Van Gogh, 125 años después

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Vincent van Gogh murió el 29 de julio de 1890. Dos días después de pegarse (o recibir, según una teoría reciente) un tiro en uno de los campos de trigo que tantas veces retrató. Pudo pintar gracias a que su hermano Theo le mantenía económicamente; solo vendió un cuadro en vida. Ahora sus obras alcanzan cifras millonarias y este año, que se cumplen 125 de su muerte, se suceden exposiciones y actividades conmemorativas que recuerdan qué ha significado para la historia del arte ese a quien se le dio a conocer como el loco de pelo rojo y que no pudo ser testigo de la admiración que provocaría su obra

 

El Año Van Gogh es una estupenda excusa para releer y redescubrir a uno de los genios de la historia del arte, tanto por la emoción que suscita su obra de colores vibrantes como por lo que esta ha supuesto para el desarrollo de corrientes como el expresionismo. Desde comienzos de 2015 se suceden actividades (ver https://www.descubrirelarte.es/2014/12/01/ano-van-gogh-en-europa.html) que permiten contemplar su legado desde múltiples puntos de vista: exposiciones en relación con otros artistas como pueden ser David Hockney o Edvard Munch; visitas a los escenarios de su vida o a los creados ahora inspirándose en él (en un carril de Eindhoven las bicicletas se deslizan por La noche estrellada); organización de concursos con el genio como excusa y así un largo etcétera focalizado fundamentalmente en Holanda, Francia y Bélgica.

Autorretrato con oreja vendada, por Vincent van Gogh, Arlés, enero 1889, óleo sobre lienzo, 60 x 49 cm, Londres, Courtland Galleries.

Autorretrato con oreja vendada, por Vincent van Gogh, Arlés, enero 1889, óleo sobre lienzo, 60 x 49 cm, Londres, Courtland Galleries.

Uno de los platos fuertes de este aniversario ha sido la nueva museografía del Museo Van Gogh en Ámsterdam, encaminada a mostrar su obra desde una perspectiva histórica y vivencial. En el número 191 de la revista Descubrir el Arte, Marie-Claire Uberquoi describe y valora este nuevo planteamiento de la exposición de la colección permanente que «permite conocer en profundidad su manera de trabajar la pintura, su interés por la naturaleza, sus obsesiones, la relación con sus familiares, su enfermedad, su suicidio, su amistad con los artistas de su generación y sus respectivas influencias artísticas». En la misma revista, José María Faerna aborda el gran estereotipo del mito de Van Gogh, la locura, de forma muy interesante. «Es asombroso que el espantoso sufrimiento de sus delirios, de cuya naturaleza y consecuencias habla con la misma lucidez que de pintura en sus cartas, no le apartara de ese camino [el de domesticar la estrategia expresiva de la exageración en su pintura]. Así vemos cómo los grandes acordes de colores complementarios de Arlés dan paso a esas características pinceladas ondulantes que traducen masas y movimientos hasta el punto de que uno puede ver el viento en los cipreses de Saint-Rémy o en los trigales bajo los cielos cargados de los días finales de Anvers. Es como trabajar como una caldera a presión abriendo y cerrando la espita a mano. Un ejercicio extenuante, incompatible con la locura». (Esta revista, así como el libro que este mismo autor, José María Faerna, escribió sobre Van Gogh en nuestra colección Inmortales de la Pintura puede encontrarse en https://www.descubrirelarte.es/tienda)

La mirada de Vincent, Artika, 2015.

La mirada de Vincent, Artika, 2015.

En España la efeméride también ha tenido eco, como la muestra que el Museo Thyssen-Bornemisza le dedicó hasta el 8 de febrero con las obras del genio que atesora en su colección, o la publicación por parte de la editorial Artika (Barcelona) de una nueva joya dedicada a los cuadernos del autor, en una edición limitada con siete cuadernos, un libro de estudios y 17 láminas, además de estuche y expositor, que se suma a la edición magistral que ya hiciera esta misma casa en 2010 de las cartas a Theo, su hermano y su gran apoyo.

