Arte hecho en Perú

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Hasta el 16 de abril la Sala Alcalá 31 de Madrid acoge una selección de 66 obras de 43 artistas de este país latinoamericano que forman parte de la Colección Hochschild. La exposición, comisariada por el canario y experto en arte latinoamericano y africano Octavio Zaya, ofrece diferentes recorridos para que el visitante pueda asumir toda la diversidad que ofrece una colección tan ecléctica como esta

A Eduardo Hochschild (Lima, 1964), presidente de la Hochschild Mining, una gran empresa dedicada a la extracción de plata y oro fundada hace cincuenta años, le interesa el arte porque, como afirma, le ha ayudado a ver el mundo de una manera más estructurada y concreta. Además, está empeñado en poner el arte de su país en el mapa, un reto que ha enfrentado desde distintos prismas, como coleccionista de obras de artistas peruanos, por una parte, y, por otra, como miembro de patronatos de instituciones como el MAC-Lima (Museo de Arte Contemporáneo de Lima) y el Fondo de Arte Latinoamericano y Caribeño del MoMA.

Sobre estas líneas, «Traje de la danza Majeno», de Mario Testino, fotografía. Arriba, «Under the Black Sun», de Milagros de la Torre, 1991-93, políptico: collage de 10 retratos, pigmentos de impresión sobre papel de algodón, 150 x 300 cm.

Hochschild comenzó a reunir su colección, junto a su esposa Mariana, en 2009, y según comenta el coleccionista, cuenta con la ayuda e implicación de su hija Alexia. Todas las obras que la integran están realizadas por creadores peruanos, como una forma de reivindicar la alta calidad del arte que se hace en este país. En ella están representados el arte contemporáneo y algunos buenos ejemplos del moderno e indigenista, así como todas las disciplinas, pintura, obra gráfica, escultura, fotografía, videoarte, videoproyecciones, instalaciones y proyectos multidisciplinares de artistas como Martín Chambi, Fernando de Szyslo, Jorge Eduardo Eielson, Emilio Rodríguez Larraín o Elena Damiani, Milagros de la Torre, Fernando Bryce o Mario Testino.

«Ambiente de estéreo: realidad», de José Carlos Martinat.

Junto al arte contemporáneo, Hochschild ha reunido también una importante selección de arte religioso fechada entre los siglos XVIII y XX y algunos extraordinarios tejidos precolombinos. Una colección de alrededor de 1.000 piezas de más de 90 artistas –sin tener en cuenta las obras anónimas– que conforma un entramado tan completo y dispar que podría constituirse en agrupaciones propias, como en el caso de la fotografía o la obra gráfica. Este año los Hochschild han recibido el Premio A al Coleccionismo concedido por ARCOMadrid por su labor en la difusión del arte y la creación visual actual en Perú.

Viaje a España

«Niña en la noche», de Tilsa Tsuchiya, óleo sobre lienzo.

Por primera vez esta colección viaja a Europa, a la Sala Alcalá 31 de la Comunidad de Madrid. Bajo el título Próxima parada. Artistas peruanos en la Colección Hochschild, la exposición, comisariada por el canario y experto en arte latinoamericano y africano, Octavio Zaya, muestra una selección de 66 obras, la mayoría realizadas en las últimas tres décadas por 43 artistas –algunas de ellas monumentales y para las que ha habido que adaptar el espacio–, junto a algunas de arte moderno e indigenista.

Una oportunidad única para el público español de poder contemplar un panorama tan amplio de los imaginarios y las prácticas del arte que se produce en este país latinoamericano, pero también para los propios coleccionistas, porque por primera vez podrán ver parte de su colección reunida en un único espacio –las piezas están repartidas en sus residencias de Lima y Madrid y en los diferentes edificios de sus empresas.

«Murukocha», de Alfredo Márquez.

La importancia de esta muestra para la familia Hochschild      queda patente, por ejemplo, en un hecho que comenta el comisario Octavio Zaya: “Éramos conscientes de que en la colección había alguna laguna importante, como el caso de Emilio Rodríguez Larraín, un artista de primera línea que para mí era fundamental que estuviese presente en esta muestra porque fue un creador al que yo denomino ‘visagra’, porque entroncaba el arte moderno con el contemporáneo de Perú, así que en el trayecto del año que ha durado la organización de esta exposición, los Hochschild han adquirido tres obras suyas que se podrán ver en Madrid”.

Todo ello ha convertido este proyecto en algo irrepetible, una afirmación que dista mucho del tópico, ya que algunas obras, aunque de titularidad privada, son consideradas parte del patrimonio artístico de Perú y ha sido muy costoso conseguir que salieran del país e, incluso, en algún caso, ha sido necesario que conservadores y expertos peruanos acompañasen a las piezas para asegurarse de que su traslado y exhibición se hiciese en las mejores condiciones posibles.

«Bizcochero», de Miguel Aguirre, 2011, óleo sobre papel, 50 x 35 cm.

El discurso expositivo no sigue un orden lineal, cronológico o temático, lo que facilita las conexiones entre propuestas semióticas y circunstancias estéticas o conceptuales: “Me interesaban más las atracciones y vínculos entre las obras y los artistas, y los huecos, intersticios y contradicciones entre ellos para evitar lecturas unidimensionales y narrativas superficiales. Y en algún caso he creado galerías específicas para algunos artistas”, explica el comisario.

«Group I», de Fernando Bryce.

La muestra ofrece diferentes recorridos para que el visitante pueda asumir toda la diversidad que ofrece una colección tan ecléctica como esta. Y sobre todo ello hay dos cuestiones fundamentales para Zaya: por un lado, su interés en que todas las disciplinas y todas las tendencias o corrientes estuviesen presentes, desde el minimalismo al arte conceptual, identitario o político, ya que la contemporaneidad no se manifiesta a partir de un solo estilo o corriente sino de múltiples medios e intereses. Y, por otra, remarcar que el arte contemporáneo de Perú se expresa en los mismos términos y responde a las mismas dinámicas que en el resto del planeta, y por eso es importante para él que no se hable de arte peruano, sino de artistas peruanos o arte hecho en Perú.

Obra de Fernando de Szyzslo.

Es decir, para Zaya el lenguaje del arte contemporáneo es múltiple y no responde exclusivamente a espacios específicos, aunque las experiencias concretas es lo que le da fuerza y singulariza en relación a las manifestaciones de esos mismos lenguajes en otras partes. Así, en esta exposición el visitante encontrará influencias relacionadas con la mitología, la cultura, la historia, la geografía, la antropología o la realidad política peruanas, porque todo arte responde a las dinámicas de donde procede. En definitiva, una exposición que bien merece una visita pausada.

«Sin título», de Alberto Borea, 2016, impresión serigráfica sobre acero inoxidable, 160 x 400 cm.

Ángela SANZ COCA

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