“El cuerpo es el lugar donde se expresan nuestras aceleraciones y contradicciones, nuestra primera herramienta natural y cultural”

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La performer Ana Matey explora en su trabajo sobre los límites del cuerpo y su relación con la naturaleza y lo hace a través de tres verbos clave: pasear, recolectar y desplazar. La artista visual migró hace unos años de la ciudad al campo, una decisión que ha influido en sus inquietudes y reflexiones, de las primeras obras relacionadas con la dureza del asfalto urbano ha pasado de la organicidad de lo natural. Su nueva serie, Retratos en mi ventana, es una suerte de terapia frente al confinamiento en la que están participando muchos otros artistas

Nerea UBIETO

Ana Matey (Madrid, 1978) es performer, artista visual e investigadora incansable. Su trabajo es una exploración profunda sobre los límites del cuerpo humano y su relación con la naturaleza, articulada principalmente a través de tres verbos clave: pasear, recolectar, desplazar. En los últimos años, la artista ha migrado de la ciudad al campo, un movimiento que ha afectado a su trabajo, influyendo en sus inquietudes y reflexiones. De las primeras obras relacionadas con la dureza del asfalto urbano ha pasado a la organicidad y la frescura de lo natural. Desde su propia residencia, ha indagado en el binomio lenguaje-paisaje planteando diferentes formas de ampliar el paisaje mental a través del lenguaje natural o cómo, mediante el paisaje, se puede potenciar nuestra capacidad de empatía. Matey entiende el arte como una toma de conciencia y una forma de vida que le permite experimentar con todo tipo de estrategias, materiales, tiempos y lugares, de manera individual y colectiva. 

Acción en Tokio, mayo de 2007, proyecto Welcome to Otasazubicam. Arriba, Ventana 02, serie Retratos en mi ventana, 2020. Todas las obras del artículo por Ana Matey.

PREGUNTA ¿Por qué elegiste el arte para comunicar?

ANA MATEY: El lenguaje nos limita y el arte nos expande, bueno, así lo siento yo. Mi obra crea experiencias no vividas, por tanto, no existe lenguaje verbal para explicarlas por no haber acontecido previamente.

P. ¿Expresan tus acciones un significado concreto que haya que comprender?

A.M. Durante la acción el observador no tiene por qué entender y analizar cada elemento por separado, pero sí en su totalidad; por ejemplo, si hincho un globo, la importancia no reside en este objeto sino en el acto de soplar, de dar aire, de transformar el aire en materia… es el acto de dar y de cómo en ese dar, algo sucede… en este caso, un globo gigante se expande.

Tokio, proyecto Welcome to Otasazubicam, 2008.

P. ¿De qué manera se interrelacionan arte y vida en tu obra?

A.M. Es muy común en el pensamiento occidental la compartimentación del conocimiento y la separación cuerpo-mente; en Oriente es lo opuesto: la vida es un todo, todo está conectado y en continuo proceso. Mi obra sigue esta concepción del mundo y de la obra artística, ya que, como toda la tradición del arte de las vanguardias que me precede, también sigo el binomio “Arte-Vida” en oposición al “Arte por el Arte”, ya que ambos se encuentran en un proceso continuo de transformación. ¡Y qué alguien intente rebatirme la imparable transformación a la que estamos sujetos!

50.000 células del cuerpo mueren y son reemplazadas mientras tú lees esta frase. Los glóbulos rojos, tras un viaje de casi 1.600 kilómetros a través del laberinto del sistema circulatorio del cuerpo, sólo viven una media de unos 120 días. Un hígado humano adulto tiene un tiempo de renovación de entre 300 y 500 días. Para mí, estos datos son fascinantes, la vida es fascinante… Cada acción es una aventura, una exploración, una apertura al mundo…

Acción en metro, 2008, proyecto Welcome to Otasazubicam.