Esta correspondencia, que decidió publicar la viuda de Theo a la muerte de este (sobrevivió a su hermano apenas seis meses y también con problemas mentales), ha sido clave para conocer sus inquietudes, gustos (Millet, Rembrandt, Delacroix…) y la sensibilidad de quien tenía un gran sentido de la misión de un artista. («La pintura de la vida de los aldeanos es una cosa seria y, por mi parte, me reprocharía si no tratara de hacer cuadros de tal manera que me provocasen serias reflexiones entre aquellos que reflexionan seriamente en el arte y en la vida» (carta 404, 1885).  Pintó objetos humildes, paisajes, naturalezas muertas,retratos y volvió una y otra vez sobre las mismas escenas con una perseverancia y una obsesión que explican que, aunque su carrera apenas duró diez años (empezó muy tarde y murió muy joven), haya dejado cerca de 800 cuadros y casi el doble de dibujos. 

Los comedores de patatas, por Vincent van Gogh, Nuenen, abril 1885, óleo sobre lienzo, 82 x 114 cm, Ámsterdam, Museo Vincent van Gogh.

Los comedores de patatas, por Vincent van Gogh, Nuenen, abril 1885, óleo sobre lienzo, 82 x 114 cm, Ámsterdam, Museo Vincent van Gogh.

Decidió consegrarase la pintura tras fracasar en otros asuntos, principalmente como marchante de arte (a ello se dedicaría su hermano Theo) y como predicador. Los comedores de patatas, considerada su primera gran obra maestra, es de 1885; en ella se refleja esa sensibilidad social. La paleta entonces es sombría y tenebrosa, coherente con lo que ocurría en las escuelas de Holanda, pero está cargada de la rotundidad expresiva que se apreciará en los retratos de sus etapas posteriores. Aparte de a campesinos, tejedores y amigos, Vincent se utilizó muchas veces a sí mismo como modelo, como ejercicio de introspección y también por necesidad (no era fácil que pudiera pagar a los modelos).Entre pinturas y dibujos se cuentan, según el Museo de Orsay, 43 autorretratos. 

En 1886 viajó a París donde ya vivía y trabajaba Theo y gracias a él entró en contacto con nuevas corrientes: el impresionismo, el divisionismo.  Conocería a Pisarro, Gauguin, Sisley, Toulousse Lautrec… Aquello fue todo un descubrimiento, determinante en su carrera. Van Gogh, excesivo y apasionado en todo (lo fue en Borinage, Bélgica, cuando predicaba entre los mineros o lo fue pintando en casa de sus padres en Neuen y lo fue cuando se enamoró –y fue rechazado– de una prima), absorbe esas influencias, pero sintetizándolas en un estilo muy personal que no pretendía una representación correcta, sino expresar con formas y colores lo que sentía y contagiar ese sentimiento. 

Naturaleza muerta con libros. Romans parisiens, por Vincent van Gogh, París, invierno 1887-88, óleo sobre lienzo, 73 x 93 cm, Perth, The Robert Holmes à court Collection.

Naturaleza muerta con libros. Romans parisiens, por Vincent van Gogh, París, invierno 1887-88, óleo sobre lienzo, 73 x 93 cm, Perth, The Robert Holmes à court Collection.

Puente de Langlois con lavanderas, por Vincent van Gogh, Arlés, marzo 1888, óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm, Otterlo, Museo Kröller-Müller.

Puente de Langlois con lavanderas, por Vincent van Gogh, Arlés, marzo 1888, óleo sobre lienzo, 54 x 65 cm, Otterlo, Museo Kröller-Müller.

En Arlés el color se subjetiviza aún más. Busca armonías de gamas cromáticas altas. Trabaja de forma incesante y todo se resume con una palabra: intensidad. La pincelada es libre y densa, llena de materia. Se trasladó allí en febrero de 1888, la convivencia con Theo en París se había hecho difícil, y Vincent se fue tras la luz del sur de Francia y persiguiendo el sueño de crear una comunidad de artistas. En esto tampoco tuvo suerte. El primer y único intento fue con Paul Gauguin, a quien Vincent apreciaba muchísimo y quien fue hasta allí animado, y apoyado económicamente, por Theo (otra vez, pendiente y preocupado por ayudar en cuanto pudiera a su hermano mayor).

Jarrón con doce girasoles, por Vincent van Gogh, Arlés, agosto 1888, óleo sobre lienzo, 91 x 72 cm, Nueva Pinacoteca de Múnich.

Jarrón con doce girasoles, por Vincent van Gogh, Arlés, agosto 1888, óleo sobre lienzo, 91 x 72 cm, Nueva Pinacoteca de Múnich.

