El Museo de Bellas Artes de Gante acoge la mayor exposición dedicada al pintor flamenco en toda la historia al reunir por primera vez diez pinturas del total de veinte que se conservan. Cien obras, entre pinturas, esculturas, dibujos, tapices y miniaturas de artistas contemporáneos del oeste de Europa e Italia ilustran el sentimiento estético y la riqueza cultural de este periodo. Hasta el 30 de abril
El 1 de febrero se ha inaugurado en el Museo de Bellas Artes de Gante, Van Eyck. Una revolución óptica, la mayor exposición dedicada al pintor flamenco en toda la historia al reunir por primeva vez diez pinturas del total de veinte que se conservan de Jan van Eyck (Maaseik?, h. 1390-Brujas, 1441), que se mostrarán junto a otras piezas de su taller, copias de cuadros que se han perdido, a las que hay que sumar miniaturas, esculturas y dibujos de la Baja Edad Media. La muestra da cuenta también sobre la influencia capital de Jan Van Eyck en los rasgos característicos de lo que se ha venido en llamar el arte de los “primitivos flamencos” y sobre la fascinación que su persona y su original obra siguen despertando en la actualidad.
Además, esta muestra hace hincapié en el núcleo creativo, artistas y artesanos, que tuvo lugar en los Países Bajos durante este periodo, y más en concreto en la corte de Felipe el Bueno, duque de Borgoña (Dijon, 1396-Brujas, 1467), una de las más cultas y lujosas de la Europa nórdica. Gran defensor de la cultura e impulsor de la prosperidad en sus territorios, en los palacios de este ducado, que no tenía ninguna capital fija (Bruselas, Brujas o Lille), se reunían los mejores artistas del momento junto a mercaderes ricos y políticos que admiraban la magnificencia de la corte y adquirían productos de lujo en Gante y Brujas, enclaves que también empezaron a desarrollarse como importantes ciudades mercantiles. Y es precisamente en este ambiente creativo, entre la corte y la ciudad, entre el arte y la artesanía, en el que se desarrolló la carrera de Van Eyck.
Como comenta Maximiliaan Martens, comisario de la muestra, Jan van Eyck alcanzó gran fama y poder muy pronto. En 1425 entró en la corte de Felipe el Bueno como pintor y ayuda de cámara, cargo que llevaba aparejado un salario fijo que mantuvo hasta su fallecimiento. A las órdenes de su señor cumpliría diversos encargos diplomáticos que le llevaron a las principales ciudades de Flandes, en especial Brujas y Gante, donde coincidiría con nobles, eclesiásticos y burgueses que pronto figurarían entre sus principales clientes. También formó parte de misiones diplomáticas por Italia, España (se ha especulado que quizá formó parte de la embajada que fue a Valencia en 1426 para concertar el matrimonio de Isabel de Urgel, sobrina de Alfonso V de Aragón, con el duque de Borgoña) y Portugal, a donde viajó en 1429 con la delegación que debía negociar la candidatura de la princesa Isabel como futura tercera esposa del duque. Desafortunadamente no se conserva ninguno de los dos retratos que realizó a la joven con dicho motivo, pero el curso de aquella embajada le proporcionó también la ocasión de visitar Santiago de Compostela y de constatar el contraste de los paisajes peninsulares con los de las tierras de Flandes, precisamente incorporó plantas mediterráneas a sus obras, como las especies que aparecen en el paisaje del Políptico de Gante. También conoció de primera mano la revolución pictórica que se estaba produciendo en Italia durante el primer Renacimiento protagonizada por artistas como Benozzo Gozzoli, Fra Angelico o Masaccio, de los que se incluyen importantes obras en esta muestra.
Y como pieza central de esta exposición se mostrarán, tras su restauración, los ocho paneles exteriores del Políptico de la Adoración del Cordero Místico, y que regresarán de nuevo a la catedral de Gante una vez concluida la exposición para no salir nunca más del lugar para el que fueron realizados. Así, en cada sala se mostrará una tabla para hacer hincapié en temas como el retrato, la arquitectura o el espacio interior.
En el Políptico de la Adoración del Cordero Místico ya están presentes todos los elementos que caracterizarán el trabajo de Jan van Eyck, como su portentoso manejo del óleo, y más en concreto de las veladuras, con las que conseguía colores intensos y mayor luminosidad; sus conocimientos ópticos; sus figuras monumentales; el realismo de sus retratos, o su revolucionario tratamiento de la luz donde “(…) las sombras se encuentran incluso en las claridades, y la luz en todas partes, incluso en las sombras”, en palabras del crítico Charles Stirling.