P. ¿Cómo llegaste al arte de acción?

A.M. Creo que se debe a mi interés por querer entender la manera de relacionarnos entre nosotros y lo que nos rodea. En mis comienzos este anhelo lo cubría con la cámara fotográfica, una herramienta que también nos acerca al otro. Ya existía la acción, pero ésta era realizada para la cámara y después mostrada a través del soporte fotográfico o videográfico. Un primer acercamiento al otro fue con el proyecto A través de la diferencias…en el que estuve inmersa durante cinco años y en el que participaron 50 personas de diversas nacionalidades, generaciones, ocupaciones y todos residentes en la ciudad de Madrid. Aquí la relación se establecía en un espacio íntimo, mi estudio, con una sola persona a la vez, a cada uno de ellos le hacía la misma pregunta: ¿qué piensas que nos diferencia? Para responder cada persona disponía de pintura acrílica y corporal, una para el mural que fuimos construyendo entre todas y la otra para su propio cuerpo.

P. El primer proyecto con el que decides salir al espacio público es Welcome to Otasazubicam, nombre que es la suma de las siete ciudades en las que residiste por periodos cortos. Háblame de él.

 A.M. Tiene que ver con la búsqueda de relación con el otro en los llamados “no lugares” de Marc Augé, aquellos donde sólo quedan las estelas de los transeúntes apresurados por llegar al siguiente lugar. Las acciones consistían en in-acciones que generaban acciones periféricas. Al comienzo eran duraciones cortas de minutos, pero llegué hasta las nueve horas en algunos casos. Además de la acción, había un interés en el registro de la imagen. Construí un par de cámaras estenopeicas para generar una imagen que era la suma de dos tiempos, de dos lugares, y en el centro de la imagen quedaban fusionados. Además, trabajaba con cámara digital, cámara de gran formato y vídeo. Cada medio mostraba la realidad a la que asistían de manera diferente, algo similar a lo que ocurre en la cabeza humana, un acontecimiento tendrá tantas versiones como personas lo hayan vivido.

Este proyecto supuso un punto y aparte en mi práctica artística. Después de mi regreso de la última ciudad donde trabajé, aparté las cámaras y me quedé con tan sólo mi cuerpo. Sentí una necesidad de simplificar en mi creación, de ser menos ambiciosa, de centrarme en el cuerpo como única herramienta de creación.

Sobre el acto de desplazar, Retorno, 2015, proyecto Conversaciones con lo natural.

P. ¿A dónde te lleva practicar la acción?

A.M. Me lleva a lo social, a lo íntimo, a la naturaleza, al otro, a lo urbano, al misterio, a la meditación, al cuerpo, al tiempo, este último, una de mis obsesiones y al cual reto en muchas de mis acciones a través de duraciones prolongadas, o más que retarle me reto a mí misma, a mí paciencia y a la del espectador.

P. Háblame del tiempo y cómo afecta a la percepción de tu propio cuerpo

A.M. El tiempo, presente en cada instante, más rápido que mi ser, inalcanzable. Me gusta experimentar el tiempo a través de acciones que ralentizan su percepción. Esto es algo que me interesa desde hace más de diez años. Con estas acciones mi percepción del cuerpo ha ido cambiando de cuerpo-cárcel, por ver en él la limitación de un deseo, a cuerpo-nido al diluir el deseo en la carcasa de mi ser, a cuerpo-territorio, lugar donde me relaciono con el mundo, lo único que tengo en propiedad. El cuerpo es el lugar donde se expresan nuestras aceleraciones y contradicciones, nuestra primera herramienta natural y cultural.

Mimesis, 2019, proyecto Conversaciones con lo natural.

P. Tú interés por el espacio ha cambiado de la ciudad a la naturaleza, especialmente en los últimos años en los que has desarrollado Conversaciones con lo natural ¿En que consiste este proyecto y cómo se ha ido desarrollando en el tiempo?