 

 

 

El final de ese encuentro/desencuentro es conocido: tras una discusión entre ambos (otra más), Vincent se cortó una oreja. Gauguin se fue de allí, y allí, en la famosa casa amarilla donde vivían, quedaron los girasoles que el holandés había pintado para él, un regalo con un significado muy especial. La obra del holandés está cargada de un fuerte simbolismo, y el uso del color es una herramienta esencial para entender el significado. Hay dos ejemplos muy claros que, además, Vincent explicó en sus cartas. En el Café nocturno escogió rojos y verdes intensos para expresar pasiones humanas («un lugar donde uno puede arruinarse, volverse loco o cometer un crimen»); en el óleo que retrata su cuarto, la intención era sugerir descanso por eso se decidió por capas planas y zonas grandes de color y hace referencia a las estampas japonesas que tanta influencia ejercieron sobre él a la hora de decidir la composición espacial.

El incidente en Arlés con su Gauguin marca el comienzo de su enfermedad. A partir de entonces se suceden crisis intermitentes: alucinaciones auditivas, dolores y arranques violentos. La pelea fue en diciembre de 1888 y Van Gogh murió en julio de 1890. Entre tanto, estuvo ingresado en Arlés y en un sanatorio psiquiátrico en Saint-Rémy (solicitó ser tratado allí de forma voluntaria). La noche estrellada (cuadro que abre este artículo y que pertenece al MoMA de Nueva York) es una de las obras de este período que refleja la fuerza de su pincelada y de los ritmos sinuosos de la pintura en los arabescos del cielo nocturno.

Retrato del doctor Gachet, por Vincent van Gogh, Auvers-sur-Oise, junio 1890, óleo sobre lienzo, 68 x 57 cm, París, Museo de Orsay.

Retrato del doctor Gachet, por Vincent van Gogh, Auvers-sur-Oise, junio 1890, óleo sobre lienzo, 68 x 57 cm, París, Museo de Orsay.

En mayo de 1890 se traslada a Auvers-sur-Oise donde el doctor Gachet se hace de algún modo cargo de él, aunque también tendrán sus diferencias. Van Gogh era una persona muy difícil, pero muy necesitada de afecto y camadería. En una de sus cartas a Theo, de julio de 1880, se compara a sí mismo con un pájaro enjaulado, sus palabras están cargadas de melancolía: «¿Sabes cómo puede desaparecer la prisión? Con afecto profundo, sincero. Si somos amigos, hermanos. El amor es lo que abre la prisión, con su fuerza soberana, con su encanto poderoso. Quien no tiene esto, permanece en la muerte. Porque allí donde renace la simpatía, renace la vida». [Edelvives tiene un precioso libro ilustrado por Javier Zabala con un extracto de esta carta: El pájaro enjaulado]. En Auvers trabaja también de forma frenética. 

Los cuadros sobre los que se sostiene su fama fueron creados durante sus últimos tres años de vida, a pesar de que en ese tiempo hubo periodos en los que los terribles ataques le impidieron pintar. 1890 comenzó con los primeros reconocimientos por parte de la crítica (Albert Aurier alabó su pintura en un artículo en Le Mercure de France) y fue el año en el que se vendió uno de sus cuadros (Viñedo rojo). Como afirma Guillermo Solana, director artístico del Museo Thyssen-Bornemisza y gran conocedor de Van Gogh, en una entrevista reciente, probablemente si Vincent hubiera vivido solo un par de años más hubiera podido disfrutar de su éxito. Pero murió el 29 de julio de 1890, siempre se ha pensado que se suicidió dos días antes en un campo de trigo que estaba pintando, pero los biógrafos estadounidenses Steven Naifeh y Gregory White Smith han abierto una nueva hipótesis según la cual el pintor fue víctima de un homicidio imprudente perpetrado por unos adolescentes, a los que Vincent no quiso (aunque hubiera podido ya que vivió dos días más) denunciar. Cuando murió a su lado estuvo, como siempre, su hermano Theo. 

Campo de trigo con cuervos, por Vincent van Gogh, Auvers-sur-Oise, julio 1890, óleo sobre lienzo, 50,5 x 103 cm.

Campo de trigo con cuervos, por Vincent van Gogh, Auvers-sur-Oise, julio 1890, óleo sobre lienzo, 50,5 x 103 cm.

 

 

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