El regreso a Italia del botín de Napoleón

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Una exposición en las Caballerizas del Quirinal de Roma recuerda la devolución en la primavera de 1816 por parte de Francia de una serie de obras maestras del patrimonio artístico italiano. Canova, nombrado comisario extraordinario por el papa Pío VII, fue el encargado de las negociaciones en París y el responsable de la vuelta de piezas tan importantes como el Laocoonte, el Apolo del Belvedere, la Matanza de los inocentes de Guido Reni o la Asunción de la Virgen de Tiziano. Hasta el 12 de marzo

El Museo Universal. Desde el sueño de Napoléon a Canova, comisariada por Valter Curzi, Carolina Brook y Claudio Parisi Persicce, evoca la aventurosa recuperación de una serie de valiosas piezas después de la derrota de Napoleón. Transcurridos dos siglos, esta exposición muestra al público este “botín” artístico y rememora las circunstancias y peripecias que transcurrieron hasta llegar a obtenerse la devolución de absolutas obras maestras italianas por parte de Francia.

Sobre estas líneas, La meditación, de Francesco Hayez, 1851, óleo sobre lienzo, 92,3 x 71,5 cm, Verona, Galleria d’Arte Moderna Achille Forti Provenienza: Verona, collezione Giacomo Franco (1851) © Verona, Galleria Moderna di Palazzo Forti. Arriba, Lamentación de Cristo, de Correggio, óleo sobre lienzo, 157 x 182 cm Parma, Galleria Nazionale, Polo Museale dell'Emilia Romagna.

Sobre estas líneas, La meditación, de Francesco Hayez, 1851, óleo sobre lienzo, 92,3 x 71,5 cm, Verona, Galleria d’Arte Moderna Achille Forti, Colección Giacomo Franco (1851) © Verona, Galleria Moderna di Palazzo Forti. Arriba, Lamentación sobre Cristo muerto, de Correggio, óleo sobre lienzo, 157 x 182 cm, Parma, Galleria Nazionale, Polo Museale dell’Emilia Romagna.

Durante las campañas militares francesas, entre 1796 y 1814, un núcleo importante de obras que formaban parte de las colecciones italianas confluyeron, por orden de Napoleón, hacia el nuevo Museo del Louvre. Afortunadamente, tras el Congreso de Viena (1814-1815) el Estado Pontificio y las numerosas administraciones locales del país pudieron recuperar el 80 por ciento de las obras de arte antiguo y moderno, que finalmente retornaron a Roma en la primavera de 1816.

Retrato de León X con el cardenal Luis de Rossi y Juio de Medici, de Rafael Sanzio, 1517-18, óleo sobre lienzo, Florencia, Galería de los Uffizi.

Retrato de León X con los cardenales Luis de Rossi y Julio de Medici, de Rafael Sanzio, 1517-18, óleo sobre lienzo, Florencia, Galería de los Uffizi.

El 28 de agosto de 1815, el escultor Antonio Canova llegó a París con un arduo encargo: conseguir la devolución de los bienes artísticos. Tras meses de negociaciones, entre 1815 y 1816, algunas de las obras fueron repatriadas. Y como normalmente ocurre, hace falta que se pierda algo para que se llegue a comprender su valor. Y así fue también en el caso italiano, ya que a partir de entonces, Italia asumiría una mayor percepción de la importancia de su proprio patrimonio, reflexionaría sobre su valor y se pusieran las bases para su futura conservación.

Venus Capitolina, primera mitad del siglo II d.C., mármol de Paros, 193 cm de altura, Roma, Museo Capitolino.

Venus Capitolina, primera mitad del siglo II d.C., mármol de Paros, 193 cm de altura, Roma, Museo Capitolino.

Se trata, pues, de un aniversario memorable en la historia de Europa y especialmente de Italia que, gracias a Canova, nombrado comisario extraordinario por el papa Pío VII, fue destinado a París con la misión de llevar a Italia las obras requisadas por Napoleón para la constitución del Louvre. Una operación de envergadura que registró en su haber la recuperación de piezas de gran talla artística como el Laocoonte (presente con su vaciado), el Apolo del Belvedere, la Venus Capitolina, exhibidos junto con el retrato del Papa León X de Rafael, La matanza de los Inocentes de Guido Reni, la Asunción de la Virgen de Tiziano, la Cátedra de San Pedro de Guercino, entre otras obras maestras firmadas por los Carraci, Giotto o Hayez y, por supuesto, Canova.

