El arte de restaurar en la Academia de San Fernando

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La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando presenta su nueva exposición, El arte de restaurar. Mecenazgo de la Fundación Callia en la Academia, en la que reúne una selección de obras maestras recientemente restauradas gracias al apoyo filantrópico de la Fundación Callia. La muestra exhibe una colección de pinturas de alto valor histórico-artístico, ofreciendo una mirada privilegiada al proceso de recuperación que garantiza su preservación para el futuro.

Esta exposición parte de uno de los principios fundamentales de la Real Academia: custodiar, conservar y difundir el patrimonio que alberga. Ese compromiso se ha traducido, desde su fundación, en una atención constante al estado de sus colecciones. Sin embargo, la restauración ha evolucionado profundamente con el paso del tiempo. Lo que antes era un oficio ejercido principalmente por los artistas, que intervenían las obras conforme a su criterio y técnica, es, desde los años 60, una disciplina altamente especializada. La profesionalización del campo, apoyada en metodologías científicas y tecnologías avanzadas, permite un respeto absoluto por la integridad material y conceptual de cada pieza.

Los restauradores actuales se rigen por principios internacionales como la reversibilidad de los materiales, la mínima intervención y la preservación de la historia material de la obra. Esto supone, además de reparar deterioros, evitar que los tratamientos oculten, distorsionen o alteren la lectura original del artista. Cada restauración es, así, un ejercicio de equilibrio, donde la pericia técnica y la sensibilidad histórica se articulan para “saber detenerse a tiempo”, en palabras de Víctor Nieto, comisario de la exposición. Su planteamiento subraya que restaurar es acompañar la vida de la obra y permitir que se manifieste en plenitud.

La exposición reúne intervenciones ejecutadas por dos figuras de referencia en el ámbito de la restauración: Rafael Alonso (especialista en pintura) y Alfonso Castrillo (experto en obras sobre tabla). Ambos han llevado a cabo un conjunto de tratamientos impulsados por la Fundación Callia, seleccionando para esta muestra aquellas piezas que mejor ilustran la complejidad y diversidad de los desafíos a los que se enfrentan los restauradores.

Uno de los mejores ejemplos es Florero (1620-1625) de Jan Brueghel el Viejo, una obra que presentaba un deterioro tan avanzado que amenazaba con comprometer su estabilidad estructural. La intervención requirió un examen de los materiales, la consolidación del soporte y la eliminación de añadidos derivados de restauraciones antiguas. La madera aquí actúa como un organismo vivo, que se dilata, contrae y envejece. Muchos tratamientos del pasado, como la fijación de las tablas a bastidores rígidos, generaron problemáticas que hoy deben corregirse con extremo cuidado. La labor de Castrillo ha recuperado tanto el esplendor cromático y lumínico del original como la integridad material del soporte.

En el extremo opuesto se encuentra Florero y frutero (1622) de Juan van der Hamen y León, cuyo excepcional estado de conservación ofrece un testimonio casi intacto de la técnica madrileña del siglo XVII. El lienzo, el bastidor y los clavos eran originales, un hecho poco común que aporta información valiosísima al estudio del artista. A pesar de su buen estado, la obra requería una intervención preventiva: limpieza de barnices oxidados, estabilización y ajustes mínimos que garantizasen una preservación adecuada. Esta restauración demuestra que la conservación también consiste en preservar, con delicadeza extrema, aquello que ha llegado hasta nosotros sin grandes intervenciones.

Restauración de la obra de Jan Brueghel el Viejo Florero, 1600-1625. Foto de Pablo Linés.

Entre los ejemplos más destacados de la exposición también se encuentran pinturas devocionales y escenas religiosas de los siglos XVI y XVII, donde los restauradores han logrado rescatar tanto la profundidad espiritual como la riqueza técnica. Obras como El Salvador de Giovanni Bellini revelan la sutileza de su construcción lumínica, mientras que las composiciones de Guido Reni, Juan de Juanes, Francisco Herrera el Viejo o Andrea Vaccaro muestran la variedad de soluciones plásticas de la época: desde los contrastes tenebristas hasta la serenidad clasicista o el claroscuro caravaggesco. Por otro lado, los bodegones de maestros como Willem Claesz Heda o Brueghel ayudan a comprender cómo la restauración devuelve a la luz detalles esenciales que habían quedado velados bajo capas oxidadas de barniz y repintes históricos.

La exposición permite resaltar tanto la complejidad del proceso como el resultado final. Esto se consigue mediante la explicación de decisiones clave, como la eliminación de repintes inapropiados, la reintegración cromática sin invadir el original, la consolidación del estrato pictórico o la evaluación continua de riesgos. El visitante puede apreciar cómo cada obra exige un tratamiento único, diseñado a medida, y cómo la restauración contemporánea combina investigación histórica, análisis técnico y una profunda comprensión estética.

El proyecto no sería posible sin la implicación de la Fundación Callia, entidad fundada y presidida por Carmen Reviriego, cuyo fin principal es promover el mecenazgo y reivindicar el arte como causa de interés general. Su labor, por tanto, representa un gran ejemplo de responsabilidad social vinculada a la cultura.

La fundación impulsa proyectos como los Premios Iberoamericanos de Mecenazgo, la iniciativa La Suerte de Dar, el programa Arte por la Igualdad y producciones audiovisuales que subrayan la importancia del coleccionismo responsable y la cooperación entre instituciones culturales y sociedad civil. Su filosofía se articula en torno a la idea del arte como motor de conexión humana: un medio capaz de propiciar emoción, pensamiento crítico y cohesión social.

El apoyo de la Fundación Callia a la Real Academia se ha consolidado a través del patrocinio de restauraciones de pinturas, esculturas y artes decorativas, contribuyendo de manera concreta a fortalecer la conservación preventiva del patrimonio. En 2024, la Academia reconoció esta labor otorgándole su Medalla de Honor, subrayando así la relevancia del mecenazgo como herramienta indispensable para preservar la memoria cultural común.

La muestra invita a reflexionar sobre el lugar de la restauración en la cultura contemporánea. Restaurar, más que devolver una obra a un estado ideal, se trata de comprenderla en su temporalidad: su creación, su deterioro, sus transformaciones y su vida institucional. La restauración no borra la historia; al contrario, la preserva, evitando que se pierda irremediablemente.

Proceso de restauración de la obra de Giovanni Bellini El Salvador, 1502. Fotos de Rafael Alonso, Alfonso Castrillo y Pablo Linés.

En este sentido, El arte de restaurar ofrece una oportunidad excepcional para que el público contemple el patrimonio desde una perspectiva renovada. La recuperación técnica se convierte en una vía para redescubrir el valor simbólico, histórico y estético de las obras. La exposición revela la fragilidad inherente de los materiales, y, al mismo tiempo, la capacidad humana para cuidarlos a través de conocimientos especializados, vocación y compromiso colectivos.

A través de esta iniciativa, la Real Academia y la Fundación Callia proponen una visión del mecenazgo como participación activa en la construcción cultural del presente. La restauración, así, se convierte en una experiencia compartida, en un gesto que une a profesionales, instituciones y ciudadanía en torno a la preservación de un legado común.

El arte de restaurar. Mecenazgo de la Fundación Callia en la Academia

Real Academia de Bellas Artes de San Fernando

Hasta el 18 de enero de 2026

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