Las crónicas de viaje de Eugenio Lucas Velázquez

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Hasta el 2 de julio el Museo Lázaro Galdiano de Madrid exhibe 40 dibujos que el artista realizó en los dos últimos años de su vida, de los cuales 27 se muestran al público por vez primera. Acuarelas con toques de clarión, dibujos a lápiz, guache y estudios solo a lápiz de parajes del sur de Francia, Italia, Mónaco, Suiza o el norte de España

Aunque Eugenio Lucas Velázquez (Madrid, 9 de febrero de 1817-11 de septiembre de 1870) se formó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando era contrario a los métodos académicos, por lo que optó por estudiar también directamente a los grandes maestros de la pintura española en el Museo del Prado, donde realizó numerosas copias de Velázquez y, sobre todo, de Goya.

Sobre estas líneas, Corso Francesco, Milán, 1868, lápiz negro y acuarela sobre papel. Arriba, Plaza de San Marcos. Venecia, 1868, lápiz negro, acuarela y guache sobre papel. Todas las obras de Eugenio Lucas Velázquez de la colección del Museo Lázaro Galdiano.

Y fue en las obras de este último pintor donde Lucas Velázquez descubrió recursos técnicos y temáticos que adaptó y trasladó con verdadera maestría a sus pinturas y dibujos, lo que le ha llevado a ser considerado el mejor intérprete del universo goyesco. Abordó temas característicos de la pintura romántica –paisaje o escenas costumbristas– con un estilo predominantemente idealizado o fantástico, aunque al final de su carrera se acercó al realismo, sobre todo en los paisajes que reflejan los viajes que hizo entre 1868 y 1869.

El 23 de junio de 1851 Isabel II le nombró pintor honorario de Cámara y, el 12 de julio de 1853, caballero de la Orden de Carlos III. Concurrió a la Exposición Internacional de París de 1855, año en el que fue designado para tasar las Pinturas Negras de la Quinta del Sordo. En 1859 está documentada su participación en el Salón de París, así como su residencia en la capital de Francia.

Vista de Mónaco, 1868, lápiz negro, acuarela y guache sobre papel.

Mantuvo estrecha amistad con el pintor Jenaro Pérez Villaamil, con el escritor Enrique Pérez Escrich, con el notario Ángel María de Pozas, con el músico y coleccionista Marcial Torres Adalid, con el escultor José Piquer y con el pintor francés Edouard Manet. Separado de su mujer desde 1853, convivió con Francisca Villamil con la que tuvo cuatro hijos, entre ellos el pintor Eugenio Lucas Villamil (1858-1918).

Eugenio Lucas Velázquez es uno de los artistas mejor representados en la colección que reunió José Lázaro Galdiano a lo largo de su vida, con un total de 175 obras, 130 dibujos y 45 pinturas. Para esta exposición, que se centra en su importante faceta como dibujante, se han seleccionado un total de 40 dibujos, de los que 27 se muestran por primera vez al público, entre acuarelas con toques de clarión, dibujos a lápiz y gouache, así como estudios solo a lápiz.

Canal del Paraíso, Venecia, 1868, lápiz negro, acuarela y guache sobre papel.

Comisariada por Carlos Sánchez Díez, la exposición Eugenio Lucas Velázquez. Dibujos de Viaje, muestra al público a un Eugenio Lucas que destaca por el uso de una técnica precisa y un estilo realista que en palabras del comisario se alejan del “Lucas” más popular y comercial, el de sus paisajes fantásticos y escenas costumbristas goyescas. A su vez, el visitante descubrirá en esta muestra a un Lucas Velázquez “experto y sereno que, seducido por los paisajes, arquitecturas y personajes que va descubriendo, los refleja ajustándose al natural con una técnica extraordinaria y un realismo refinado que le sitúan entre los más destacados dibujantes españoles de su tiempo. En ellos, el autor demuestra su dominio del dibujo del natural y de la técnica de la acuarela”, añade el comisario. En definitiva, un conjunto de dibujos que constituye una crónica de sus viajes.

Vista del palacio de Fontainebleau. Francia, 1869, lápiz negro, acuarela y guache sobre papel, 403 x 537 mm.

Y es que Eugenio Lucas viajó más de lo que era habitual entre los artistas españoles de su época, lo que le permitió ampliar y enriquecer su visión del mundo, que reflejó con singular maestría en sus obras. Como recogía Méndez Casal en 1923 “(…) un nuevo Lucas cosmopolita y elegante, radicalmente opuesto al popularizado, que al salir fuera de España se olvida de Goya, y ante la naturaleza pinta como sabe, y sabiendo mucho nos lega obras espontáneas y bellas”.

En el verano de 1868, junto al mecenas Victoriano Pedrorena, Lucas salió de Madrid con destino a Venecia, recalando en localidades de la costa francesa (Villefranche o Niza), Mónaco, Suiza (Lucerna) e Italia (Milán, Ventimiglia, Florencia o Venecia). Un año después visitó el norte de España y el sur de Francia, periplo del que se muestran dibujos de Fuenterrabía, Biarritz o Comminges. También se incluye en la exposición una panorámica de Fontainebleau realizada durante una de sus visitas a París.

Canal de Venecia, 27 de julio de 1868, lápiz negro, acuarela y guache sobre papel, 460 x 308 mm.

Lucas Velázquez es hoy valorado como uno de los grandes talentos del dibujo español del siglo XIX. Esta puesta en valor ha sido posible gracias al estudio de su trayectoria vital y artística y a la difusión de sus obras, tareas en las que José Lázaro Galdiano desempeñó un papel fundamental al coleccionar con tesón sus obras, también las de su hijo Lucas Villamil, y las difundió en las exposiciones monográficas que les dedicó en París (1936) y Nueva York (1942).

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