Y son todos estos aspectos del trabajo de Van Eyck en los que hace hincapié esta exposición del Museo de Bellas Artes de Gante y que uno de los comisarios resumía en la gran habilidad del maestro flamenco para captar la realidad en los detalles más pequeños como el agua, las flores o el oro, o los espacios interiores que representa en sus cuadros. También dejó una serie de retratos a los que solo les falta respirar, paisajes rurales que muestran hasta el último detalle y engañó a sus contemporáneos (y también a nosotros hoy en día) con una representación de esculturas digna de un ilusionista.
Aunque no se conoce la fecha exacta de su fallecimiento, lo que sí sabe es que fue poco antes del 13 de junio de 1441 como atestigua una cuenta para sus funerales en la iglesia de San Donaciano (Brujas). Como era miembro de la “familia ducal” fue inhumado en el claustro anejo a esta iglesia y, un año después, por intervención de su hermano Lambert, su tumba fue trasladada al interior de la iglesia.
Otro valor importante de esta muestra es el hecho de que junto a la pintura flamenca se exhibe un conjunto de obras del Renacimiento italiano lo que permitirá apreciar las similitudes y diferencias entre ellas. Además, de artistas alemanes, franceses y españoles.
El recorrido expositivo se despliega por trece salas, en las que las miniaturas pintadas en manuscritos medievales se muestran junto a las tablas de Van Eyck, de su taller y de sus contemporáneos. Y de manera excepcional, se pueden ver obras que raramente abandonan las salas de los museos que las albergan, como las dos Madonna en la fuente, que se muestran una junto a la otra (la de la Colección Frick de Nueva York y la del museo de Bellas Artes de Amberes), o La Anunciación de la Galería Nacional (Washington). España ha prestado dos esculturas de madera policromada (Museo del Prado) y el Díptico de la Anunciación (Museo Thyssen-Bornemisza).
Retratos que respiran
Además, está presente una galería de retratos, todos de pequeño formato, que destacan por el impactante realismo, hay que recordar que Van Eyck está considerado como el fundador del retrato occidental. Sus modelos casi siempre son representados de frente y en tres cuartos, sobre fondo oscuro, sirviéndose de la luz para modular sus características y dotándoles, en cada caso, de una carga simbólica más o menos explícita, lo que constituía en la época una innovación radical.
En la exposición del Museo de Bellas Artes pueden admirarse magníficos ejemplos, el del embajador Benoit de Lannoy (h. 1435), un personaje que Van Eyck conoció durante la misión en Bruselas y al que acierta a mostrar con rasgos adustos, un punto antipáticos; el de su esposa Margarita, y el que se cree que puede ser su autorretrato, Retrato de hombre con turbante,conocido como Retrato de un hombre con turbante rojo, en el que aparece su firma y fecha de ejecución, 1433, y la famosa frase AIC IXH XAN “Als ich kan”, que significa “como puedo”.
Y también el de un joven de finas facciones, cuyo rostro iluminado enmarca el intenso color de su complejo tocado azul: Retrato de un orfebre [Retrato de un joyero, Retrato de hombre con gorro azul, Hombre del capirón azul, Hombre del turbante azul u Hombre con anillo, (1430, Museo Nacional Brukenthal, Sibiu, Rumania)], y que elegimos como portada de nuestra revista de enero. No se sabe si la sortija que sostiene en la mano derecha indica que puede ser un joyero u orfebre (de ahí uno de los nombres por el que es conocido), como se había pensado hasta el análisis que Erwin Panofsky realizó a mediados del siglo XX, o como sostienen otros especialistas podría ser una pintura encargada como retrato de petición de mano, una teoría que se reforzaría por las pequeñas dimensiones del cuadro, lo que facilitaría su transporte.
Y dentro de este género hay que mencionar, aunque no forme parte de esta muestra, su obra maestra y una de las cumbres de la pintura flamenca, el Retrato de los esposos Arnolfini (1434, National Gallery, Londres), que representa el momento de la boda, en un interior flamenco, de un rico negociante establecido en Brujas, Giovanni Arnolfini y su esposa. Van Eyck inscribió en el muro posterior (pictórico) Johannes de Eyck fuit hic 1434 (“Jan van Eyck estuvo aquí”, 1434), por encima de un espejo circular convexo en el cual aparecen vagamente reflejados dos personajes, quizá los dos testigos, uno de los cuales podría ser el autorretrato del pintor.
Y precisamente, en referencia directa a la frase de esta obra maestra, Flandes dedica el año 2020 al genial pintor bajo el título “OMG! Van Eyck was here” (¡Oh Dios mío! Van Eyck estuvo aquí).
Buenas noches. Me gustaría comprar este número en el que tratan la exposición de Van Eyck para ver si me hago suscriptor. Por favor díganme cómo puedo adquirir este número en concreto, ya que aquí, donde vivo, no lo encuentro.
Carlos Mascaró Florit. Avd. Virgen de Monte Toro, 13. Ferreries, Menorca. 07750.