La construcción de Norteamérica: imágenes escénicas del territorio

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A partir de su propia colección, el DMA, un museo fundado en 1903 en Dallas, reflexiona en torno a la idea de cómo las imágenes del paisaje estadounidense son el resultado cultural del primer contacto de Europa con el llamado Nuevo Mundo. Hasta el 6 de octubre

No todas las grandes exposiciones en Estados Unidos se concentran en Nueva York, Los Ángeles o Washington. A veces encontramos muestras como ¡América será! Topografía contemporánea en el paisaje, en el DMA, un museo fundado en 1903 en Dallas, que está entre los 10 más grandes del país, con obras que abarcan cinco mil años de historia y donde están representada una amplia gama de culturas de todo el mundo.

A partir de su propia colección permanente esta exposición gira en torno a cómo los artistas contemporáneos se involucran con el paisaje, y cómo los entornos, ya sean naturales o construidos, se entrecruzan con las propias representaciones de nosotros mismos. El paisaje ha sido tanto un género histórico dentro del arte tradicional como un medio utilizado para mitologizar los orígenes de la historia nacional (desde Estados Unidos al País Vasco). Las imágenes del paisaje estadounidense son de alguna manera el producto cultural del primer contacto de Europa con el llamado Nuevo Mundo. Las vistas escénicas (la escenografía del paisaje en la mente del artista) ayudaron a crear esos mitos de terreno despoblado y de enormes recursos naturales listos para ser explotados a la par que jugó, asimismo, un papel importante en el desplazamiento (“colonial”) de los pueblos nativos.

Sobre estas líneas, Gusto, por Shara Hughes, 2018, óleo y acrílico sobre lienzo, Dallas Museum of Art © Shara Hughes, cortesía de Rachel Uffner Gallery. Arriba, Estacionamiento de Dallas, por Thomas Struth, 2001, C-print montado sobre plexiglas, Dallas Museum of Art, cortesía de Marian Goodman Gallery © Thomas Struth, 2019

El título ¡América será! es la última línea del poema Let America Be America Again (1935), en el que el poeta afroamericano Langston Hughes (1902-67) defiende la visión de su país y de lo que es ser estadounidense. Hughes fue uno de los impulsores del Renacimiento de Harlem, buen conocedor de la literatura española (de Cervantes a García Lorca) y amigo de los grandes muralistas mexicanos Orozco, Siqueiros y Diego Rivera. En el poema, Hughes anhela un futuro en el que las grandiosas promesas del sueño americano finalmente se cumplan para todas las personas, independientemente de su raza, clase o país de origen.

Si las imágenes escénicas del territorio (valles, montañas, ríos, etc.) se utilizaron históricamente para glorificar el país que se llamaría Norteamérica, esta exposición analiza a artistas contemporáneos que han redefinido el género del paisaje a través de una variedad de medios y estrategias. ¡América será! amplía el concepto de paisaje, desde las representaciones literales del mundo natural hasta las alusiones a una diversidad de experiencias personales. De alguna manera el concepto está muy anclado en el pensamiento del filósofo y naturista Henry David Thoreau (1817-2), conocido por dos libros, Vida en los bosques (1854) y Walking (1862), pero sobre todo por su vida, como modelo y ejemplo de sus ideas. Vida en los bosques es una obra clásica de la literatura norteamericana que explora la simplicidad natural, la armonía y la belleza como modelos para unas condiciones sociales y culturales justas. Es un resumen de su vida durante dos años, dos meses y dos días en el lago Walden, en Concord (Masachussets), viviendo por sí mismo, sin las herramientas de la civilización tecnológica, en una cabaña en medio de un bosque. Con este libro, Thoreau se convirtió en el padre de lo que hoy llamamos ecología o un enviromental thinking (pensamiento ambiental). También fue el padre del sistema de los Parques Naturales, en 1872, el Congreso norteamericano declaró Yosemite como “National Park”.

Ocean Park Nº. 29, por Richard Diebenkorn, 1970, óleo sobre lienzo, Dallas Museum of Art, donada por Meadows Foundation, Incorporated © 2019, Estate of Richard Diebenkorn..

La naturaleza es el signo exterior del espíritu interior y expresa la “correspondencia radical entre las cosas visibles y los pensamientos humanos”, escribió Ralf Emerson en Nature (1836). Su amigo Thoreau aconsejaba “ver la salida o la puesta del sol todos los días, esto es, relacionarnos con un hecho universal nos preservará cuerdos para siempre”. En su otro ensayo, Walking, publicado en mayo de 1862, un mes después de su muerte, Thoreau señala que “en lo salvaje reside la preservación del mundo”. En cualquier caso, estos dos libros son clave para el reencuentro del ser humano con la naturaleza tras la Revolución industrial y también en la construcción del sentido norteamericano del territorio y el paisaje.

La exposición del DMA está dividida en seis secciones temáticas: el mar, la carretera, el horizonte, la forma del cuerpo, la del alma, la acumulación y el cultivo y el hogar, a través de los que la comisaria, Katherine Brodbeck, junto a Hilde Nelson y Kimberly Yu, demuestra cómo los artistas contemporáneos utilizan marcos abstractos o conceptuales en las representaciones de ambientes naturales y construidos. Creadores pioneros como Vija Celmins, Richard Diebenkorn, Brice Marden, Louise Nevelson y Thomas Struth se muestran junto a artistas contemporáneos y emergentes como Jennifer Allora, Guillermo Calzadilla o LaToya Ruby Frazier.

Además de los clásicos Nevelson, Diebenkorn, Turrell, etc. encontramos gente joven como TR Ericsson (nacido en 1972) o gente marginada como Lonnie Holley (1950), que proviene del sur profundo, que en el 2012 debutó asimismo como músico. Holley empezó su faceta como escultor creando tumbas: “Las primeras obras de arte reales que realicé fueron lápidas para mi joven sobrina y sobrino, que perdieron la vida en un incendio. Estaba honrando su muerte, y desde entonces creo que siempre he estado honrando la muerte de algo. Lo que me enseñaron es que debemos tomar algo positivo de cada vida, porque de ahí es de donde proviene el conocimiento y la sabiduría. Deberíamos intentar agarrarlo antes de que se convierta en historia”. Su obra The Journey: From Africa to America (1983) será donada al museo.

Barras y tiras, por Amelia Bennet, 1929, denin y muselina, Discretionary Decorative Arts Fund y donación de Souls Grown Deep Foundation from the William S. Arnett Foundation © Amelia Bennett.

En la exposición están también Robert Rauschenberg, Mark Bradford (que representó a EE UU en la Bienal de Venecia de 2017), Martin Puryear (que la representa este año) o Edward Ruscha, con un libro de artista sobre el On the Road de Kack Kerouac. La serie Ocean Park de Diebenkorn (1967), llamada así por la sección de Santa Mónica (California), donde vivía el artista, son lienzos compuestos elegantemente por planos horizontales, diagonales y verticales de líneas y colores luminosos. Diebenkorn creó un juego sutil entre superficie y profundidad que, a pesar de su estructura geométrica o arquitectónica, evoca la sensualidad de un espacio, el del sur de California. Lo contrario de la fría imagen de la fotografía Dallas Parking Lot, Dallas, del alemán Thomas Struth (2001), que vive en Nueva York. Un contraste similar se da entre An American Tragedy, de Ericsson, y Gusto, de Shara Hughes, dos obras recientes.

Kosme de BARAÑANO

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