Leonardo da Vinci: el genio, el hombre

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Coincidiendo con el V Centenario del fallecimiento del artista, Madrid acoge hasta el 19 de mayo una exposición dividida en dos sedes en la que el visitante experimentará un viaje único por la vida del polímata renacentista. El Palacio de las Alhajas conjuga grabados, pinturas o realidad virtual y la Biblioteca Nacional muestra los Códices Madrid I y II, dos manuscritos en los que el creador italiano trata temas de ingeniería, mecánica hidráulica o arte, además, se pueden ver reconstrucciones de máquinas presentes en estos libros

Bajo el título Leonardo da Vinci: los rostros del genio, esta exposición se despliega a lo largo de más de 1.000 metros cuadrados de recorrido, en los que el visitante experimentará un viaje único por la vida del polímata renacentista, unas veces observando con su propia mirada y otras con la del maestro.

Los posibles rostros de Leonardo nos acompañan en la primera de las sedes de la muestra, el Palacio de las Alhajas, mediante espectaculares ejemplos de realidad virtual y mixta, así como con grabados que formaron parte de distintos libros publicados a lo largo de la historia sobre su vida y su obra.

Sobre estas líneas, Tavola Lucana, autorretrato de Leonardo, h. 1505-1510, temple sobre madera, 60 x 49 cm, Biblioteca Real de Turín. Arriba, Mona Lisa (detalle), anónimo (taller de Leonardo de Vinci), h. 1503-1510, óleo sobre tabla de nogal, 76,3 x 57 cm, Madrid, Museo del Prado.

El Museo del Prado se suma a la celebración con el préstamo de la edición de 1568 de las Vidas del cronista Giorgio Vasari, y se puede disfrutar también de la primera edición impresa del Tratado de la pintura de Leonardo da Vinci de 1651, entre otros tesoros. Como colofón del recorrido, la Tavola Lucana, el retrato descubierto por el historiador Nicola Barbatelli en 2009 y del que los expertos consideran que es el único que reúne todas las condiciones (históricas, literarias, artísticas y científicas) para representar al maestro florentino.

Páginas de los Códices Madrid I y Madrid II, Madrid, Biblioteca Nacional de España.

En la otra sede oficial de la exposición, la Biblioteca Nacional, muestra al público los códices Madrid I y Madrid II, dos manuscritos en los que el genio renacentista dejó cumplida huella de algunos de los temas que llegó a dominar: ingeniería, mecánica, hidráulica o arte. Por primera vez, la BNE abre su impresionante vestíbulo como espacio expositivo, comisariado por Christian Gálvez, para que el visitante pueda ver reconstrucciones de máquinas presentes en estos códices, dos de las grandes joyas de esta institución que se exhiben en la Antesala del salón general, espacio curado por Elisa Ruiz. Una de las grandes piezas expuestas es la réplica de uno de los principales proyectos que Leonardo acometió: el enorme caballo diseñado para Ludovico Sforza. El espectador también descubrirá cómo algunos de los ingenios cobran vida y se materializan mientras observa unos documentos con quinientos años de antigüedad.

Talleres educacionales diseñados por LEGO, instalaciones audiovisuales, sorprendentes aplicaciones tecnológicas y un ciclo de conferencias con expertos en las múltiples áreas de trabajo que desarrolló Leonado da Vinci complementan el contenido de la exposición, con un excelso catálogo editado por el grupo editorial Penguin Random House.

Reproducción del caballo diseñado para Ludovico Sforza.

Además del apoyo de la Embajada italiana en España, el Istituto Italiano di Cultura de Madrid y la Fundación Montemadrid, Leonardo da Vinci: los rostros del genio cuenta con el apoyo institucional del Comune di Firenze y del Ayuntamiento de Madrid. De esta manera, la ciudad pone en valor su valioso patrimonio cultural “leonardino” (los Códices Madrid I y II y, durante el tiempo que dure la exposición, la Tavola Lucana) y se sitúa en el epicentro del circuito internacional de grandes ciudades que conmemorarán a gran escala el centenario de Leonardo a lo largo de este año como París, Londres, o Florencia. Además, es la única muestra en el mundo que cuenta con el aval del Leonardo DNA Project, un proyecto internacional del que el madrileño Christian Gálvez forma parte y que reúne a genetistas, historiadores, forenses, arqueólogos y otros expertos para desvelar los últimos misterios de la vida de Leonardo a través de su ADN en el año de su V centenario.

Primera aparición y copia del supuesto autorretrato de Turín, Del cenacolo di Leonardo da Vinci, Giuseppe Bossi, 1810, Milán, Stampera Reale.