A.M. El proyecto reflexiona sobre cómo lograr el equilibrio entre lo natural y lo artificial. Su acercamiento a dicha problemática es a través de la acción de caminar, entendida como práctica estética, simbólica, poética, filosófica, política y social. De esta manera la obra está constituida de trayectos físicos y mentales; un mapa conceptual que se construye con cada pisada entendida como pincelada de la obra. Tras años de recorrer y vivir en grandes ciudades, con la obra ya citada Welcome to Otasazubicam, en el año 2012, sentí la necesidad de cambio y decido vincular mi vida y mi obra al medio natural, a su observación, vivencia y estudio, buscando una nueva vía de conocimiento y manera de estar en el mundo; realizando acciones sencillas que minimicen nuestro impacto sobre la tierra e intentando que mi huella erosione lo menos posible. A lo largo de estos ocho años, la obra ha evolucionado junto a mis propios procesos vitales influenciados por una estrecha relación a la naturaleza. También ha sido afectada por los acontecimientos sociales vinculados a las diversas crisis (la migratoria y la ecológica), así como por los descubrimientos que surgen de mis lecturas (en especial del neurobiólogo Stefano Mancuso). Aunque mi intención no es dar soluciones a dichas complejas problemáticas, sino construir un lugar para reflexionar sobre ellas.

Colipower, 2014, proyecto Conversaciones con lo natural.

P. En tu obra son clave las acciones de pasear, recolectar y desplazar, ¿qué significado adquiere cada una de ellas?

A.M. Estas tres acciones son la base de mi práctica desde hace más de una década, exactamente desde el verano del 2008, momento que inicio la obra de El Recolector.

Pasear activa mi mente, el cuerpo es el engranaje que facilita mi pensamiento, sentada sólo tengo ideas estancadas, al pasear el horizonte se amplía y con él mi mente. De esta manera, la acción de caminar es el motor de mi proceso creativo. Caminar como acto social y político. Caminar como repulsa a este ritmo frenético al que estamos sometidos en las grandes ciudades. Caminar y observar lo que tenemos de frente y alrededor; una realidad que abandonamos por la realidad virtual. Caminar es encontrarse con cualquiera y hasta con uno mismo, es conocer al otro de manera directa sin la red social, sin encuadre de pantalla. Caminar es olvidarse del constante quehacer cotidiano. Caminar nos conecta con lo más básico, con nuestro cuerpo y la tierra que pisamos. Caminar nos hace “estar” en ese momento y lugar concretos. Caminar, para mí, es accionar.

Recolectar lo entiendo como un acto social, medioambiental, poético y político. Recolectar como repulsa al ritmo frenético de consumo material. Recolectar es minimizar la huella del humano, el impacto de lo residual. Recolectar es una práctica que te vacía de necesidad. Recolectar y crear con lo encontrado. Recolectar nos hace estar alerta, observar y atender a lo que hay.

Desplazar como acto social, físico, poético y político. Desplazar es crear un trayecto físico y mental. Desplazar subvierte la idea de pertenencia. Desplazar ideas. Desplazar el resto. Desplazarse.

«Diario 13 plumas”. El Recolector de Plumas, 21 de febrero de 2013, proyecto El Recolector.

P. Tus procesos de trabajo suelen ser lentos, extenderse en el tiempo y materializarse en diferentes obras que abordan una misma reflexión desde diversos puntos de vista. El recolector de plumas es un buen ejemplo en el que, además, está muy presente la acción de caminar ¿Cuándo comienzas esta obra? ¿De cuantas partes consta?, ¿se cerrará en algún momento?

A.M. El Recolector de plumas es un work in progress que me acompaña desde el verano del 2008. Presenta a una persona cansada de la aceleración de la ciudad, de la vida en torno al consumismo y la competitividad, el recolector de plumas soy yo, y en este entramado procesual me cuestiono la manera que tenemos de vivir en las grandes ciudades. Cada una de las obras de El Recolector está formada por dibujos, vídeos, fotografías, instalaciones y acciones individuales, colectivas y participativas. El proyecto alterna la experiencia de lo urbano y lo rural para indagar en las necesidades reales del humano, la colectividad y los movimientos migratorios. “Cambio pelos por plumas”, “¿Cuándo es más libre la pluma?”, “El huevo que nunca cae”, “Volver a Volar”, “Dona tu aliento” y “Waiting for migration”, son hasta el momento las seis piezas o estadios que lo constituyen. En cada uno de ellos intento resolver una serie de incógnitas que a lo largo del proceso suelen resolverse para dar paso a nuevas cuestiones.

