Los caminos cruzados entre el humor y la sátira

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Concebida como algo más que una simple galería, Espinasse31 se presenta como ese lugar de encuentro y creación artística, a nivel internacional, para dar voz a artistas de diferentes registros, generaciones y culturas. Aquí cruzan nuestros caminos es su nueva apuesta colectiva hasta bien entrada la próxima primavera, como un soplo de aire fresco, esperado, tras el largo letargo del recio y introvertido invierno, que consigue, a través de este cóctel artístico de diferentes estilos y estados de ánimo con el uso base del color, proyectar a estos cinco creadores seleccionados y al que están invitados a participar de su rico mundo interior. Bajo la representación animada de imágenes, elementos u objetos cotidianos, reconocidos y ahora rememorados a modo de faro, que sirven de guía al espectador por la exhibición.

Moisés Yagües, Alejandra De la Torre, Alexander Grahovsky, Oton, nacionales, y la presencia de la escultora ucrania Lina Condes. Trabajos todos ellos muy dispares por sus respectivas trayectorias, de ahí lo de para gustos… que parten de un origen distinto, pero que se encuentran, confluyen y reconocen en un punto creativo común, la memoria que da sentido al presente cual área de descanso que es éste espacio multidisciplinar, un remanso a la sombra de grandes museos, con ramificaciones internacionales: Milán, Miami o Montecarlo, donde se cruzan, se cortan, reposan y enriquecen sus propuestas creativas para continuar más fuertes si cabe, en esta encrucijada de caminos, como reza el título expositivo.

Deslumbrado e inspirado por las obras originales de los grandes rabi (maestro) del pasado, así, Yagües les rinde homenaje con su pintura fresca, llena de energía, en el intento de terminar lo inacabado, gracias a la serie particular denominada The Artists Assistants. En la que quiere formar parte de esa historia universal del Arte, a través de estas casi viñetas en medio formato, de obras inconclusas, donde él y sus pequeñas y divertidas criaturas, casi cinematográficas, a modo de diminutos obreros ayudantes, tratan de dar la pincelada maestra.

Una manera divertida de rendir tributo a aquellos predecesores que ya consiguieron el sueño de crear y exponer su sentimiento, ahora suyo, e inquietudes. Mondrian, Rothko o Haring, entre otras referencias presentadas.

La cabeza y el cuerpo humano como los entresijos de la obra donde todo tiene lugar, donde se generan, crecen y viven las ideas que dan pie a las vibrantes historias de la vida. Todo ello con un estilo muy airoso y casual que consigue gracias a una iconografía, propia del formato cómic o el Art pop, a primera vista muy reconocible.

Como la que trabaja también, llena de poder y fantasía, a modo de dibujo animado, De la Torre. Y su mirada de situaciones hiperrealistas cargadas de referencias a la cultura americana de los 80 y 90 que se funden en el lienzo con la identidad nacional del uso cotidiano de esos objetos, míticos ya, que forman parte del ecosistema vital urbano, como ese ambientador silueta que evoca su aroma a pino, sinónimo de limpio, racha de aire puro involucrado, con cierto gracejo, con nuevas técnicas aplicadas que incitan a la participación. U otros situados en orden aleatorio en un contexto cotidiano fuera de sí, que funcionan como claim, reclamo, salvavidas de una memoria no perecedera, en el deseo de atrapar tan anhelada nostalgia.

Cuánto importantes son los objetos que nos rodean y elegimos para nuestro caminar diario y no les damos, a lo mejor, la importancia que merecen y nos aportan un significado especial a nuestra convivencia sin darnos cuenta, como una prolongación, un doble uso, más allá de su mera funcionalidad.

En el masculino escenario de Alexander Grahovsky este invierte el sentido de la contemplación y nos invita a que sea la pared los ojos que llaman la atención o mejor esa mirada indiscreta, el testigo mudo que atrae y juzgue lo representado.

Entornos de andar por casa, plagados de animales y humanos en sentimiento invertido, oníricos, donde la intuición sin ataduras, manejada por el artista, es el motor de sus representados, dando prioridad a todas aquellas cosas que a priori puedan pasar desapercibidas a simple vista. Un estilo estudiado y personal catalogado como de dentro hacia fuera.

Despertar la inocencia infantil en la edad adulta parece ser la razón de los trabajos de Oton. Tarea complicada, pero que consigue con maestría gracias a los ya consabidos personajes de la factoría Disney que deambulan a sus anchas sin salirse del marco, pero si de lo heterodoxo. Ellos son la excusa perfecta para dar pie a la crítica social jugando, como no, a los opuestos. Temas de rabiosa actualidad inundan el espacio como la pertinente globalización, el excesivo consumismo,  las desigualdades sociales, el poder aplastante de los medios, y se citan tamizados con una aureola de altas dosis de humor naif.

Una muestra peculiar donde la escultura se erige, representada por las piezas renacentistas, dotadas de un chic especial, fantástico, de Condes y arman éste singular puzzle artístico.

Vuelta a esa etapa brillante de la Historia del Arte por donde campaba y creaba Da Vinci y Giorgio Vasari y de la que esta modeladora del Este les hace hablar a través de la madera y el metal utilizado, como eco que amasa cual bronce o el preciado mármol para dar forma a una realidad pasada cimiento de lo que hoy somos.

Cinco propuestas sugerentes, provocadoras, a cual elegir, pero con un denominador común, acercarnos el universo interior de cada artista, desde un plano actual, sin perder las referencias que los sostienen y han guiado hasta aquí, para intentar conocer y apreciar mejor el proceso creativo que habita en su interior y les confiere esa categoría de artistas.

César Serna

Aquí se cruzan nuestros caminos

Espinasse31 Contemporary Art Gallery (Calle Fúcar, 17. Madrid).

Hasta el 20 de abril de 2024.

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