La Matanza de los innocentes, de Guido Reni, 1611, Bolonia, Pinacoteca Nacional.

La matanza de los inocentes, de Guido Reni, 1611, Bolonia, Pinacoteca Nacional.

Paradójicamente no se recuerda ninguna fiesta popular por este feliz gran retorno a Roma procedente de París de los tesoros de arte antiguo y moderno sustraídos a la capital en el período revolucionario, a continuación del tratado de paz de Tolentino, entre Napoleón y el papa Pío VI, y de la ocupación militar y política. Lo que sí podemos decir que fue una vuelta épica, dirigida con gran inteligencia por Canova, al que la exposición le reconoce un papel primordial al concebir el patrimonio artístico como un código identitario de la nación: un instrumento de educación del ciudadano por difundir y valorizar.

Copia del gruppo del Laocoonte, vaciado de yeso, siglo XIX?, 205 x 158 x 105 cm, Roma, Museo del Vaticano.

Copia del grupo del Laocoonte, vaciado de yeso, siglo XIX?, 205 x 158 x 105 cm, Roma, Museo del Vaticano.

Si la decisión de Bonaparte de legitimar el traslado a Francia de las obras de arte con explícitos artículos de los tratados diplomáticos pudiera aparecer como una intuición improvisada, más largo y complejo se revela el recorrido que había llevado a la Francia revolucionaria a justificar tal secuestro.

Y así, en 1793, la inauguración del museo del Louvre, originariamente bautizado como Muséum National, cumplía el proceso de nacionalización de los bienes eclesiásticos, confiscados desde 1789, de las colecciones reales y de la aristocracia en fuga, de los emigrados, además de dar la respuesta más inmediata al vandalismo jacobino salvaguardando el patrimonio nacional.

Lápida sepulcral de Guidarello Guidarelli, de Tullio Lombardo, 1532, mármol de Carrara, 32,5x172x60 cm, Rávena, Museo de la Ciudad.

Lápida sepulcral de Guidarello Guidarelli, de Tullio Lombardo, 1532, mármol de Carrara, 32,5x172x60 cm, Rávena, Museo de la Ciudad.

Indudablemente, constituyó un capítulo decisivo en la historia de la institución del museo, ya que el “sueño” de Napoleón no se esfumó con la devolución de las obras sino que prosiguió en unas condiciones que respetaban la identidad de cada país y cada pueblo. Su objetivo dio vida a la formación de museos modernos en toda Europa quedando demostrado que las obras de arte, coleccionadas en diferentes formas por la Iglesia o por las dinastías reinantes, constituían realmente un patrimonio público.

Asunción de la Virgen, de Tiziano, 1530-32,óleo sobre lienzo, 394 x 222 cm, Verona, Catedral de Santa Maria Assunta.

Asunción de la Virgen, de Tiziano, 1530-32,óleo sobre lienzo, 394 x 222 cm, Verona, Catedral de Santa Maria Assunta.

En Italia, supuso una sacudida por la geografía artística del centro-norte del país: era la época de la consolidación de la Pinacoteca de Brera, que lograba ya la importancia que disfruta en la actualidad, así como la inauguración de las Galerías de la Academia de Venecia, la Galería Estense de Módena, la Pinacoteca de Bolonia y la actual Galería Nacional de Umbría.

Venus Itálica, 1809-11,

Venus Itálica, 1809-11, yeso, 72 x 52 x 55 cm, Possagno Fundación Canova.


Esta cita marca las etapas de un capítulo de gran relevancia histórico-artística para recordar el peso que asumió entonces el patrimonio cultural nacional, considerado por primera vez un instrumento de formación y al tiempo elemento de cohesión de una identidad europea común.

Carmen del VANDO BLANCO

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