El Centro de Exposiciones de Benalmádena (Málaga) acoge una interesante selección de piezas de muy variados estilos (abstracción analítica, mística, nueva figuración expresionista…) y diversos géneros de una treintena de artistas que trabajaron en una de las décadas más creativas del siglo XX. Hasta el 23 de diciembre
Una de las funciones de arte es captar el espíritu del tiempo, en ocasiones de una forma que ni siquiera lo consiguen los historiadores y otros científicos. Si observamos atentamente Presentación del Guernica a la prensa (1981), fotografía de Antonio Suárez, o Rappele-toi Bárbara (1987), la fotografía con acuarela de Ouka Leele, o bien el óleo sobre lienzo Puri Purii Dance Musik Warung#2 (1997), de Ceesepe, comprobaremos que son obras que reflejan con acierto las tensiones y contradicciones entre la represión y la libertad de estos años de la llamada Transición democrática, que algunos críticos prefieren denominar continuación del régimen, y ese otro movimiento cultural, la Movida, a veces más rebelde y espectacular que perdurablemente creador.
Comisariada por María Toral, esta muestra reúne a 30 artistas, algunos de ellos de los más destacados en sus respectivos géneros artísticos de España (pienso en Luis Gordillo, Miquel Barceló, Juan Muñoz, Jaume Plensa, Guillermo Pérez-Villalta, Alberto García-Alix, Rogelio López Cuenca o Francisco Leiro), si bien no se trata de sus creaciones más memorables, aspecto que a más de un espectador le puede defraudar después de ver el atractivo cartel. Sin embargo ofrece una interesante selección de piezas de muy variados estilos (abstracción analítica, abstracción mística, nueva figuración expresionista…) y géneros, incluido la moda, con dos vestidos con mucho color y personalidad de Ágata Ruíz de la Prada.
A propósito de esta variedad de estilos, la comisaria habla de “posmodernidad”, categoría de la que Umberto Eco se quejaba porque es “bon á tout faire” (“buena para todo”), seguramente por la arbitrariedad con la que acostumbra a emplearse, y la confusión que genera. De hecho, “posmoderno” significa etimológicamente “más allá de la modernidad”. ¿Se puede ir más allá de la modernidad? ¿De qué hablamos cuando hablamos de “modernidad”? En los 80 precisamente el filósofo Jürgen Habermas argumentó que la modernidad, entendiendo por ello el movimiento de la Ilustración, es un proyecto inacabado. Décadas antes Ortega y Gasset se refería a la modernidad como ese impulso reformador por “estar a la altura de los tiempos”.
¿Fue la Movida de los 80 una explosión de creatividad y subjetividad? “Más que la lucha de clases, existe la lucha de generaciones. Y esta lucha es fecunda porque mueve la historia y la ayuda a avanzar”, escribe Francisco Umbral, citado por la comisaria. A continuación describiré brevemente algunas de las piezas que más me han llamado la atención. Con su peculiar estilo figurativo, Guillermo Pérez-Villalta representa a la fortuna como un fornido hombre que mueve una pesada esfera a un lado u otro de la balanza.
Miquel Barceló es el único artista representado con dos obras. Conviene recordar que por estos años ya es un artista reconocido internacionalmente tras su éxito en la Documenta de Kassel de 1982. Una de ellas es un espléndido retrato de uno de los principales personajes de la Movida, Ceesepe (1984), que es amigo suyo. En estilo expresionista, me recuerda a algunos retratos de Oskar Kokoschka. El otro es un amplio Bodegón (1984) del que la comisaria ofrece un interesante análisis del género.
Carmen Polo. Viuda de Franco (1978), por Costus, nombre artístico de la pareja Juan Carrero y Enrique Naya, es un retrato que capta en un estilo pop y algo kitsch la ambivalencia y ambigüedad de estos años, con la señora de Franco saludando con una sonrisa. Por la casa de la calle de estos artistas, que abandonaron Cádiz por Madrid en busca de libertad, pasaron Alaska, Tino Casal, Miguel Bosé, Guillermo Pérez-Villalta o Pedro Almodóvar, que rodó en esa calle Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980). Enrique Naya murió de sida en la primavera de 1989, y un mes después se suicidó Juan Carrero.
Jaume Plensa y Juan Muñoz no aparecen representados con esculturas o instalaciones, que se encuentran entre sus creaciones más perdurables, sino con piezas visuales: Mobiliario VIII (1996), mezzotinta sobre papel, que me recuerda a los objetos flotando en el espacio de Cristóbal Toral, incluido sofás, y Monocrom VII (1990), con pulpa de papel, resina de poliéster y pigmento negro moldeados, respira espiritualidad, como toda la obra de Plensa.
En Murciélago (1985), de Luis Gordillo, vemos cómo juega entre la llamada abstracción y la figuración; Rogelio López Cuenca adapta en Ma-chine (1989) el lenguaje de la publicidad y de los medios de comunicación de masas, a los que parodia con ironía y humor.
En definitiva, esta muestra, que nos permite viajar a los años 80, se inauguró en el Centro de Exposiciones de Benalmádena el 29 de septiembre y se podrá visitar hasta el 23 de diciembre de 2023. No sé si a través de ella podemos comprobar si se trata de una transición democrática o una continuación del régimen; vanguardia y/o tradición, dialéctica sin fin.
Agradezco a Itziar Merino Matas, Directora del Centro de Exposiciones de Benalmádena, las fotografías de este artículo.
Sebastián Gámez Millán
