La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno (Madrid) exhibe dos tablas que formaban parte de un tríptico del pintor renacentista, activo en Castilla, León y Zamora en el último tercio del siglo XV y primera mitad del siglo XVI. Estas piezas son las únicas firmadas que se conservan de este artista y la primera vez que se muestran al público. Hasta el 14 de diciembre
La exposición en la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno (Madrid), que fue inaugurada con una conferencia a cargo de Leticia Ruiz Gómez, jefe del Departamento de Pintura Española del Renacimiento del Museo Nacional del Prado, muestra por primera vez al público estas dos tablas, que forman parte de un tríptico cuya tabla central no se conserva, del maestro Juan Rodríguez Solís.
Las dos piezas están consideradas por los especialistas obras fundamentales de su producción, por ser las únicas firmadas que se conservan del pintor renacentista. Aunque como decimos, se exponen por primera vez al público, sí que eran conocidas desde finales del siglo XIX por fotografías del Archivo Moreno y porque fueron publicadas por primera vez en el año 1937 por Diego Angulo en el Archivo Español de Arte y Arqueología.
La Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno quiere con esta muestra acercar al público a este pintor poco conocido del Renacimiento español, activo en Castilla, León y Zamora en el último tercio del siglo XV y primera mitad del siglo XVI, y con pocas obras en su haber que se conserven, contribuyendo así a su estudio, investigación y difusión.
Esta exposición forma parte del programa de la Fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno para presentar al público los trabajos de catalogación, conservación y restauración de su patrimonio histórico-artístico y su divulgación cultural en la sociedad.
La exposición podrá visitarse hasta el 14 de diciembre, los martes y jueves, de 17.00 a 19.00 horas, en la sede de la Fundación (General Martínez Campos, 25).
Comentarios de las tablas
La presencia de Juan de Flandes (Flandes, h. 1465-Palencia, 1519) en Palencia, fue el artista predilecto de la reina Isabel la Católica, hizo que el estilo y trazo de su obra llegara a España cargado de influencias nórdicas, que marcan las obras de sus alumnos directos, como Juan de Tejerina (documentado en 1522) o el Maestro de Palanquinos. A este grupo de pintores perteneció también Juan Rodríguez de Solís.
En la obra La Virgen del Amparo el pintor sitúa a un lado de la Virgen a un grupo de prelados y monjes bien definidos, y en la otra parte, una serie de reyes y personajes de alto rango social. Destacan los detalles de la vestimenta que ha sido cuidadosamente estudiada por el pintor.
En La Verónica se recuerda el encuentro de Cristo, durante el camino al Calvario, con una mujer que le limpió el rostro y quedó reflejada su Santa faz en el paño. Los matices de blancos y ocres, así como el dibujo sutil de los dedos de las manos dejan patente la gran calidad de esta obra, que es la única firmada por el artista, razón por la cual ha sido tan estudiada por los historiadores a lo largo de los siglos. Las dos tablas conservan en el reverso, dos escudos nobiliarios de las Casas de Enríquez y Portocarrero.