La clarivendencia de Magritte

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La compañía Brussels Airlines rinde homenaje al artista surrealista  belga al recrear el dibujante André Eisele algunas de sus obras, La clarividencia, El retorno y La bella sociedad, en un avión airbus A320 al que han llamado Magritte. Este proyecto se ha realizado gracias a la colaboración de la Fundación Magritte, cuya sede se encuentra en Bruselas

Tengo la teoría de que el surrealismo –a excepción del surrealismo abstracto, naturalmente– es la más figurativa de todas las vanguardias porque, en su afán de transgredir la realidad mediante escenas absurdas, ya suscita en el espectador bastantes sugerencias sin tener que recurrir a la ruptura de las formas.

Entre las obras meridianas de la complejidad de la hermenéutica surrealista siempre me ha llamado la atención La clarividencia, un autorretrato de René Magritte fechado en 1936. La escena nos muestra al artista observando el huevo que debería reproducir en el lienzo que está pintando. Sin embargo, lo que aparece en la tela sobre la que trabaja es un pájaro, el que ha de volver una vez se abra el huevo donde aún se gesta. He ahí la clarividencia del pintor, capaz de imaginar el futuro de lo que late en su modelo. Todo parece estar tan claro que, desde que pensé en ello, al admirar La clarividencia por primera vez, llevo dándole vueltas a que su hermenéutica ha de entrañar algo más profundo.

 

A partir de ahora también podrá darle vueltas al asunto el pasaje del nuevo Airbus A320 de Brussels Airlines, tuneado con motivos de esta célebre obra de Magritte. Amén de La clarividencia, para el nuevo fuselaje del aparato se han tomado fragmentos de El retorno (1940), otro célebre óleo del artista belga de clara inspiración celeste. Ya en el interior del avión, en la cabina del pasaje, los fragmentos de El retorno se confunden con los de La bella sociedad (1965-1966), la famosa silueta masculina que transparenta el cielo. Resumiendo, un festival de Magritte que ha sido posible merced al delicado tuneado de André Eisele, el mismo que ya decoró el Rackham, el avión de Tintín de esta misma compañía.

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Vista del airbus A320 «Magritte».

Y ha sido precisamente el éxito alcanzado por este último, que a un año de su primer vuelo ya se ha convertido en el avión más fotografiado de Europa, el que ha llevado a Brussels Airlines a proseguir con la iniciativa de decorar sus aviones con motivos de los grandes iconos del arte belga. Ni que decir tiene que se ha contado con la colaboración de la Fundación Magritte igual que se contó con la Fundación Hergé para el Rackham.

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Vista del airbus A320 «Magritte».

A buen seguro que a Magritte le hubiera encantado. No sólo por la subversión de la realidad que entraña en sí mismo el asunto: lo común son esos fuselajes que no muestran más que el nombre de la compañía. También por esa vieja quimera de los artistas rupturistas –y todos los vanguardistas lo fueron– de sacar el arte a la calle.

Al fin y al cabo, estas iniciativas obedecen a la misma inquietud de esas cautivadoras tiendas de los museos modernos, donde las diapositivas de antaño, que reproducían los cuadros más conocidos de la pinacoteca, han sido sustituidas por los más variados objetos. Bien es cierto que también reproducen las obras más destacadas de la colección de la sala. Pero es mucho más divertido recordarlas en una camiseta o en un imán de la nevera. El avión de Magritte realizó su vuelo inaugural entre Bruselas y Madrid el mes pasado.

Javier MEMBA 

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