Asturias bajo la mirada objetual de Chema Madoz

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La Fundación María Cristina Masaveu Peterson presenta en el Centro Conde Duque de Madrid la quinta edición de Miradas de Asturias, un proyecto que nació con la idea de crear un fondo de obra inédita inspirada en esta comunidad autónoma y sus gentes, a partir de la visión personal de prestigiosos artistas. En este caso, el fotógrafo madrileño muestra la Asturias más conceptual de todas en El viajero inmóvil. Hasta el 16 de abril, y a partir de mayo, en el Museo de Bellas Artes de Asturias

Todos los fotógrafos que han sido invitados por la Fundación María Cristina Masaveu Peterson a participar en esta iniciativa de largo recorrido y que promueve, desde el mecenazgo, la creación de un fondo de obra inédita inspirada en Asturias y sus gentes han sido Premios Nacionales de Fotografía.

Unas miradas muy diversas y distintas, tantas como las singularidades de los cinco fotógrafos que han participado hasta ahora. En la primera edición el encargado de mostrar su visión íntima y personal de Asturias fue Alberto García-Alix, un proyecto que tituló Patria querida, y que estaba compuesto por una serie de imágenes de una gran fuerza que retrataban paisajes industriales, arquitecturas, naturalezas abstractas y retratos.

Todas las fotografías forman parte de la serie «El viajero inmóvil», de Chema Madoz, 2016, y están positivadas en blanco y negro sobre papel baritado virado al sulfuro. Miradas de Asturias. Mecenazgo. Fundación María Cristina Masaveu Peterson, 2017. Colección de Arte Fundación María Cristina Masaveu Peterson.

Por su parte, el artista José Manuel Ballester se centró al principio en mostrar en Allumar (palabra asturiana que significa iluminar, dar luz o maravillar) el proceso constructivo del Centro Niemeyer de Avilés para seguir fotografiando otros entornos industriales. La luz también fue una inspiración para Ouka Leele (la serie lleva como título A donde la luz me lleve), pero en este caso en el entorno de la naturaleza, el paisaje con sus costas, faros o rocas y la gente que habita en estos lugares. Por último, el trabajo de Joan Fontcuberta giró en dos líneas de trabajo, las geografías subterráneas y los archivos gráficos cargados de memoria visual.

Retrato de Chema Madoz junto a una de las obras de la serie «El viajero inmóvil», realizado por el fotógrafo Eduardo López.

Chema Madoz (Madrid, 1958), Premio Nacional de Fotografía en el año 2000, es quizá el que más ha despojado a Asturias de tópicos, el más “surrealista” de todos y el que ha convertido “la realidad de su espacio geográfico, sus costumbres y sus gentes, en una abstracción”, en palabras de Borja Casani, comisario de esta exposición.

La muestra, titulada El viajero inmóvil, está compuesta por 34 fotografías inéditas, todas ellas copia única, y como novedad, un vídeo, en el que se puede ver el interior del teatro Campoamor, donde se entregan los premios Princesa de Asturias, en cuyo escenario mana una cascada, que para Casani es una metáfora de «cómo en la actualidad vemos la naturaleza como un espectáculo hasta llegar a perder su propia esencia». Si Chema Madoz realiza normalmente sus fotografías a partir de la manipulación de las imágenes y los objetos cotidianos, para descubrir nuevos aspectos de sus capacidades simbólicas, en este caso, como afirma Casani  “ha tenido que realizar el trayecto inverso al usual en su trabajo: esta vez no son los objetos y sus significantes libres los que tienen la palabra, sino que es la propia idea de Asturias la que se convierte en el objeto a observar y definir”.

Vista de la exposición «El viajero inmóvil» en el Centro Conde Duque de Madrid. Fotografía de Eduardo López.

El título de este trabajo está relacionado con la idea que propone Chema Madoz de un viaje sin necesidad de desplazarse al lugar concreto, no se trata de captar imágenes de la realidad cotidiana, sino de viajar con la mente, la imaginación, para descubrir los elementos conceptuales que conforman la idea de Asturias. “Así, utilizando la capacidad de síntesis de la representación icónica, nos acerca al paisaje y a la naturaleza salvaje, al mar y sus habitantes, al clima lluvioso y a la montaña y, por medio de la colisión de los sentidos, nos habla de sus tradiciones y sus formas de ser. Con ello consigue conectar la observación del pequeño territorio con sus representaciones poéticas que van y vuelven de la pura abstracción a lo concreto, utilizando para ello, como es consustancial a su trabajo, el sentido del humor”, explica Casani.

En la revista de marzo de Descubrir el Arte ofrecemos a nuestros lectores una amplia entrevista a Chema Madoz realizada por Arantxa Romero.

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