El huevo que nunca cae, 2010, proyecto El Recolector, galería Kulturpalast.

En El Recolector empleo la pluma como excusa para hablar del individuo y la sociedad. En un primer momento alejándome de lo social y acercándome a lo natural, cuestionándome sobre la libertad del individuo. Al regresar a lo social, a la urbe, me cuestiono sobre la colectividad, algo que se encuentra más en el entorno rural que en el urbano. Y entre uno y otro, entre lo urbano y lo rural, entre el territorio nacional y el extranjero, me cuestiono sobre los movimientos migratorios… ¡quién pudiera viajar como las aves sin visados ni pasaportes!

Hasta el momento he experimentado la vivencia de caminar y desarrollar el proyecto en París (Francia), Normandía (Francia), Berlín (Alemania), Loupian (Francia), Saari (Finlandia) y Parque del Río Guadarrama/Madrid (España). Con esta obra empecé a entender el arte como medio de transformación tanto en el individuo como en la sociedad.

Ventana 15, serie Retratos en mi ventana, 2020.

P. ¿Qué papel transformador puede jugar el arte en la situación de crisis en la que nos encontramos?

A.M. Entiendo el arte como un espacio de reflexión y de encuentro, a la vez que es un lugar donde poder jugar, liberar, soltar… es un espacio donde se pueden crear posibilidades.

P. Como modo de reflexión y una suerte de terapia frente al confinamiento, has empezado una nueva serie titulada Retratos en mi ventana, ¿cómo estableces las colaboraciones?, ¿qué esperas conseguir?, ¿cómo estas viviendo la experiencia?

A.M. Retratos en mi ventana crea desde la distancia un encuentro con otras/os artistas, personas a las que aprecio y admiro su trabajo.  Así, las colaboraciones se establecen bajo el binomio “cariño-admiración”. Primero pensé en la música, después le siguió la poesía, y cómo esta situación se va alargando… pensé en generar ese espacio de juego y experimentación a artistas afines a lo sonoro pero que sean de otros campos, ¡está siendo muy interesante y divertido!

No tengo expectativas específicas, inicié el proyecto siguiendo mi pulso vital. Anhelaba el encuentro con el otro y quería vivir la situación desde todo aquello a lo que nos enfrenta; canalizando la pérdida desde la creación cómo una vía para asumirla. Mi vida diaria se ha convertido en este proyecto, muchas de las intervenciones me llevan todo el día, y a veces se alargan parte de la noche, establecer las colaboraciones, la emoción cada vez que recibo un nuevo audio, la sonrisa que se me dibuja al oírlo, la transformación de la imagen una vez unida con el sonido… lo estoy disfrutando mucho gracias a las/los demás. Lo siguiente será ver cómo resurgimos de las cenizas

«Conversaciones en mi ventana. Con Joana Brabo. Día 19».

Me gustaría aprovechar la ocasión para dar las gracias, las/os artistas que hasta el momento han o están participando, son José Antonio Nieto, Mario Bastian, Wade Matthews, Isabel Corullón, Marta Sainz, Christian Fernández-Mirón, Mario Montoya & Daniel Spencer, José Manuel Berenguer, Yolanda Pérez Herreras, Bartolomé Ferrando, Giusseppe Domínguez, Nieves Correa, Felipe Ortega-Regalado, Johanna Speidel, Isabel León & Llorch Talavera, Sofía Misma, Pedro Alba, María Rosa Hidalgo, Joana Bravo, Rosa Palmeida, Paco Justicia, Pere Sousa, Julia Adzuki, Paquito Nogales, Enrique Zaccagnini, Igor Sousa, Fausto Gracia, Ana Gesto, Soufïa Bensaïd, Laura Corcuera…

P. Quién tenga interés, ¿dónde puede encontrarlo?

A.M. Se puede suscribir a mi canal de youtube donde publico una nueva ventana en días alternos, ya se pueden ver 12 de las 25 que llevo.

También se pueden ver en mi página web donde he creado un espacio para el proyecto.

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