el orden cronológico habitual y propone nuevas lecturas y analogías pictóricas entre artistas de siglos y geografías lejanas, como Fra Angélico con el Greco y Chagall o Hans Memling con Tiziano. Hasta el 5 de febrero

En realidad, los veinticinco años de la apertura de esta pinacoteca se cumplirán en 2017, fue un 8 de octubre de 1992 cuando el Palacio de Villahermosa de Madrid abría sus puertas ya como el nuevo Museo Thyssen-Bornemisza. Un proyecto que había comenzado el 20 de diciembre de 1988, fecha en la que se firmó un contrato de préstamo por el gobierno español y Favorita Trustees Limited, la entidad propietaria de la Colección Thyssen-Bornemisza, en el que se especificaba que las obras se exhibirían en el Palacio de Villahermosa de Madrid y en el Monasterio de Pedralbes en Barcelona.

DUCCIO DI BUONINSEGNA_Cristo y la Samaritana_133 (1971.7)

Sobre estas líneas, Cristo y la samaritana, de Duccio di Buoninsegna, 1310-11, temple y oro sobre tabla, 43,5 x 46 cm. Arriba, Habitación de hotel, de Edward Hopper, 1931, óleo sobre lienzo, 152,4 x 165,7 cm. Todas las obras pertenecen a la Colección Thyssen-Bornemisza.

El 2 de marzo de 1990 se da a conocer el proyecto arquitectónico de Rafael Moneo. El 13 de mayo de 1992 el edificio está listo para acoger las casi 800 obras que forman parte de la colección y que serán colocadas en las 48 salas del nuevo espacio expositivo. En junio y julio se lleva a cabo el traslado de estas obras desde Lugano a Madrid. El 10 de octubre, dos días después de la inauguración oficial, el Museo Thyssen-Bornemisza abre por primera vez sus puertas al público, las largas colas que rodeaban el edificio en esos días dejaban patente el gran interés y las expectativas que había despertado la instalación de esta colección en España.

Sobre estas líneas, Retrato de un hombre joven orante (anverso), de Hans Memling. Arriba, Habitacion de hotel, de Edward Hopper.

Sobre estas líneas, Retrato de un hombre joven orante (anverso), de Hans Memling, h. 1485, óleo sobre tabla, 29,2 x 22,5 cm.

Una colección que ofrecía un recorrido desde el arte del siglo XIII hasta las postrimerías del XX y completaba la oferta museística española al estar representados movimientos artísticos de los que apenas había obra en España, como el impresionismo, postimpresionismo, expresionismo alemán, las primeras vanguardias, el arte pop o la escuela norteamericana del XIX.

Un Thyssen nunca visto

BECKMANN, Max_Quappi con sueter rosa_464 (1969.19)

Max Quappi con suéter rosa, de Max Beckmann, 1932-34, óleo sobre lienzo.105 x 73 cm.

Como pistoletazo de salida de este aniversario, un total de 63 obras de este museo viajan a Barcelona para ser expuestas en CaixaForum Barcelona, hay que destacar que es la primera vez que un número tan grande de obras señeras de la Colección Thyssen-Bornemisza abandonan su salas habituales, y de ellas, 49 viajan por primera vez desde que fueron colgadas en las salas hace casi veinticinco años. Y para completar esta muestra se incluyen ocho obras cedidas por el MNAC, procedentes también de esta colección, que habitualmente están expuestas en el museo catalán. El proyecto se completa con la edición de un catálogo a cargo de la Obra Social ”la Caixa” que cuenta con ensayos a cargo de Guillermo Solana y de Marta Ruiz del Árbol, conservadora de Pintura Moderna del Museo Thyssen.

PICASSO, Pablo Ruiz_Arlequin con espejo_709 (1979.87)

Arlequin con espejo, de Pablo Picasso, 1923, óleo sobre lienzo, 100 x 81 cm.

La muestra, comisariada por Guillermo Solana, sigue un orden inédito al abandonar la estructura cronológica habitual de las salas madrileñas y propone un recorrido temático que permite nuevas lecturas y analogías pictóricas entre artistas de siglos, corrientes y geografías lejanas. Así, Fran Angélico convive con el Greco y March Chagall, Hans Memling con Tiziano y Lucian Freud, Jan Brueghel con Gustave Courbet y Emil Nolde o Canaletto con Camille Pisarro y Vasili Kandinski.

