Madame de Staël retratada como Corinne

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La escritora ilustrada, considerada una precursora del feminismo, fue inmortalizada en 1808 como una musa clásica por el pincel de Marie Louise Elisabeth Vigée-Lebrun, una de las grandes retratistas de su época. A ella y otras pintoras de la Edad Moderna y Contemporánea dedicamos el Dossier de marzo de Descubrir el Arte

En esta obra, pintada por Marie Louise Elisabeth Vigée-Lebrun en 1808 y conservada en el Museo de Arte e Historia de Ginebra, madame de Staël aparece retratada como musa clásica, acompañada de una lira e identificable con Erato, una de las nueve musas nombradas por Hesiodo, nacidas de las nueve noches de amor que compartieron Zeus y la titánida Mnemósine.

Vestida con indumentaria de corte neoclásico de talle alto y escote redondeado, esta deja al descubierto ambos brazos, entre los que la retratada sostiene el instrumento por excelencia vinculado a la poesía amorosa y romántica. De Staël, envuelta en una túnica anaranjada, mira hacia lo alto en busca de inspiración, en un gesto natural donde se acentúa el sonrosado de sus mejillas, el revuelo de su pelo ensortijado, y una boca entreabierta de la que sobresalen algunos dientes, y con el que la propia retratada parece no se sintió identificada.

Retrato de madame de Staël como Corinne, por Marie Louise Elisabeth Vigée-Lebrun, 1808, Museo de Arte e Historia de Ginebra.

Tras su fallido matrimonio con el barón de Staël, Anne-Louise Germaine Necker (nombre de nacimiento de la escritora) mantuvo una intensa y tormentosa relación sentimental con el político y pensador Benjamin Constant que reflejó en su novela titulada Corinne o Italia, publicada un año antes de la realización de esta pintura. Parte libro de viajes, parte folletín romántico, la obra mostraba las contradicciones y prejuicios de la sociedad de la época y el rechazo que una mujer con cualidades artísticas e intelectuales debía soportar al no cumplir con las normas sociales establecidas para su sexo.

Así, Corinne/de Staël, se presenta como una intelectual, amante de la cultura clásica italiana y de la ciudad de Roma, cuna de la belleza y del arte universal. Por su parte Oswald Nelvil/ Benjamin Constant, defensor de las costumbres británicas, se mueve culpable entre el deseo y la atracción que siente hacia una dama culta, y las convicciones sociales que le obligan a elegir una esposa sumisa y subordinada al ámbito del hogar burgués.

Madame de Staël, retratada por François Gérard, hacia 1810, Castillo de Coppet.

Las pasiones y el destino convierten a esta obra en un drama romántico además de en un ensayo ilustrado, donde las teorías que se defienden sobre el rol social de la mujer debieron considerarse, en su momento, como extremadamente vanguardistas.

Madame de Staël fue en vida una mujer sobresaliente que compartió inquietudes y cualidades con el personaje de Corinne, ya que fueron muchos los hombres que la rehuyeron o abandonaron ante la incapacidad de alcanzar sus elevadas cotas de intelectualidad.

Mujeres retratistas

En general, a lo largo de la Edad Moderna, las pintoras tuvieron vetado, por las normas de sus propios gremios, y salvo excepciones, algunas tan notables como Lavinia Fontana o Artemisia Gentileschi, dedicarse a la pintura de historia, considerada la más elevada, tanto desde el punto de vista artístico como intelectual.

Autorretrato, pintado por Marie Louise Elisabeth Vigée-Lebrun hacia 1782, National Gallery de Londres.

En consecuencia, muchas de ellas se dedicaron, además de a otros géneros, al retrato, en el que destacaron, en el siglo XVII, la neerlandesa Judith Leyster y, en la centuria siguiente, la prusiana Anna Dorothea Lisiewska y la francesa, ya mencionada, Louise-Élisabeth Vigée-Lebrun, y que tuvieron, ya en el siglo XX, a una reconocida sucesora en la pintora polaca Tamara de Lempicka, quien a través de sus retratos art déco representó a la perfección el espíritu de los années folles en el París de los años veinte. Ellas son las protagonistas del Dossier de marzo de Descubrir el Arte.

Alicia Vallina

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