Descubrir el Arte se ha sumado a estas conmemoraciones dedicando nuestro tema En portada de la revista de diciembre, número 238 (se puede adquirir en la librería de la exposición y en nuestra tienda), compuesto por varios artículos escritos por distintos especialistas. De los altibajos de su fortuna y vida se ocupa Christian Gálvez, comisario de la exposición. Teresa Mezquita aborda las peripecias de los códices Madrid I y II, que llegaron a nuestro país probablemente de la mano del escultor Pompeo Leoni en época de Felipe II y quedaron después traspapelados por un error de catalogación en el siglo XIX, hasta que fueron redescubiertos en la década de los setenta del XX. Carlos Saguar Quer analiza el misterio de El Salvador adolescente, un óleo sobre tabla del Museo Lázaro Galdiano que se había atribuido erróneamente a Leonardo y que hoy se sabe con certeza que procede de un discípulo de Da Vinci, Giovanni Antonio Boltraffio, un maravilloso rostro “andrógino” propiedad de José Lázaro Galdiano. Y, por último, Ángel Contreras López trata sobre cómo el afán por dominar la naturaleza, llevó al genio a idear varios centenares de sofisticados aparatos, desde un automóvil a excavadoras, cañones múltiples, aletas para nadar, alas para volar… anticipándose a la ciencia moderna.

A continuación ofrecemos un extracto del artículo de Christian Gálvez sobre Leonardo da Vinci (Anchiano, Italia, 1452-Amboise, Francia, 1519).

Biografía de una mente prodigiosa

“Dirán que por no ser yo un hombre de letras, no puedo expresar bien lo que deseo tratar. Pero ellos no saben que mis cosas han de ser tomadas, más que de las palabras ajenas, de la experiencia, que es la maestra de quien bien escribe, y como tal la tomo como maestra, y en todos los casos la alegaré”, Leonardo da Vinci.

El Salvador adolescente, atribuido a Giovanni Antonio Boltraffio (discípulo de Leonardo da Vinci), h. 1490-95, óleo sobre tabla, 25 x 18,50 cm, Madrid, Museo Lázaro Galdiano.

En el agitado periodo del Renacimiento convivieron artistas de la talla de Miguel Ángel, Rafael, Botticelli o Leonardo, muchos de los cuales llegaron incluso a conocerse. Todos, con mejor o peor suerte, compartieron la condición de ver la magnitud de su genio en manos de sus mecenas, quienes asistían a la recuperación de la cultura clásica y la ruptura de las artes con el orden medieval.

En definitiva, en un breve lapso de tiempo y un espacio geográfico relativamente pequeño, cambió el mundo conocido y se vislumbraron las luces del porvenir. Aun así, tardamos en tener un nombre para referirnos a esta época y, aunque su concepción se otorgue al historiador Giorgio Vasari, debimos esperar a que Balzac pusiera en los labios de uno de sus personajes la palabra con la que hoy la conocemos: Renacimiento.

Mona Lisa, anónimo (taller de Leonardo de Vinci), h. 1503-1510, óleo sobre tabla de nogal, 76,3 x 57 cm, Madrid, Museo del Prado.

La historia de Leonardo es en realidad una odisea, la tragedia de un hombre cansado de pintar, célebre en tierras italianas por no concluir los encargos, un hombre repudiado por su espíritu crítico e investigador, una figura extraña por no doblegarse ante ningún dogma y, a la vez, con la actitud camaleónica de prostituir sus ideales en busca de una gratitud y un reconocimiento que nunca llegó. Antes de morir lamentó cuánto había ofendido a Dios y a los hombres en el mundo, por no haber obrado en el arte como era debido.

Es la historia de aquel niño de Vinci, repudiado por su padre, arrancado del lecho de su madre a los cinco años y utilizado por Ser Piero en el taller del Verrocchio. La crónica de aquel joven acusado de sodomía sin apoyo familiar, ninguneado por Lorenzo de Médici, prófugo de las tropas francesas e incomprendido por las grandes damas de la época, que le exigían reiteradamente un tesoro en forma de un retrato.

Hombre de Vitruvio (detalle), por Leonardo da Vinci, 1490, plumín, pluma y tinta sobre papel, 34,4 x 25,5 cm, Galería de la Academia de Venecia.

Sé que no es fácil desprender la pátina de genialidad que hemos depositado en su figura a través de los siglos y, sin embargo, no deja de ser más atractiva y más poderosa su efigie de hombre mortal, de carne y hueso, con aciertos y errores, victorias y fracasos. Un hombre que vivió y sobrevivió.

Ésa es la historia que deseo contar…

Mecanismo heleicoidal y rueda dentada cónica para relojería, códice Madrid I, Madrid, Biblioteca Nacional de España.

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