Este recorrido se estructura a través de cinco géneros de la tradición artística occidental: pintura religiosa, retrato, naturaleza muerta, paisaje y paisaje urbano. El resultado es una doble lectura de analogías y diferencias entre artistas y obras de épocas diferentes.

MYSTERIUM SACRUM. La pintura religiosa como matriz. Este primer apartado analiza a través de una serie de obras religiosas que van de los siglos XIV al XVI cómo en esta edad tan temprana del Renacimiento, el arte religioso es el germen del resto de géneros pictóricos que posteriormente se convertirán en independientes, como el retrato, el paisaje o las naturalezas muertas, y en el que se plantean ya problemas fundamentales de la representación artística, como la integración de la figura humana en el espacio, la organización del espacio, la tensión entre forma y color, la caracterización del rostro o la expresión de las emociones.

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La Anunciacion, de Veronés, 1580, óleo sobre lienzo, 110 x 86,5 cm, en depósito en el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC), Barcelona.

DRAMATIS PERSONAE. Retratos y personajes. En este apartado se recuerda la historia del retrato, desde las primeras obras artísticas religiosas en las que aparecían los donantes (las personas que encargaban o patrocinaban la obra religiosa) y cómo el retrato tuvo un papel cada vez más relevante en el arte devocional, hasta terminar convirtiéndose en el verdadero protagonista de la obra.

BECKMANN, Max_Autorretrato con la mano levantada_465 (1985.16)

Autorretrato con la mano levantada, de Max Beckmann, 1908, óleo sobre lienzo, 55 x 45 cm.

El retrato pictórico refleja tanto la descripción física del modelo como los atributos simbólicos de su posición social, en detalles como la indumentaria o los distintos objetos que le acompañan. Y, por supuesto, también hay un hueco dedicado al autorretrato, un subgénero muy utilizado por los artistas como una manera de reivindicar y engrandecer el oficio de pintor.

VANITAS. La destrucción del objeto. El género de la naturaleza muerta está dominado desde el Renacimiento por las vanitas (alegoría de la vanidad y la renuncia a los efímeros placeres terrenales frente a la certeza de la muerte). Este elemento fue esencial en el nacimiento del género del bodegón, donde esa idea de la brevedad de la vida se plasma de diversas maneras, desde un cráneo, un vaso de cristal roto, la fruta pasada, un plato a medio comer, la ceniza, relojes de arena o instrumentos musicales. En el siglo XX, el cubismo reconstruye los objetos hasta convertirlos en pura geometría, los surrealistas sitúan elementos del bodegón dentro de los paisajes oníricos y, por último, el propio objeto llega a convertirse en signo pictórico o fotográfico.

KLEE, Paul_Omega 5. (Objetos de imitación) _623 (1976.8)

Omega 5. (Objetos de imitación), de Paul Klee, 1927, óleo sobre lienzo clavado sobre cartón, 57,3 x 43 cm.

DE RERUM NATURA. Del paisaje cósmico al interior del bosque (y viceversa). Alrededor de 1500, el pintor flamenco Joachim Patinir acuñó el llamado “paisaje cósmico”, una representación compuesta del mundo desde un punto de vista elevado. Sus pinturas, aunque siguen tratando temas religiosos, destacan porque el paisaje gana importancia en relación a las figuras que disminuyen de tamaño. Este tipo de pintura se desarrolló en el siglo XVI para terminar diluyéndose en la pintura de paisaje holandesa del XVII. De ahí se pasa al romanticismo, que difundió una idea muy distinta de este género, la búsqueda de la intimidad de la naturaleza, el paisaje sublime y visionario, en el que se funden el mundo exterior e interior.

COURBET, Gustave_El arroyo Breme_495 (1986.2)

El arroyo de Brème, de Gustave Coubert, 1866, óleo sobre lienzo, 114 x 89 cm.

SCAENA URBIS. De la veduta al laberinto urbano. Aunque el origen de las veduta se remonta a los Países Bajos en el siglo XVI, cuando pensamos en vedute y vedutisti, la primera imagen que nos viene a la cabeza son las famosas vistas de Venecia de Canaletto. En estas obras destaca el espacio urbano y, sobre todo, el efecto escenográfico. La antítesis de la veduta es la imagen de la «metrópolis moderna como laberinto, característica del arte de vanguardia del siglo XX: la arquitectura dislocada, la unidad perspectiva fragmentada, el vértigo de ritmos y colores”.

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Il Bucintoro, de Canaletto, óleo sobre lienzo, h. 1745-50, 57 x 93 cm.

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