Miguel Herrero: el «Leonardo de los sesenta»

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Bajo el título Susurro hispánico se muestran simultáneamente en el Museo del Grabado Español de Arte Contemporáneo y el Centro Cultural Cortijo de Miraflores de Marbella (Málaga) 40 obras, junto a películas (entre ellas, su versión de Las metamorfosis de Franz Kafka), fotografías, reportajes periodísticos y poemas de este gran pintor, poeta e intelectual. Hasta el 22 de septiembre

“Lo indecible es lo que hay que decir en el arte”, quizá en estas palabras Miguel Herrero (Madrid, 1922-Córdoba, 1994) expresaba lo que había intentado hacer a lo largo de su vida creativa. Fue uno de los grandes pintores de la segunda mitad del siglo XX y un artista difícil de clasificar y de los más prolíficos de España, contemporáneo y amigo de Picasso y Dalí.

Tanto su hijo Iván como su esposa, la bailaora y coreógrafa África Llanos, están empeñados en rescatar el legado de este artista que alcanzó gran fama nacional e internacional y que en la década de los sesenta se convirtió en el «pintor de moda» en Madrid. Fruto de este trabajo han sido varias exposiciones y retrospectivas como la que le dedicaron en el Museo de la Merced de Ciudad Real y Guadalajara en 2015, ambas comisariadas por Iván Herrero.

Dama con frutas, 1975, óleo sobre tabla, 98 x 72 cm.

Apasionado de los toros y el flamenco (asiduo de El Corral de la Morería en Madrid), las tauromaquias (Matador, 1955; Rejoneador, 1963; Figura taurina, 1963 o Toro Negro, 1973, y el flamenco (Farruca y La Seguriya, 1958) fueron temas recurrentes en la trayectoria de Miguel Herrero. También fueron recurrentes en su trabajo las figuras de los pescadores, con los que el pintor hablaba del origen de la vida, o los gallos, una metáfora del ego humano.

Para Antonio Garrigues Walker, que colabora en el catálogo de estas dos muestras, Miguel Herrero fue además de un gran pintor muchas otras cosas y entre ellas «poeta, pensador político, intelectual serio y, por encima de todo, buena gente. El susurro hispánico de nuestro autor va a ser muy visible y muy audible incluyendo, por si fuera poco, su versión de la “metamorfosis” de Franz Kafka y sus últimas y dramáticas obras».

Figura taurina, 1963, óleo sobre tabla, 122,5 x 74,5 cm. Todas las obras de Miguel Herrero.

Hasta el 22 de septiembre, el Museo del Grabado Español Contemporáneo y el Centro Cultural Cortijo de Miraflores, ambos en Marbella, acogen simultáneamente Susurro hispánico, una exposición que exhibe unas cuarenta de sus obras más representativas, además de alguna pieza inédita, realizadas con diversas técnicas de óleo y otras mixtas sobre distintos soportes.

El visitante también podrá contemplar películas, fotografías, reportajes periodísticos y poemas del artista, y es que Miguel Herrero, el «Leonardo de los sesenta», como le llamaba Francisco Umbral, acentúa su espíritu renacentista a través de sus disciplinas artísticas como la pintura, el dibujo, la cinematografía y la poesía.

Toro bravo, 1956, óleo sobre tabla, 75,5 x 122 cm.

La muestra se inicia en el Museo del Grabado Español Contemporáneo con una serie de obras relacionadas con la primera época de creación del autor. En esta primera etapa, su pintura se inspira en temáticas costumbristas y que en cierta forma nos recuerdan a Gutiérrez Solana, un pintor por el que Herrero sentía gran admiración. Podemos contemplar obras como El Martinete (1947), El parque (1948), Navidad (1949) y Mercado (1950). Estas obras reflejan las actividades y escenas culturales de la sociedad española en una época convulsa en España. Miguel Herrero traza la personalidad y carácter de la población y en este sentido es un homenaje y reflejo de la sociedad de esa década. De igual manera, dentro de la selección de obra en el Museo, se puede contemplar Joven con gato (1954), una importante litografía a tres tintas galardonada con el premio nacional en el año 1955.

De su faceta cinematográfica se incluye la película con una versión libre de las Metamorfosis de Franz Kafka, dirigida por Miguel Herrero en 1957. Una faceta que inició en la década de los cincuenta cuando buscada otros medios de expresión y decidió cursar estudios en el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas. Dirigió también películas como Mara de las islas, que rodó en Tenerife en 1959 y se estrenó en Madrid en 1961; coguionista de La riada; codirector junto a Roger Vadim de Los joyeros del claro de luna, con Brigitte Bardot como protagonista, y guionista de La vida dramática de un pintor, Solana.

Dos damas azules, 1982, técnica mixta sobre papel, 32 x 49 cm.

La segunda parte de la exposición continúa en el Centro Cultural Cortijo de Miraflores con un carácter marcadamente hispánico como son las obras sobre la tauromaquia y el flamenco, que como decíamos antes son temas recurrentes en su trabajo, con obras tan señaladas como Matador, Rejoneador, Figura TaurinaToro Negro, Farruca o La Seguiriya.

En sus épocas posteriores busca la pureza y la grandeza del ser utilizando el cosmos y la figura femenina como dos de sus principales fuentes de inspiración. De esta época el visitante se encontrará con colosales obras como La dama y el poema (1982), Dualidad (1982) y Dos damas azules (1982). Y, por último también están presentes sus últimas obras pictóricas, donde Herrero representa seres totales, seres puros en forma y alma, que se muestran ante el espectador como la perfección alcanzada en la grandeza del Cosmos. Claro ejemplo de esto son obras como Multitudes I (1990), Multitud II (1990) y El sueño (1991). Y que como explica África Llanos, para Herrero estas multitudes no son otra cosa que «multitudes de solitarios».

 

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