Durero, esencia renacentista

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Un excepcional facsímil publicado por CM Editores, con 600 imágenes de altísima calidad, reúne la práctica totalidad de la obra del pintor alemán, incluyendo, por primera vez, fragmentos de sus diarios, además de textos explicativos del catedrático Jesús María González de Zárate. Extracto del artículo publicado en la revista de octubre, núm. 249

Daniel Díez y Pedro Iribarnegaray, alma mater ambos de CM Editores, con sede en Salamanca, son grandes admiradores de Durero, de quien ya habían editado cinco libros centrados en sus grabados, y ahora publican Absolute Durero, un facsímil excepcional que incluye reproducciones de prácticamente toda la obra del artista alemán, con 600 imágenes de altísima calidad de sus pinturas y grabados.

CM Editores ha editado desde 2007 veinte facsímiles de códices y libros iluminados, que en muchos casos son ediciones únicas en el mundo y se encuentran en las más prestigiosas bibliotecas nacionales e internacionales.

Sobre estas líneas, Adán y Eva, 1507, óleo sobre tabla, dos paneles de 209 x 81 cm cada uno, Madrid, Museo del Prado. Arriba, de izquierda a derecha, Autorretrato o Autorretrato con cardo, 1493, óleo y pergamino adherido a lienzo, 56 x 44 cm, París, Museo del Louvre, y Autorretrato, 1498, óleo sobre tabla, 52 x 41 cm, Madrid, Museo del Prado. Todas las obras, por Alberto Durero. Imágenes cedidas por CM Editores.

La elaboración de uno de estos primorosos libros puede durar hasta cinco años, un tiempo más que justificado si tenemos en cuenta que, por ejemplo, solo la encuadernación de un ejemplar puede conllevar dos meses de trabajo. El facsímil Absolute Durero que ahora presenta la editorial, cuya edición está limitada a 999 ejemplares numerados ante notario, consta de 500 páginas de gran formato (45 x 33 cm), encuadernadas y cosidas a mano, e impresas en un papel especial de fabricación italiana que reproduce el tacto de un lienzo.

Sobre estas líneas y abajo, facsímil Absolute Durero, de CM Editores (Salamanca).

En definitiva, se trata de una obra magnífica, fruto de diez años de trabajo multidisciplinar, que reúne las facetas de grabador, pintor y teórico del arte del que está considerado la figura más importante del Renacimiento en Centroeuropa, e incluye los extractos de sus diarios, transcritos por primera vez al castellano, que desvelan los sentimientos más íntimos del artista, además de los textos explicativos del catedrático de historia del arte Jesús María González de Zárate, el especialista español que más y mejor ha estudiado la vida y la obra del pintor alemán.

Biografía

Alberto Durero (Núremberg, 1471-1528) aprendió a dibujar con su padre, un orfebre húngaro que se había establecido en tierras germanas. Con aptitudes excepcionales para el dibujo ya desde niño, como se puede apreciar en su precoz Autorretrato a los trece años (1484, Albertina, Viena), realizado a punta de plata, una técnica que no admite correcciones.

Melancolia I, por Durero, 1514, grabado, 24 x 18,8 cm, Galería Nacional de Arte de Karlsruhe (Alemania). Imagen: CM Editores.

En 1486 ingresa como aprendiz en el taller del pintor y grabador Michael Wolgemut, donde seguramente debió colaborar en algunas de las más de dos mil entalladuras impresas para la magna Crónica de Núremberg de Hartmann Schedel. Su formación se completó con un viaje por Europa, de 1490 a 1494, para aprender de los mejores maestros grabadores, que le llevó desde Colmar a Basilea, Estrasburgo y los Países Bajos.

A su regreso a Núremberg, se casa ese mismo año con Agnes, hija del próspero comerciante Hans Frey, un enlace concertado que le abrió las puertas de muchas familias adineradas. Gracias a la dote de este matrimonio pudo financiar su primer viaje a Venecia en 1494, que sería decisivo en su trayectoria porque, como afirma Jesús María González de Zárate, autor de los textos del facsímil Absolute Durero, “comienza a tomar la influencia de la obra grabada de Mantegna, esencialmente en la grandiosidad del dibujo, en el conocimiento de la proporcionalidad clásica, en el volumen y sentido de los blancos”.

La Adoración de los Reyes, por Alberto Durero, 1504, óleo sbre tabla, 100 x 114 cm, Florencia, Galería de los Uffizi.

A su regreso a Núremberg en 1495, Durero abre su propio taller y comienza una de sus series más sobresalientes, el Apocalipsis, que él mismo editó gracias a algunos mecenas. El artista se había empapado de todo el conocimiento del arte del sur y lo aplicó en su trabajo, como demuestra la estampa Adán y Eva (1504), “donde las proporciones son las clásicas de Vitruvio, en un proceso de unión de la estética italiana de su tiempo con el gótico germano y la tradición del paisaje artístico del norte”, afirma González de Zárate.

Parece ser que invitado por algunos mercaderes nurembergenses, Durero regresa a Venecia de 1505 a 1507 y colabora en algunos trabajos con pintores venecianos. En la ciudad lagunar pintó el singular retablo La Virgen del Rosario o La Virgen de las Guirnaldas (1506, Galería Nacional de Praga), un encargo de la Fundación de Comerciantes Alemanes por el que cobró 110 rhenis gulden (moneda de oro de Renania), como sabemos por la carta que escribió a su protector y gran humanista Pirckheimer el 6 de enero de 1506.

La Virgen y el Niño con santa Ana, 1519, óleo sobre tabla, 60 x 49,9 cm, Nueva York, Metropolitan Museum of Art.

El colorido de las obras de esta época se ajusta a la estética veneciana, como se puede apreciar en la Madonna del jilguero (1506, Staadiche Museen de Berlín), un hecho que tiene mucha relación con su amistad con Giovanni Bellini, el pintor más famoso en Venecia a comienzos del siglo XVI y maestro de Giorgione y Tiziano.

En definitiva, y en palabras de González de Zárate, “Durero supo absorber conocimientos y técnicas, que sin embargo no siguió al pie de la letra, y es en ese punto de hibridación donde llegó a conformar su universo propio y genial”.

Retrato de Michael Wolgemut, 1516, óleo sobre lienzo, 29 x 27 cm, Núremberg, Museo Nacional Germano.

Dos años después de su regreso a Núremberg, Durero adquirió una casa de cuatro plantas donde montó su taller y residió hasta su fallecimiento. En esos años comenzó un segundo periodo de gran producción artística, como el retablo para la iglesia de los Dominicos de Fráncfort (1508-1509), las tablas de Adán y Eva (1507, Museo del Prado) y la Adoración de la Trinidad (1508-11, Museo de Historia del Arte de Viena), además de retratos (entre ellos, los de la familia Fugger) y numerosos grabados.

Francesc FABRÉS SABURIT

Absolute Durero. Información y pedidos: 680 515 707 o suscripciones@artduomo.es. Más información de la oferta en Descubrie el Arte

Retrato de hombre, 1521, óleo sobre tabla, 50 x 36 cm, Madrid, Museo del Prado.

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